La narrativa de lo que vivimos hoy desde el ojo de un sicólogo de nuestro tiempo.
Email a manera de prólogo
Aquí, lo que he leído hasta ahora: Te luces mucho más en tu faceta de experto en psicología. Interesante disertación que deja bien clara las etapas de la vida, y que hay que vivirlas en su momento, sino, ya no tendrá gracia; es un mensaje subyacente de Ley de Vida, algunas cuestiones que se plantean dejan unos pasajes interesantes. Caracterizas con una realidad pasmosa las etapas de la vida, con propiedad, tal y como ocurren, sin medias tintas, con sus pros y sus contras… ¡Se dicen aquí unas cuantas verdades que ya no hay otra vuelta de tuerca… ¡AQUÍ SI ES VERDAD QUE ME DESCONCIERTAS, PORQUE SACAS A RELUCIR UNAS CUANTAS COSAS, QUE LAS ESTOY VIVIENDO EN LA VIDA ACTUAL – ¡Mi Vida y Yo- ¡Oye de verdad, que me has puesto a pensar y cavilar, más de lo que lo hago usualmente, en mis cuatro paredes!
La narrativa se mantiene más o menos en el mismo orden de tus escritos anteriores, con la misma temática escabrosa que embarga, quizá la realidad circundante actual o pasada de cualquier ciudad salvadoreña (y también venezolana). Asimismo, cuando describes a Petra, es como si fuera una madre de aquí, multiparidora, de varios galanes que la abandonaron con un montón de hijos “como una hormiguita obrera que labora día y noche, para que otro goce el fruto de su trabajo”; y ella, fiel representante de la mujer latinoamericana, es la jefa de hogar monoparental, -alcahuete- en mi opinión, por estar manteniendo a tanto vago y vaga, repitiendo en sus descendientes, su currículo vitae. No sé, trabajando en una escuela de cerro aquí en Caracas por 27 años, es la típica realidad (mujeres con 5, ,6, 8 muchachos, harapientos y donde la escuela para ellos era la única novedad, porque con la madre trabajando todo el día para mantenerlos, ¿dónde se quedaba el cariño y la atención necesarios para su formación? ¿O la presencia de un padre???), quizá por eso, quien sabe, no tuve hijos. Yo jamás puse medios para no quedar embarazada, pero me involucré tanto en mis estudios, que no me quitaba el sueño, no me preocupaba cuando estaba en edad fértil. Y si no los tuve, pues nada, sigo viviendo y como dices según la “trillada vaina freudiana”, pues, sí me siento realizada, en otro plano de mi vida, y por eso, quizá no siento el vacío. Me entretengo con esto que hago, es Mi Vida, las clases, la investigación, revisión de textos, literatura…
En tu narrativa, así como te decantas describiendo lo feo y dantesco de este mundo, también lo haces, cuando hablas de las cosas buenas que hay en la ciudad, por ejemplo, el rico aroma del café (envidiado y extrañado en otras latitudes), en el ambiente donde se desenvuelve la acción. En el trabajo cotidiano, en el restaurante de elaboración de alimentos, las tres mujeres, al menos cuentan con la materia prima… Una vez más te digo que narras la realidad de manera diáfana, y que tenemos algunas coincidencias, entre la ciudad que allí describes, y lo que se vive en la Caracas donde yo vivo, por no decir, existo.
Tu trabajo, es sobre la vida urbana cotidiana de cómo se vive en tu país, no muy profundo y sin mayores cosas, el día a día del pueblo, cómo suceden las cosas en cualquier esquina populacha o centro donde se reúne la gente para socializar un poco, en lo que queda en esa carrera por conseguir el pan de cada día, con sus intríngulis, miserias y anécdotas de cada uno de sus personajes, utilizando para ello, el lenguaje coloquial. Y en cierto modo, es autobiográfica, porque veo que redundas sobre los mismos temas que ya conoces y te apasionan, los que dominas.
Y el desenlace de la obra, me parece muy bueno el metamensaje de José Café, que interviene, al final, más allá de lo feo y la violencia que prolifera en las grandes urbes. La contienda entre las pandillas, mira mejor narrativa que vista en película, y es una versión tan vívida como lo que leo día a día, en la prensa local y jamás me gustaría presenciar.
Y ya el final, bien estructurado, final feliz para todos, en medio de toda la vorágine que se desentrañó y se descubrieron los falsos preexistentes a lo largo de la historia, se nota un tono de melancolía en José.
William, acabo de terminarlo, desde el mediodía me puse hacerlo, y voy a comer! por eso es que me enfermo, ya me lo han dicho. Hasta que no termino, no me levanto, ojo, apenas lo empecé a trabajar ayer.
Marly Davila
Doctora en Educación,
Universidad Central
de Venezuela.
Sinopsis de la dulce vida urbana
Sobre la “Dulce vida urbana”
Yo, Carlos Ardón, sin ser antropólogo, psicólogo, sociólogo y mucho menos crítico literario, sencillamente un lector como cualquier personaje que forma parte del inmenso hormiguero, que al igual que sus personajes, forma parte de la dulce vida urbana y de la historia amarga de ella, expongo y doy fe del mérito de esta historia, expresando que:
La dulce vida urbana representada en 33 vidas, 33 historias que muestran el rostro de la diversidad salvadoreña, tejidas con la habilidad de una araña. 33 Historias recorriendo a pie las calles del centro de la ciudad, mezcladas entre ricos y pobres, policías o ladrones, jóvenes y ancianos, blancos y morenos, altos y bajos, feos y bonitos, trabajadores y desempleados, estudiantes y mareros, hombre, mujer o del tercer género, políticos y pastores. 33 historias que dejan al descubierto la vida cotidiana y amarga de los habitantes del casco urbano de San Salvador, inmerso en un “mundo caótico, entre ruidos locos, violentos y ensordecedores. La dulce vida urbana es el inmenso hormiguero de millones y millones de habitantes bulliciosos. Es la invención literaria donde el lector camina mezclado entre los 33 y más personajes que recorren diariamente las calles apestosas y grises por humo de los miles de auto mores y chimeneas de los negocios de comida criolla y chatarra.
Por lo tanto, es de mi consideración que sea publicada y difundida en el ámbito nacional e internacional, como una obra que deja al descubierto las entrañas de la actual sociedad salvadoreña.
Carlos Alberto
Ardón Gavarrete.
Director, INFORP – UES