Por Stella Calloni *
Lo sucedido el 6 de enero en Estados Unidos es la historia de una crónica anunciada desde que el presidente Donald Trump se declaró ganador de las elecciones de noviembre, cuando faltaban millones de votos por contar.
Los primeros registros determinaban que la tendencia, en un marco muy complejo, favorecía a su oponente demócrata Joe Biden, quien terminó imponiéndose y siendo reconocido por la mayoría de gobiernos del mundo.
Aún cuando oficialmente se reconoció el triunfo de Biden después de una cantidad de amenazantes intentos de Donald Trump, incluyendo ‘resistencias armadas’ que se expresaron en diversos estados de ese país, se continuó en la misma posición, de denunciar un fraude.
Los republicanos resultaron divididos por las actitudes de los sectores fundamentalistas del hoy llamado ‘trumpismo’.
Lo que el 6 de enero hicieron los grupos de choque de la ultraderecha o el ‘fascismo’ estadounidense, de tomarse el Capitolio para impedir que el Senado quedara como corresponde en estas circunstancias, con mayoría demócrata, fue un intento de golpe de Estado, una ‘insurrección’ sin anestesia y con evidente apoyo de fuerzas policiales y sectores de seguridad.
Aun retirándose del lugar, lo cual también pudo proponerse Trump y especialmente los asesores que lo rodean, más proclives al terrorismo que a la paz o el respeto a la voluntad popular, es imponer un mensaje simbolizado en la aparición de francotiradores armados en el Capitolio, hace tiempo preparándose alentados por el discurso fascista primitivo del presidente saliente.
Nada será lo mismo después de estos episodios y hasta el 20 de enero, día en que Trump tiene que entregar el gobierno, habrá zozobra tanto en EE.UU. como en el mundo. Si pudieron ingresar al Capitolio, abiertamente, dejando heridos y lesionados sin que nadie hiciera nada, ¿qué no podrán inventar en los días venideros?
¿Acaso no llamaba el ‘cubanoamericano’ Marcos Rubio, representante republicano por La Florida, su asesor preferido para nuestra región, a la policía a defender a los atacantes del Capitolio y a la lucha contra el fraude de Biden?
Rubio y el grupo que lo acompaña han actuado contra todos nuestros gobiernos populares, además de proteger el terrorismo contra Cuba en forma permanente y acompañó personalmente al fantasmal ‘presidente’ de Venezuela Juan Guaidó en el intento de penetrar por Cúcuta, Colombia, a Venezuela en otra de sus tentativas de golpe contra ese país o de invasión armando un bullicioso escenario para supuestamente llevar ‘ayuda humanitaria’ al ‘pueblo venezolano’.
Lo que traían eran armas, fuego, golpismo y violencia en un remedo burdo del famoso caballo de madera de Troya.
Además de todos los indultos adelantados para los funcionarios dispuestos por Trump, los de los agentes del orden responsables de crímenes racistas, incluso filmados en los últimos tiempos. Esto fue un mensaje a los policías en sus sectores declaradamente fascistas.
Lo cierto es que nada será igual y comienza un momento muy complejo en el marco de una fuerte decadencia del imperio cuyo poderío se va debilitando en el mundo. La tragedia de la pandemia y sus consecuencias y la aparición descarnada de un fascismo residual muy activo en ese país dará qué hablar prontamente.
FALSAS DEMOCRACIAS
De hecho todo lo sucedido pone en evidencia la falsedad del sistema supuestamente ‘ejemplo de la democracia’, cuando la decisión popular naufraga en los cenáculos de los electores que transformaron en una farsa las elecciones de Estados Unidos. Sin tomar posición en favor de nadie podemos recordar que Hillary Clinton tuvo tres millones de votos más que Trump, y este es quien quedó en el gobierno.
En este caso Biden superó a Trump por siete millones de votos, pero además en el voto de los electores aún en los Estados más difíciles.
Hay algo más que advertir. A partir de los sucesos que se dieron con las grandes manifestaciones de los sectores más castigados como es la población afroamericana, latina y una cantidad de jóvenes blancos que transformaron la protesta por la muerte de un ciudadano negro a manos de la policía -tortura y ejecución pública, crimen al cual asistió horrorizado el mundo, cuando un uniformado le colocó la rodilla en el cuello hasta asfixiarlo- en movimientos similares a los producidos contra la guerra de Estados Unidos en Vietnam.
Recordar que las protestas en los años 70 contra la guerra de Vietnam, al conocer los horrores cometidos por el ejército norteamericano en ese país asiático, significaron la enorme derrota moral de Washington, añadida a la derrota militar a manos de la heroica lucha de resistencia del pueblo vietnamita, no se habían visto tantas movilizaciones como en 2020 contra el racismo bajo el gobierno de Trump.
Trump convirtió a Estados Unidos en una virtual ‘república bananera’ desde el momento en que perdió las elecciones argumentando un fraude electoral, en una evidente estrategia de ‘campaña sucia’ bajo asesoría de los grupos ultraderechistas, fundamentalistas y mafiosos que lo rodean.
‘Estrategia’ que utilizó en varias elecciones en América Latina, donde la propaganda de EE.UU. anunció fraude para plantear dudas, anticipándose a los resultados en apoyo de sus ‘favoritos’ como sucedió en Bolivia en octubre de 2019, cuando Washington, la Organización de Estados Americanos, la cadena de medios de comunicación controlados y financiados por el poder hegemónico acusaron al presidente Evo Morales de preparar comicios fraudulentos.
En realidad el fraude lo preparaban ellos con sus asociados locales, la ultraderecha fascista boliviana, y con la participación abierta y definida del secretario general de la OEA, Luis Almagro, encabezando el golpe de Estado. La respuesta del pueblo boliviano en 2020 significó otra enorme derrota moral para el imperio.
¿Qué hará el pueblo de Estados Unidos y sus mejores dirigencias ahora que aquellas guerras terroristas aplicadas en forma permanente llegaron a su Capitolio dejando al desnudo la falsedad democrática en la cual está viviendo su país, tragedia mostrada en toda su intensidad con las consecuencias de la pandemia, ignorada por Trump?
Nadie puede ignorar que en el Estados Unidos de hoy hay paramilitares armados, como se vieron actuando junto a policías en las manifestaciones antirraciales. Queda un país dividido, donde hay peligros de atentados de falsas banderas, para lo cual están bien preparadas sus fuerzas especiales.
Las banderas de los confederados entre los que desalojaron al Senado. Es otro mensaje. Debemos analizar todos los detalles, que el árbol no tape al bosque.
arb/sc/cvl
*Prestigiosa escritora, periodista y analista internacional argentina. Premio Latinoamericano de Periodismo ‘José Martí’ (1986).