Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*
El golpe suave es una modalidad intervencionista que busca la remoción del gobierno legítimo mediante una serie de medidas que van desde la desinformación, la promoción del descontento y la conflictividad sociales, desabastecimiento intencionado, manejo mediático sin sustento de casos de corrupción, etcétera.
Esta campaña busca como objetivo primario la remoción de la institucionalidad legítima, pero de manera alternativa también y con el ánimo de erosionar a la institucionalidad la generación de un gobierno paralelo e ilegal.
Por supuesto el sustento de este mamotreto es la “comunidad internacional”, es decir los estados que se beneficiarán del saqueo de los recursos naturales resultante conque la administración títere pagará su apoyo (Recordemos como Trump legitima descarnadamente el intervencionismo en Venezuela asegurando que las reservas de crudo de esta le pertenecen a los EU).
Ejemplos descarnados de esta modalidad es la intervención adelantada en Venezuela, donde con propósito de hacerse con los recursos naturales del país removiendo a la legitima institucionalidad, este ha sido objeto del aislacionismo mediante el bloqueo, denegándole recursos fundamentales no producidos por el estado venezolano, así como el congelamiento de sus bienes en el extranjero que también les son negados, provocando así un incremento desmesurado de la pobreza por la pérdida de empleos, como de la criminalidad por las carencias derivadas, en la procura de inestabilidad y malestar social que busque mediante un alzamiento de la población, la remoción del legítimo gobierno de aquella nación.
En este sentido las pérdidas humanas y patrimoniales son un “efecto colateral aceptable”, de acuerdo al manual de Gene Sharp, quién deposita en este osario la justificación de los asesinatos que las llamadas “guarimbas” provocaran en Venezuela, o para el caso y en otra latitud, el saqueo del patrimonio cultural de la humanidad que Iraq resguardo siempre, y que la intervención de EU sustrajo [hasta un 75% de bienes culturales de acuerdo a la ONU/UNESCO].
Estos crudos ejemplos nos colocan en la vía para comprender como el ataque narrativo de Trump a la institucionalidad, impide a buena parte de la población estadounidense distinguir lo legítimo, facilitando la intrusión de la violencia – en el asalto al Capitolio – generándose así los espacios para su gobierno alterno, pero ilegal, legitimado por la gente en la calle, que lo apoya.
El asalto en cuestión fue posible gracias a la participación de algunos de los miembros de la seguridad capitolina, constatado en las primeras actas de la investigación que el FBI adelanta, y que constituye evidencia concluyente de la ruptura institucional que sufre ya los EU.
Ello ha provocado que la GN inicie planes de contingencia anti insurgentes durante la toma de Biden, la semana venidera, ante la posibilidad de violencia civil que el actual escenario plantea.
Es decir, las condiciones están dadas en el proyecto de continuidad que Trump conserva, en el cual desconoce la institucionalidad – es decir, no es relevante el resultado del impeachment que se le sigue – validando solo el propio proyecto.
No es difícil comprenderlo, pues acá padecemos lo mismo, y los riesgos consecuentes.
*Educador salvadoreño