Por: Marcelo Valko*
I
La derecha corporizada en uno de sus mascarones de proa como es la usurpadora Áñez entre otros, no pudo aguantar la presión popular y tuvo que aceptar que se realicen las elecciones. Atrás quedan las dos veces que fueron pospuestas las fechas de votación presidencial alegando la pandemia salvadora que les permitió patear para adelante hasta donde se pudo. El domingo 18 de octubre, la misma noche de la votación los resultados inmediatos fueron tan contundentes que debieron reconocer el abrumador triunfo de Luis Arce. Primero lo hizo Áñez y luego Carlos Mesa que se conformaba en desplazar a Fernando Camacho como segundo. Por su parte Camacho fiel a su oscurantismo medieval habló de “luchar” y “que aceptar el resultado es de cobardes, acá no hay cobardes” (El Mundo 20/10/20). Más allá de bravuconadas, atrás quedaron los sueños de forzar una segunda vuelta que fueron pulverizados por el contundente 55% de Luis Arce del MAS frente al 29% de Carlos Mesa de Comunidad Ciudadana y solo el 14% para el ultra Camacho con su partido Creemos.
II
Recordemos que Carlos Mesa había renunciado a la presidencia en 2005 dejando al país en un casos económico social sin precedente. Cuando asumió Evo Morales en enero de 2006 todos sabían que no sería nada fácil gobernar uno de los países más pobres del conteniente donde las elites se habían acostumbrado a esquilmar alegremente al Estado a costa de la miseria de la gente. Basta mencionar la bestial privatización que se transformó en “la Guerra del Agua”. Muchos vaticinaban que “el indio Morales” no sabría qué hacer y aguantaría poco tiempo. Sin embargo pronto la administración del MAS sorprendió a propios y extraños logrando un crecimiento económico inobjetable. A raíz de una prolija nacionalización de los bienes energéticos que permitieron volcar recursos para robustecer el mercado interno produjo un despegue económico que elevo el PBI de nueve mil millones anuales a cuarenta mil de U$S. Cuando se produjo el golpe de estado en 2019 el crecimiento del PBI estaba proyectado en 3,9% el mayor de la región reduciendo las tasas de desempleo a la mitad llegando solo al 4% algo con lo que Donald Trump sueña para ofrecerle a sus votantes y ser relecto. La democratización de los ingresos fiscales bolivianos redujo la brecha ricos/pobres de 130 a 14 y con una disminución de la pobreza de 38 a 15%. Todo esto favoreció al mercado interno y a fortalecer su moneda, algo que los argentinos no conocemos hace varias generaciones.
Pese a tal bienestar pareciera que la mejoría de los muchos y su empoderamientos como seres humanos es proporcional al racismo de los otros que siempre se sintieron superiores frente a los “collas” como se evidencio tras el golpe que colocó a Jeanine Áñez en el gobierno, alguien que afirmaba sin empacho: “Sueño con una Bolivia libre de ritos satánicos indígenas, la ciudad no es para los indios que se vayan al altiplano o al chaco”. Más allá de estas figuras recalcitrantes que desempeñan un rol útil a las elites dueñas del poder económico, resulta evidente que los 14 años del gobierno de Morales no lograron que la noción de habitar un Estado plurinacional se corporice y llegue por ejemplo al imaginario del Ejército y la Policía como se vio durante el Golpe de Estado, donde los uniformados no solo se plegaron al golpe sino que participar activamente en la quema de símbolos y persecuciones de “indios” mientras “niños bien” desde sus motos o 4×4 hacían razzias apaleando “collas” y vociferando “No más indios. Viva Bolivia libre de indios”. De pronto resulta más simple avanzar en economía que en modificar el imaginario de las personas.
III
Cualquiera que haya viajado a Bolivia, sabe que se trata de un país muy complejo comenzando por la manera de vivenciar la temporalidad cíclica y agraria. El tiempo del “mero estar” diría Rodolfo Kusch que se patentiza en la palabra “ahorita…” un lapso temporal muy difícil de cronometrar. Pese al apego a las tradiciones ancestrales, de acuerdo al último censo muestra que el 96% se declara religioso (católico o perteneciente a alguna secta evangélica) sin embargo las creencias andinas afloran por doquier en la vida cotidiana. Permítanme plantearlo con una imagen muy elocuente. En La Paz existen varios mercados callejeros que venden los productos usuales, sin embargo existe uno que se destaca y pone en evidencia el imaginario ancestral. Me refiero al “mercado de los brujos” al que acuden no solo “los indios” sino los integrantes de clases adineradas. Entre los cientos de recetas y pócimas se pueden conseguir amuletos para obtener riqueza o un líquido para bañarse y conseguir el amor imposible. Se encuentra ubicado en pleno centro de la ciudad y próximo a la Basílica de San Francisco articulándose shamanes y franciscanos en una dupla religiosa indisoluble de geografía sagrada, las dos caras de la moneda de una realidad imposible de ocultar y que evidencia la realidad de un país dual.
IV
El resultado electoral nos enfrenta a la compleja realidad de la llamada Media Luna o tierras bajas frente al altiplano como se había evidenciado en la tremenda campaña de odio del referéndum electoral para reformar la Constitución en 2009 donde la derecha recalcitrante apelo a mentiras extremas como que la nueva Constitución atacaría a la religión o incluso se apropiaría de los niños para llevarlos a Cuba y “lavarles el cerebro”. En aquel momento incluso Santa Cruz había amenazado con la escisión del país, ahora bien la elite cruceña no tuvo ningún reparo durante la guerra del Chaco contra Paraguay para enrolar a los collas del altiplano en el Ejército para que fueran a morir en defensa de “las tierras bajas”.
Luis Arce fue ministro de economía durante buena parte del gobierno de Evo Morales y por ende un gestor real y artífice del llamado milagro económico boliviano. Ahora tendrá que lidiar con la crisis a todo nivel que dejan los usurpadores y que por sobre todo profundizó esa grieta maloliente del racismo de los unos frente a los otros. No será fácil recomponer el tejido social y económico pero cuentan con las herramientas necesarias para hacerlo y para proteger sus recursos primarios no olvidemos que el país cuenta con una de las mayores reservas de litio del mundo que se encuentran en la mira de las multinacionales cuya única ambición es un lucro ilimitado.
Ciertamente Arce carece del carisma o simpatía que Morales despertó dentro y fuera de Bolivia en su condición de indígena, pero tal vez eso mismo sea su gran ventaja en un país dividido étnica y geográficamente y donde uno de los ataques favoritos de la oposición era “el desmedido culto a la personalidad”. Por lo demás el vicepresidente es el indígena y ex canciller David Choquehuanca una persona muy experimentada. Además resulta muy auspicioso la aparición de nuevos líderes muy jóvenes como por ejemplo Andronico Rodríguez que obtuvo la senaduría por Cochabamba, una figura que estará llamada a un interesante destino.
Atrás quedan las masacres de Senkata y Sacaba cometidas por el régimen de la usurpadora Jeanine Añez por lo cual deberán rendir cuentas ante la justicia, atrás quedan las consignas racista de “no más indios en Bolivia” y procesiones en éxtasis de policías y soldados arrodillados, atrás queda el ingreso de la Biblia al palacio presidencial para extirpar a Satanás, atrás queda e maniqueísmo inquisitorial de la mentira. Ahora el futuro. El nuevo gobierno que asumirá el 8 de noviembre no tendrá una tarea fácil, la oposición será feroz y deberá revertir el paradigma de coerción por un nuevo paradigma de persuasión, de explicar, de convencer que el país debe superar el odio racial. Sabemos que será lento, pero viene…
*Autor de numerosos textos, psicólogo, docente universitario, especialista en etnoliteratura y en investigar genocidio indígena.