El catastrófico escenario de crisis humanitaria que han dejado los huracanes se suma a las múltiples emergencias olvidadas e invisibles que vive el país, como la violencia sexual, la falta de servicios de salud mental o el impacto de la COVID-19.
El paso de los huracanes Eta e Iota por Honduras ha dejado a más de 250.000 personas sin acceso a servicios médicos u hospitales. Alrededor del 50% de los centros de salud del país están actualmente cerrados, dañados o presentan dificultades para brindar sus servicios. Para hacerse una idea de la magnitud del daño causado por estos desastres naturales, basta decir que en 1998 el tristemente famoso y devastador huracán Mitch dejó a un total de 100.000 personas sin acceso a los servicios de salud, lo cual representa 2,5 veces menos afectados que en la actualidad.
“La crisis humanitaria que Honduras vive hoy se suma, además, a la de varias emergencias olvidadas e invisibles, como la violencia sexual, que requiere una respuesta médica prioritaria, o la atención en salud mental, que en muchos lugares es simplemente inexistente y en otros claramente insuficiente”, afirma Juan Carlos Arteaga, coordinador de Médicos Sin Fronteras en Choloma.
MSF ha ofrecido durante el último mes y medio atención médica integral a los afectados por los huracanes Eta e Iota en Choloma, en el departamento de Cortés. Sus equipos han atendido durante este tiempo a más de 4.000 personas y han brindado más de 2.000 consultas médicas generales, en las que se han identificado enfermedades de la piel, traumatismos físicos, infecciones respiratorias, así como pacientes con enfermedades crónicas que habían visto suspendidos sus tratamientos por falta de acceso a los hospitales y centros de salud. Muchas de las personas atendidas presentaban también síntomas relacionados con el estrés agudo, la ansiedad y el duelo, según se detalla en el informe “Honduras: Un llamado para una crisis humanitaria”,publicado esta semana por la organización médica.
Tras el paso de los huracanes, los equipos de MSF han llevado a cabo actividades médicas, psicológicas y de promoción de la salud en más de 190 albergues, ubicados en algunas de las zonas más afectadas. En este periodo de tiempo han atendido además a 13 supervivientes de violencia sexual, 11 de los cuales habían sufrido las agresiones antes de los huracanes. Los otros dos casos corresponden a agresiones ocurridas dentro de los albergues de acogida.
“Estas cifras son sólo la punta del iceberg del grave problema que experimenta el país en cuanto a la violencia de género. En un contexto de doble emergencia sanitaria como el que estamos, por las consecuencias del paso de los huracanes y por la pandemia de COVID-19, hacemos un llamamiento a las autoridades para que la violencia sexual sea tratada como una emergencia médica. Es necesario que se apruebe el Protocolo de Atención Integral a Víctimas y Sobrevivientes de Violencia Sexual para que los y las sobrevivientes puedan recibir la atención médica adecuada”, afirma Arteaga.
En el mismo sentido, ante las agudas y urgentes necesidades humanitarias que MSF ha constatado en Honduras, la organización pide a la comunidad internacional que incremente las actividades de respuesta a la emergencia causada por los huracanes, que se refuerce la coordinación de los distintos actores de cara a mejorar las condiciones de agua y saneamiento de los albergues, que se garantice que los recursos asignados a la respuesta contemplen la reestructuración del sistema de salud y que se lleven a cabo actividades de vigilancia sanitaria frente a los brotes de enfermedades vectoriales y enfermedades causadas por la falta de acceso a agua potable.
Fuente: Rebelión