Por: Francisco Parada Walsh*
Atesoro esta frase con toda mi alma. Hace siete años, cansado de escuchar tantas mentiras se me ocurrió que El Salvador de Qué debía llamarse El Pinochini de América en honor a esa marioneta malandrina y mentirosa. El tiempo me ha dado la razón. Antes de cualquier acto de conquista, sumisión o una mentirosa independencia ya teníamos en el ADN ese gen de la mentira, de la farsa, de la estafa. El tiempo ha pasado y nada ha cambiado, quizá todos los salvadoreños nos identificamos con Pinocho, allá, muy en el fondo, en las profundidades del alma; esto es histórico y nada parece despertarnos de ese trance donde el verbo mentir se conjuga en todas las formas, tiempos, personas plurales y singularmente ladronas.
Pareciera que el mentir es algo cultural y quién miente más es el mejor; jamás imaginé lo que vivimos y sufrimos, saqueados, esquilmados, maltratados, acorralados y parece la de no acabar; entiendo que si acepto una mentira algo habrá en mí que me identifique con el mentiroso y tristemente eso sucede; todos somos pinochos, soy un médico pinocho donde cobrar más inventándome pócimas es lo que me hace feliz; soy un abogado pinocho que conocedor que a mi defendido le espera la cárcel debo cobrar por adelantado y el desdichado nunca sabrá de mí; soy un ingeniero pinocho que haciendo una construcción poco me importa la calidad de la misma, y debo robar material o inventar facturas; soy un futbolista pinocho que poco me importa vender partidos y burlarme de esa noble afición que de noble ¡no tiene nada! soy un estudiante pinocho que poco me importa comprar exámenes o satisfacer deseos sexuales de los decanos, profesores y más con tal de pasar una materia; soy un ministro de salud pinocho donde negar datos, mentir, maquillar y decir que gracias a la gestión del ejecutivo todo el personal de salud fallecido recibirá un seguro de vida por quince mil dólares ¡Es una pinochada! cuando ese decreto fue vetado en dos ocasiones por el presidente; soy un pinocho pinocho que yo mismo me engaño creyéndome pertenecer a una clase social diferente; soy un miserable pinocho que repito las mentiras de otro pinocho; en ese mundo donde la mentira prima y se luce cual reina de las fiestas patronales, si, ¡ahí viene la carroza de la indolencia, le sigue la carroza del cinismo , a lo lejos viene la carroza que el populacho espera ¡Viva la mentira! aplaudimos fervorosamente a su paso, felices, el carnaval debe seguir.
Y a Pinocho poco le importa su maestro Gepeto, es un estorbo para los sueños de la marioneta; el alumno supera al maestro. Desde que tengo uso de razón he sido no testigo sino víctima de las mentiras de Pinocho, básicamente es un estado Pinochinista que apoya la mentira; discursos enarbolando un patriotismo mientras a mis espaldas saquean a un país saqueado, no ha habido un tan solo presidente que haya sido honesto, al contrario, una bola de ladrones; Saca, mientras decía unas auto proféticas palabras: “A los malacates se les acabó la fiesta”, el próximo año será amo y señor de sus libertades y desvaríos del corazón, mientras a un ratero que llevaba unos garrobos para apenas comer, la justicia lo condena a más pobreza; ¿Es la justicia una Pinocha?: Por supuesto, todo está armado de tal forma que el pobre siga eternamente en la pobreza, que siga ignorante, que creamos que votar por determinado candidato significa democracia, ¿Es la democracia una Pinocha?: Claro que sí, la democracia no es votar, no es ir a un centro comercial; democracia es solidaridad, probidad, el bien común, la armonía y tantas cualidades que sería interminable mencionarlas.
Nuevamente un advenedizo como Funes, pobre de pobres regaló peroladas de sopa de pitos, un hombre común que almorzaba en Míster Donut´s (Cuando tenía dinero), cliente asiduo de DICOM, vestía ropa raída y hoy ¿Qué tenemos?: A un pinocho con máscara, este es un caso especial, aparte de ser un presidente pinocho decidió cubrirse el rostro para querer que su sombra del pasado no lo encuentre cuando es preso en su propia vida. Recientemente miraba la biografía de Joe Biden y comentaba que al morir su hijo, decidió vender la casa para acuerpar a su nuera y nietos y fue Obama quien le dijo que no la vendiera, que él le daría los quinientos mil dólares que necesitaba, ¿Quiere decir que un senador y vicepresidente de Estados Unidos no tiene medio millón de dólares después de estar en la Casa Blanca rojiza y en el el congreso por más de cuarenta años?: ¡No los tiene! Y aquí, el alumno supera al maestro, debo mentir a un pueblo mentiroso y cualquier gerente de un ministerio o autónoma, un ministro en apenas cinco años tiene millones de dólares en su haber, sabedor que no tendrá una persecución porque pertenece al club de los pinochos, sin embargo algunos se equivocan, caso triste ver el del “General que no tiene quien le escriba y le lea”, esposado, sin sus propiedades, sin dignidad, ¿Con tan poco nos conformamos?: Así parece, debemos aspirar a servir, a dar, eso es todo, eso sí nos hace felices pero robar, no.
Alumnos superando al maestro, alumnos sin preparación y queda demostrado que pinocho no es el letrado o el ignorante, todos somos pinochos, todos. Y con el tiempo el descaro golpea más, la desvergüenza de recibir quince millones al día por seis o siete meses y decir que por culpa de bla, bla, bla no se tiene dinero solo dice que nuestros pinochos escalan segundo a segundo en el índice de la mentira. El Pinochini de América es el tata de los pinochos, país con independencias y guerras inventadas, departamentos con nombres santos, no hay país en el mundo con departamentos con nombres épicos: La Libertad, La Paz y La Unión y eso lo menos que tenemos; una diáspora que según the new ambassador el 50% de nuestros “Hermanos Lejanos” desea con fervor regresar a la tierra prometida. Algo que confirma mi hipótesis con hechos: Se debe definir dos cosas, una es la Ignorancia supina que junto a la mentira resulta en un híbrido cual relincho al infinito: ¡We have a ambassador Pinocha!Todo lo escrito es una mentira, soy un salvadoreño pinocho que escribo este artículo plagado de mentiras.
*Médico salvadoreño