No podemos permitir que los nacionalismos cerrados nos impidan vivir como la verdadera familia humana que somos.
El Papa Francisco instó esta semana a los responsables de los Estados, empresas y organismos internacionales a promover la cooperación y no la competencia, para garantizar vacunas anti Covid-19 para todos.
En su mensaje ‘Urbi et Orbe’ (de la ciudad al mundo) con motivo de la Navidad, el sumo pontífice señaló que en esta época de oscuridad e incertidumbre, sobre la pandemia aparecen varias luces de esperanza, como los descubrimientos de vacunas.
Sin embargo, dijo, para que esas luces iluminen y traigan esperanza al mundo entero, deben estar disponibles para todos. No podemos permitir que los nacionalismos cerrados nos impidan vivir como la verdadera familia humana que somos.
Tampoco podemos dejar que el virus del individualismo radical nos gane y nos haga indiferentes al sufrimiento de otros hermanos y hermanas. No puedo anteponerme a los demás, anteponiendo las leyes del mercado y las patentes de invención a las leyes del amor y la salud de la humanidad, apuntó.
Francisco subrayó que ‘les pido a todos, responsables de los Estados, empresas, organismos internacionales, promuevan la cooperación y no la competencia, y busquen una solución para todos: vacunas para todos, especialmente para los más vulnerables y necesitados en todas las regiones del planeta’.
Asimismo, pidió ‘que el Niño de Belén nos ayude, entonces, a estar disponibles, (ser) generosos y solidarios’, especialmente respecto a las personas más frágiles, los enfermos y quienes quedaron desempleados o están en serias dificultades por las consecuencias económicas de la pandemia.
En ese sentido, se refirió también a las mujeres, ‘quienes en estos meses de encierro han sufrido violencia intrafamiliar’ y advirtió que ante un desafío que no conoce fronteras, no se pueden erigir barreras.
A continuación, abogó por la paz en países del Medio Oriente, el Mediterráneo Oriental, África, Europa y Asia, como Siria, Iraq, Yemen, Libia, El Líbano y Etiopía, así como a favor de la solución pacífica de los conflictos entre israelíes y palestinos, en Nagorno-Karabaj y regiones orientales de Ucrania.
El pontífice invocó, además, ‘el Verbo Eterno del Padre’ como fuente de esperanza para el continente americano ‘particularmente afectado por el coronavirus, que exacerbó los múltiples sufrimientos que lo oprimen, agravados muchas veces por las consecuencias de la corrupción y el narcotráfico’.
En ese contexto suplicó que ‘ayude a superar las recientes tensiones sociales en Chile y ponga fin al sufrimiento del pueblo venezolano’, al tiempo que pidió a Dios protección para las poblaciones de Filipinas y Vietnam afectadas por tormentas e inundaciones, y esperanza para el pueblo rohinyá, en Myanmar. (Prensa Latina)