Por: Francisco Parada Walsh*
Debido a algunas conversaciones que he tenido con un amigo sobre los diferentes artículos que escribo semanalmente, pareciera que mi objetivo es atacar a un gobierno que ha traído más caos y pobreza que inversión y paz a una sociedad violenta por antonomasia. Personalmente no conozco a los miembros del gabinete, apenas conozco a un par de ellos y realmente no tengo interés en conocer a ninguno, sea éste el presidente u otro miembro; tristemente vivimos en una finca donde todos nos conocemos y si decidí escribir artículos señalando los errores y desvaríos de las medidas ejecutadas por el gobierno es por el cinismo y la desvergüenza que ello conlleva, si el gobierno hubiera hecho las cosas como todos los gobiernos anteriores: “Robar, pasar desapercibidos y quedarse callados” (Vale aclarar que nada en el mundo justifica robar un cinco) ni cuenta me diera del rumbo que lleva el país sin embargo han cometido delitos e ilícitos que deben ser señalados pues cada día se puede ver el descalabro socio-económico que vivimos.
Si el actuar del ejecutivo fuese una muestra de honradez, arduo trabajo y capacidad ni siquiera perdiera un segundo abordando temas sobre el rumbo que lleva el país; antes de que este gobierno llegara al poder ficticio mis artículos versaban sobre las diferentes situaciones que suceden en mi montaña, cosas del diario vivir, nada de perder el tiempo abordando temas de la agenda nacional sino en servir a la comunidad y prueba de ello fueron los donativos recibidos por manos y corazones amigos, haber logrado conseguir una máquina para coser zapatos para mi amigo Julio gracias a la titánica labor de una persona especial: Don Jorge Marchesini, esa era mi vida, narrar un paseo a caballo entre pinos y cipreses; visitar un cultivo de tomates, repollos y que el pueblo conozca el proceso que lleva tener una ensalada en su mesa; poco a poco sentí la necesidad de volverme crítico sobre medidas totalmente erradas y vale la pena recordar un artículo en particular: “Un Manicomio llamado El Salvador”, escribí ese artículo para saber cómo reaccionaría el estado con sus diferentes tentáculos y ver cómo la expresión y libertad de prensa se conservarían o desaparecerían, la reacción del estado fue violenta, ellos lo saben, averiguaron todo sobre mi, en dos días posteriores recibí el mensaje que con ellos no debía meterme, que la intolerancia era la regla; ha pasado más de un año desde que escribí ese artículo y no estaba equivocado, el acoso a periodistas, a personas que apenas discrepen con el estado dice los días oscuros que vivimos; por cosas del destino apareció un fiscal que cual mago tiene tantos talentos y uno de los que más le gusta ejercer es volverse invisible, de repente aparece allanando a tantas instituciones cuyos responsables han cometido ilícitos o delitos a más no poder; ¿Por qué me voy a quedar callado ante esta serie de desmanes?: No lo debo hacer.
Si este gobierno hiciera bien las cosas fuera el primero en felicitarlo, no vivo del odio y debo entender que si alguien hace caminar a este país por los senderos del bien vale la pena apoyarlo, como dije al inicio, ni los conozco ni me conocen y ningún interés tengo en conocerlos; escribo a título personal, no recibo un cinco de nadie y sencillamente escribir más que un bellísimo pasatiempo es un deber para conmigo mismo.
Que quede claro, hagan bien las cosas y seré el primero en felicitarlos (A pesar de no ser nadie). No vivo escupiendo al cielo pues todos tenemos techos de vidrio y mi particular interés es señalar los errores que se cometen; ¡Hasta ahí! Vivo tan tranquilo y deseo un país solidario, justo, respetuoso del marco institucional y no esta vorágine de división y odio en que se nos ha metido.
Nuevamente les aclaro, no tengo nada en contra de personas que ni conozco, trabajen por el país, es el país de sus hijos también y gobierno somos todos. Tenemos una enorme responsabilidad de sacar adelante a nuestra nación. Hagan bien las cosas y verán que mis futuros artículos abordarán cuentos infantiles, uno de mi predilección: “Salta mi conejito, verde están los campos…”
*Médico salvadoreño