Por: Francisco Parada Walsh*
Llegará. El hombre y su prole caminan rumbo a la nada. Esa nada es el consumo. Ese consumo es un poder pasajero. Ese poder no es Dios. Ese Dios no es a quien adoramos sino que es lo terrenal. Lo terrenal es el eg52o. El ego es mi vacío. Ese vacío son mis inseguridades. Esas inseguridades son mis temores.
Mis temores son los traumas que azotan mi vida. Mi vida es un fugaz viaje. Ese viaje fugaz es mi verdad. Mi verdad es que no soy nada. Ese no soy nada es que nada me diferencia de otros. Esos otros son mis hermanos. Mis hermanos es el mundo. Ese mundo es lo que destruyo día a día. Ese día es mi rutina. Mi rutina es la repetición de mis pensamientos. Esos pensamientos son la huella neuronal que ha marcado mi vida. Mi vida es efímera. Lo efímero es hermoso. Lo hermoso no es nuestra piel. La piel es un disfraz. El disfraz es lo que vemos. Lo que vemos es la nada. Lo que no vemos es invisible a los ojos. Nuestros ojos son el reflejo del alma. El alma es lo que nos dicta la razón.
La razón pertenece a casi toda la especie humana. La especie humana que no tiene la razón son los verdaderamente felices. Los felices son los niños, los pobres, los que llamamos locos. Los locos son dueños del mundo. El mundo gira sobre nuestro ego. El ego nos atenaza y nos vuelve inseguros. Los inseguros necesitan la adulación. La adulación es la palabra bonita disfrazada de ofensa. La ofensa es el arma de los débiles. Los débiles vuelan cual pájaros por el mundo. El mundo es una mentira inventada por los dioses. Los dioses actuales son tan superficiales que basta encender y apagarlos con un control remoto. Lo remoto es la magia. La magia es entender que solo amando al mundo seremos felices. Los felices son invisibles. Los invisibles son los preferidos de Dios.
Dios no es universal. Universal es el retroceso de la humanidad. La humanidad adora a un Dios más latino que europeo. El europeo saqueó mi historia. Mi historia está escrita con toneles de sangre. Mi sangre es tu sangre, somos los mismos. Los mismos saquearon un mundo pobre. El pobre soy yo, pero sobretodo mi patrón. Mi patrón es mi mente. Mi mente sufre desde niña y llega a la muerte sufriendo. Sufriendo es un verbo que no debería existir. ¿Existir o no existir? ¿Qué hago por dejar un legado a un mundo que camina rumbo a la autodestru
cción? La auto destrucción es personal.
Personal es el egoísmo. El egoísmo destruye el amor. El amor fraterno es hermoso. Lo hermoso se escribe cada día con planas de repetir yo solidaridad, tu solidaridad. La solidaridad es cada día mas esquiva. Esquiva es la buena acción. La acción debe dirigirse al necesitado. El necesitado no siempre quiere palabras de apoyo sino dinero contante y sonante. Lo sonante no es el canto de un pájaro. El pájaro sufre cuando le chillan las tripas. Las tripas y su chillido es el indicador que debería ocupar el Fondo Monetario Internacional. Internacional es la maldad. La maldad del hombre es inimaginable.
Inimaginable debería ser la bondad, el respeto, El respeto hacia mi hermano es lo que agrada a Dios. Dios es amor. Amor falta al mundo. El mundo cae poco a poco. Poco soy. Soy lo que una sociedad quiso. Quiero ser feliz. Feliz es un estado de la mente. La mente es lo que somos. Somos lo que pensamos.
Pensamos en un ayer que nada se puede hacer y en un futuro incierto. Incierto es el humano. El humano muchas veces se convierte en inhumano. Inhumano es nuestro planeta. El planeta no gira por nosotros. Nosotros somos polvos en el viento. Vientos y polvos. Polvos hacemos y seremos. Seremos materia en días. Días y noches deambulando por el mundo. Mundo patas arriba. Arriba y abajo esta Dios. Dios mandará a la tribulación. Tribulación es lo que vivimos en El Pinochini de América.
*Médico salvadoreño