Por el control total del poder

Sin duda, las elecciones del próximo 28 de febrero son el centro de atención en el inicio de este año nuevo. Y con razón. Las elecciones legislativas son la arteria aorta del sistema político salvadoreño en la medida que la Asamblea Legislativa decide quienes están al frente de las instituciones de control al ejercicio del poder. Pero esto sucede cada cuatro años. Lo que hace particularmente importantes los próximos comicios es que en ellos, por los evidentes signos que provienen del Ejecutivo, también pueden estar en juego la forma de gobierno y lo andado en el camino de la democracia. Además, las próximas elecciones presentan una gran novedad. Por primera vez en la historia electoral del país debuta un partido que ya es el partido de gobierno. Legalmente, el partido oficial es GANA, pero realmente el partido del presidente Bukele es Nuevas Ideas. El instituto que aglutina a los seguidores y patrocinados del expresidente Tony Saca, y que son incondicionales de Bukele, puede hasta llegar a ser irrelevante para los objetivos del presidente en la futura aritmética legislativa.

Todo lo que hagan y digan, tanto el gobierno como los partidos políticos, hay que analizarlo con lentes electorales. Incluso los alarmantes números de los casos de covid-19 serán materia prima de la campaña política. No debería extrañar que, sin reparos, el gobierno siga manipulando el terror que produce la pandemia para sus fines electorales y para seguir disponiendo de fondos a su antojo sin rendir cuentas a nadie. Lo que se ve en el inicio legal de la contienda es una profundización de lo que ya se ha visto en los meses precedentes. La campaña del Gobierno será arrolladora y sucia hasta el cinismo más extremo.

Descaradamente todo el aparato estatal está al servicio de la campaña electoral de Nuevas Ideas, incluidos empleados y recursos públicos. Nada que extrañar de administraciones anteriores. Por su parte, los partidos de oposición, especialmente Arena y FMLN, siguen anonadados sin saber exactamente qué hacer y qué proponer. La situación los ha llevado a ser solo reactivos a las medidas implementadas por el Ejecutivo que, hay que decirlo, rozan la ilegalidad y derrochan desprecio a la institucionalidad y al Estado de Derecho con demasiada frecuencia. Sin embargo, a la población poco le dice la defensa de la institucionalidad y de la democracia cuando el hambre apremia y cuando tiene la ilusoria expectativa en que el actual gobierno solucionará los grandes problemas que nunca fueron resueltos por los gobiernos de la posguerra.

En este contexto, pareciera que el estómago y los afectos son más determinantes que la cabeza a la hora de ejercer el voto. Además, el Ejecutivo se ha encargado de perjudicar directamente a los dos partidos tradicionales que gobiernan la mayoría de las municipalidades del país. Por pura estrategia electorera, durante ocho meses les ha negado el FODES a las municipalidades y también la deuda política a los partidos con la que, en teoría, deben hacer su campaña electoral. Ni el FODES ni la deuda política serán entregados por el gobierno porque desde Casa Presidencial hay convencimiento que esto se traducirá en perjuicio electoral para los actuales ediles y en beneficios -votos- para los candidatos del partido del Presidente.

Esta es la estrategia de Bukele para lograr el mismo objetivo que perseguía el 9 de febrero de 2020: tener el control total del poder. De hecho la campaña lo dice sin tapujos: “Vota por la N de Nayib”. Debajo de las aguas superficiales de la campaña el país se puede estar acercando a dejar todos los poderes del país en manos de una persona. Eso, desde la Ciencia Política, se llama autocracia o dictadura En ella la ley es la palabra del gobernante y no tiene que rendirle cuentas a nadie porque la impunidad la tendrá garantizada al controlar todos los poderes del Estado. A nivel económico, en realidad el país está asistiendo al intento de otro grupo de poder económico, representado por el presidente, de alcanzar la hegemonía en la toma de decisiones sobre el país. La lucha de fondo de Bukele y su grupo es por desplazar a una cúpula económica que se ha servido del poder. Ahora les toca a ellos. El poder total que busca el presidente no solo se refiere solo al poder político en sí, sino como medio para lograr el control del poder de la economía, la legal y la subterránea. Y aunque la experticia en la estrategia mediática venda el objetivo de Bukele disfrazado de beneficio para toda la gente, en el fondo estamos ante lo mismo de siempre. De nuevo el país está a punto de someterse a otro proyecto de cúpulas. Todo parece indicar que la mayor parte de la población se dará cuenta de estas intenciones ocultas, hasta que sufra en carne propia las consecuencias, cuando se dé cuenta que los alimentos y las dádivas serán el precio de una deuda existencial de larga duración.

* Artículo publicado en el boletín Proceso N.° 27.

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