«Israel y sus lobbies forman parte del Estado Profundo que gobierna Estados Unidos, al margen de quien sea su presidente»

Por Ricard Jiménez.

Entrevista a Juanlu González, periodista y miembro del Frente Antiimperialista Internacionalista y del colectivo Ojos para la Paz y colaborador geopolítico de medios.

Las elecciones en Estados Unidos significa que de nuevo regresamos al monotema, al foco del imperio, ¿Trump o Biden? Pero siempre desde el prisma y los elementos discursivos y propagandísticos. Sin embargo, en la boca de este huracán hegemónico siempre se diluyen las cuestiones exteriores, las políticas internacionales del gigante, hasta ahora, hegemónico. ¿Qué diferencias existen entre Trump y Biden en este aspecto? Entender las claves sobre estas cuestiones puede permitirnos una lectura minuciosa de los años venideros en cuestión geopolítica. Para hablar sobre ello, y mucho más, hemos conversado con Juanlu González, periodista y miembro del Frente Antiimperialista Internacionalista y del colectivo Ojos para la Paz y colaborador geopolítico de medios.

-¿En qué contexto interno e internacional se enmarcan las elecciones de Estados Unidos? ¿Qué factores pueden ser determinantes para ambos candidatos?

-Teniendo en cuenta que en Estados Unidos los temas internacionales suelen ser secundarios para la opinión pública y es, además, donde suele haber más coincidencias entre quienes dicen representar a los norteamericanos, citaría dos planos de la situación interna que pueden marcar mucho las elecciones.

En primer lugar, la influencia de la pandemia en la situación económica y el estado de guerra racial que Donald Trump ha acentuado desde su llegada al poder hace ahora 4 años. Al margen de las promesas de muros fronterizos, por cierto incumplidas, Trump se lo jugaba todo a la carta económica. Y es cierto que las cosas iban bastante bien, sobre todo en cuanto a crecimiento, empleo, bajada de la presión fiscal y al brillante estado de Wall Street. Sin embargo, tras la irrupción de la pandemia, todo cambió.

Los históricos números que mostraba, sobre todo con respecto a la bajada del desempleo se revirtieron (rozaban el pleno empleo técnico), el crecimiento de la economía se vio bastante mermado y el déficit público se disparó enormemente, lo mismo que la balanza comercial, por causa de tanta guerra económica desatada a los 4 vientos contra medio mundo. Por otro lado, Trump se ha comportado como un auténtico incendiario en lo tocante a la tensión racial histórica que padece el país. En vez de pedir perdón por los abusos policiales, se ha puesto en contra de la población hispana y afrodescendiente esperando empatizar con la mayoría blanca, especialmente la más pobre, sin estudios que habita las zonas rurales.

Donald Trump pretende presentarse, así como el único capaz de mantener el orden frente a un Biden que, dice, atiza las protestas y se pone al lado de los manifestantes que, supuestamente, desestabilizan el país. De esta forma llegamos a una de las elecciones más polarizadas de la historia y donde hay menos indecisos contabilizados. Pero no podemos olvidar que han surgido, o resurgido, montones de milicias racistas fuertemente armadas que van a desconocer el resultad electoral si Trump pierde y él lo ordena. La venta de armas se ha duplicado este año. Los comercios están sellando ventanas y escaparates como si esperaran el paso de un huracán. Puede pasar cualquier cosa.

-Se habla mucho de que la administración Trump, al contrario que las anteriores, no ha iniciado ninguna guerra armada, pero, de forma genérica, ¿cuál y cómo ha sido la política externa de Trump?

-Es verdad que no ha iniciado guerra alguna. Sin embargo, tampoco se ha retirado de ningún frente. Prometió salir de Afganistán reconociendo al fin la derrota norteamericana y, aunque hay promesas de hacerlo, ahí siguen. Prometió salir de Siria y ahí está, robando con mercenarios kurdos el petróleo del país para impedir su reconstrucción. A pesar de que se le ha conminado a marcharse de Irak, sobre todo tras el asesinato de Soleimani, apenas hay promesas de retiradas concretas y, si lo hacen, es por el acoso permanente al que se ven sometidos por la resistencia shií.

En el Líbano siguen ahondando los planes de desestabilización del país que sí que podrían desembocar en una nueva guerra, posiblemente de carácter civil. En Yemen avanzan con la balcanización del país. Lo que han hecho con Palestina no tiene nombre, con el fiasco de Robo del Siglo, despreciando las resoluciones de la ONU y los consensos internacionales para ponerse al servicio de la extrema derecha supremacista representada por Netanhayu.

En América Latina, el EEUU de Trump lo ha seguido intentando contra Venezuela con todos los medios a su alcance, escalando el nivel de injerencia hasta llegar a niveles insospechados como preparar una fallida invasión con mercenarios o un bloqueo naval que ha sobrepasado el nivel de la piratería más deleznable.

-Por otro lado, con Biden, ¿habría diferencias al respecto?

-Sinceramente, no creo. Quizá en el caso de Palestina los demócratas jamás se hubieran atrevido a tanto, pero tampoco habrían roto con el ente sionista de Israel y sus lobbies, que son uno de los componentes de lo que llaman el “Estado Profundo” que gobierna Estados Unidos al margen de quien sea realmente su presidente.

Quizá las relaciones diplomáticas con Cuba hubieran seguido el rumbo que imprimió Obama, de cierto aperturismo en cuanto a viajes, remesas y el aligeramiento del bloqueo, pero tampoco habrían ido mucho más lejos. Pero, como decía, tampoco la figura del presidente es tan importante en Estados Unidos. Ni si quiera la composición de las cámaras.

Hemos visto como el lobby israelí puso firmes a sus señorías en contra de las directrices del partido demócrata, que desobedecieron a Obama para permitir que Netanyahu interviniera con honores en el Congreso norteamericano. Eso es Estados Unidos, cualquier cosa menos una democracia. Quien paga, manda. Y si tu campaña la financia el lobby armamentista, ya sabes quién será tu patrono durante 4 años.

-Has citado, entre otras, las incursiones y actuaciones de Estados Unidos en oriente medio, que ahora se encuentra en plena efervescencia. Para hacernos un bosquejo sobre la situación, ¿cuáles han sido las posiciones de Trump y cuáles podrían ser las de Biden?

-Creo que una diferencia fundamental entre ambos estribaría en el acuerdo del G5+1 sobre Irán. Un duro entendimiento logrado tras 10 años de arduas negociaciones y con el aval de la ONU, que logró traer calma a la región pero que Trump hizo saltar por los aires por orden de Israel. Un montaje que solo busca la rendición de Irán ante el ente sionista y su renuncia a la autodefensa para quedar a merced de sus enemigos, la abyecta coalición entre las tiranías del Golfo e Israel, que incluso se han atrevido a sacar a la luz, tras años de funcionar como una realidad lejos de las cámaras y de la opinión pública.

-Profundizando un poco en el tema de las “tiranías del Golfo”, podemos ver que recientemente están siendo muy sonados los atentados perpetrados por yihadistas, fundamentalistas radicales, en Europa, pero ¿qué rol ha desempeñado Estados Unidos para que se llegue a esta situación más allá de Trump?

-Bueno, de aquel polvo del desierto afgano vienen estos lodos. Estados Unidos lleva décadas alimentando el yihadismo, el terrorismo islámico, para conseguir sus fines políticos en todo el mundo. Como sabemos, comenzó esta estrategia en Afganistán, pero la ha usado en Yugoslavia, en Chechenia, en Siria, Libia, Yemen, Irak, China y en tantos y tantos lugares.

La internacional terrorista islamista es una creación norteamericana con apoyo francés y británico y financiación de las monarquías feudales del Golfo, esas mismas que dan cobijo y dólares al huido emérito, y son absolutamente responsables de lo que sucede hoy en Viena, ayer en París o donde quiera que actúen. Me hace mucha gracia Macron cuando parece ponerse duro con el integrismo, pero luego Francia ha recibido con honores de jefe de estado al líder de Al Qaeda en Siria y creador de las milicias de “rebeldes” contra Assad en Siria.

Las guerras de Estados Unidos y la OTAN en Oriente Medio y el norte de África son las que han disparado el número de refugiados que llegan a Europa y que, a la postre, han tenido mucho que ver con el auge de la extrema derecha en la Unión. No se puede poner una vela a dios y otra al diablo. Si no queremos terrorismo islámico dentro de nuestras fronteras, tenemos que dejar al Frente de la Resistencia, Siria, Irak, Irán, Hezbollah, Houthíes. Etc. terminar su trabajo y erradicar al Estado Islámico y a Al Qaeda de la región.

Fuente: Contrainformación

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