Joe Biden tiene la posibilidad de mejorar las cosas. El diálogo honesto, civilizado y respetuoso, salvando las diferencias, beneficiaría a todas las partes. Esperemos que prime esa posición, sobre la soberbia y los intereses espurios de grupos poderosos con una visión política retrógrada.
Desde el pasado 8 de enero, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, había completado las nominaciones para su gabinete. Se trata de un equipo diverso e integrado por personas de experiencia en la política estadounidense.
La nueva administración tendrá grandes retos que enfrentar, uno de los primeros será establecer una estrategia nacional de enfrentamiento a la COVID-19, tarea bien difícil ante el caos heredado del gobierno saliente y el mal estado de las estructuras de salud, un sistema que, por su propia naturaleza excluyente, hace difícil el combate exitoso a la pandemia.
Es el país más afectado por la pandemia hasta el momento, con más de 23 millones de contagios y casi 400 000 muertes. La población latina y afrodescendiente ha sido la más golpeada por la enfermedad y por la crisis económica. Para hacer frente a la situación, Biden propone la distribución equitativa de tratamientos y vacunas.
Desempleo, desalojo, economía en crisis, baja general del nivel de vida de la población, racismo, discurso de odio, fracturas internas graves, descontento generalizado, violencia, aumento de la delincuencia, son apenas algunos de los elementos principales que deberán estar en la agenda del Gobierno.
El nuevo mandatario planea impulsar un grupo de acciones ejecutivas, entre ellas un proyecto de ley para regularizar el estado migratorio de cerca de 11 millones de indocumentados, decretos para revertir los vetos de viaje hacia países de mayoría musulmana.
Las anunciadas acciones marcan un fuerte contraste con las políticas del mandatario saliente, Donald Trump, según un memorando publicado por el jefe de gabinete de Biden, Ron Klain.
Ron Klain afirmó el sábado que Biden enviará un proyecto de ley sobre inmigración «en su primer día en el cargo», que incluye una vía hacia conseguir la ciudadanía para 11 millones de personas que actualmente se encuentran indocumentadas.
Estados Unidos deberá enfrentar las sombras que materializó el «trumpismo», que puede ser considerado como una fuerza política emergida en estos cuatro años y alineada a la extrema derecha del Partido Republicano.
El sociólogo y politólogo, Atilio Borón, la definió como «la consolidación de una derecha populista radical y dura, que se funde con el supremacismo blanco, proveniente de los sectores del sur del país»
Cualquier análisis del país norteño debe tener presente que quienes manejan realmente los hilos de la política interna y externa no son los líderes de los partidos Demócrata o Repúblicano, sino lo que algunos politólogos estadounidenses denominan el «deep state» (Estado profundo), lo que Atlio Borón define como «una constelación de grupos de intereses, de lobbies, grandes empresas, Wall Street, todos coludidos en una suerte de puerta giratoria donde las personas pasan del Estado a empresas privadas y de estas al Estado».
Desafíos de la era Biden
En estos cuatro años de la era Trump, EE. UU. erosionó la relación con sus aliados tradicionales, como la Unión Europea y salió de importantes organizaciones y acuerdos multilaterales, como la OMS y el tratado de París. Además, tiene duros desafíos que solucionar, como volver al acuerdo nuclear con Irán.
En el orden del día de la administración Biden estará, sin duda, la relación con China y Rusia, que no deberá centrarse en la fuerza, aunque la presencia de halcones con una posición tradicionalmente confrontacional con esos países, no augura grandes avances en ese terreno. En el foco de atención aparecen Irán, Iraq, Afganistán y Siria. No hay que olvidar que Biden acompañó, con su voto en el Senado, las invasiones a Irak y Afganistán, y, además, como vicepresidente, avaló las operaciones militares en Libia y Siria.
Latinoamérica en los planes de Washington
Biden deberá responder en los primeros cien días a una pregunta con relación a América Latina, sobre todo con Cuba y Venezuela: ¿Garrote o zanahoria?, aunque la Doctrina Monroe seguirá marcando las líneas esenciales de la política imperial hacia el continente.
El nuevo inquilino de la Casa Blanca ve la «relación con la región latinoamericana como algo esencial para Estados Unidos», según dice un informe publicado en Latin America Business Stories (LABS).
Joe Biden ha prometido revertir las sanciones impuestas a Cuba por su antecesor, Donald Trump. El hoy mandatario estadounidense aseguró que, en caso de ser elegido presidente, daría marcha atrás a las políticas del presidente Donald Trump hacia Cuba y acercaría las relaciones con el país caribeño.
«Estoy tratando de dar marcha atrás a las políticas fallidas de Trump que han causado daño en los cubanos y sus familias. No ha hecho nada para promover la democracia y los derechos humanos», expuso Biden en entrevista concedida a NBC 6.
Un verdadero cambio de posición pasaría por el cese del financiamiento gubernamental a la subversión contra Cuba, avanzar en el camino del fin del bloqueo económico, comercial y financiero, y la retirada de la Base Naval en Guantánamo.
Con relación a Venezuela, es evidente la necesidad de finiquitar las agresiones, las medidas coercitivas unilaterales, cesar el robo de los recursos del país en el exterior y recurrir al diálogo solicitado por el gobierno venezolano. Biden criticó la estrategia seguida por la Casa Blanca hacia Venezuela, calificándola de un «fracaso abyecto».
La nueva alianza capitalista
Con relación a sus aliados europeos, el gobierno que se instala en Washington debe cerrar las brechas que abrió el «trumpismo», sobre todo en el tema relacionado con el gaseoducto Nord Stream 2 y el asunto espinoso de los recursos y el financiamiento de la OTAN, aunque la posición anunciada por los asesores de Biden, hasta ahora, no es alentadora respecto a la construcción del gaseoducto.
Alemania está haciendo un llamado a la nueva administración con el objetivo de crear un frente común para defender a la «democracia liberal» de los peligros de la «extensión del totalitarismo», una especie de nuevo «Plan Marshall» que busca rescatar y fortalecer el capitalismo.
Joe Biden tiene la posibilidad de mejorar las cosas. El diálogo honesto, civilizado y respetuoso, salvando las diferencias, beneficiaría a todas las partes. Esperemos que prime esa posición, sobre la soberbia y los intereses espurios de grupos poderosos con una visión política retrógrada, alejada de la realidad de un mundo que aspira y necesita un cambio.
GOBIERNO DE BIDEN
Joe Biden, presidente
Vicepresidente (2009-2017). Fue senador por Delaware (1973-2009). Presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, apoyó las políticas del presidente George W. Bush.
Kamala Harris, vicepresidenta
Primera mujer en ese cargo. Fue fiscal general de California (2011-2017) y senadora por ese Estado (2017-2021). Durante su mandato abogó por la reforma del sistema de salud y la prohibición de las armas de asalto y una reforma fiscal progresiva.
Mike Donilon, asesor principal del Presidente
Abogado y consultor de campañas. Entre 2009 y 2013, se desempeñó como Consejero del Vicepresidente Joe Biden, siendo su principal asesor y consultor desde el año 1981. Además, fue asesor de la carrera de Bill Clinton por la Casa Blanca en 1992.
Jake Sullivan, asesor de Seguridad Nacional
Fue asesor de Seguridad Nacional (2013-2014). Se desempeñó como ayudante de Hillary Clinton cuando era secretaria de Estado y su principal asesor de política exterior durante su candidatura presidencial en 2016.
Ron Klain, Jefe de Gabinete
Más de 30 años en la Casa Blanca y el Capitolio. Asesor de presidentes, vicepresidentes y senadores demócratas, será la mano derecha de Biden. Se adiestró en la crisis del ébola en 2014, lo que se interpreta como un refuerzo frente al coronavirus.
Antony Blinken, Secretario de Estado
Sirvió bajo dos presidentes demócratas, miembro clave en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado; asesor de Seguridad Nacional y secretario de Estado adjunto en la segunda administración de Obama.
Alejandro Mayorkas, Secretario del Departamento de Seguridad Nacional
Cubano-americano, dirigió los Servicios de Ciudadanía e Inmigración en el mandato de Obama y fue su subsecretario de Seguridad Nacional. Tuvo un papel clave en las negociaciones con Cuba.
El general Lloyd Austin, Secretario de Defensa
General de cuatro estrellas, primer afroamericano que será jefe del Pentágono y el tercer militar de carrera que dirige el departamento. Sirvió 41 años en el Ejército, y condujo las fuerzas estadounidenses en la guerra de Irak.
Janet Yellen, Secretaria del Tesoro
De formación académica y amplia experiencia como consejera en la Casa Blanca y presidenta de la Reserva Federal. Es especialista en el mercado de trabajo y partidaria de incrementar el gasto fiscal para crear empleo.
Gina Raimondo, Secretaria de Comercio.
Empresaria y política, gobernadora de Rhode Island, es una figura ascendente en la formación como representante del sector moderado. En su haber aparece la reforma del sistema de pensiones durante su época en la Tesorería General de su Estado.
Xavier Becerra, Secretario de Salud
Abogado y economista. En 2017 fue nombrado fiscal de California, puesto en el que sucedió a la hoy vicepresidenta electa Kamala Harris.
Pete Buttigieg, Secretario de Transporte
Rival de Biden en las primarias demócratas. Deberá enfrentar los desafíos de la confluencia entre empleos, infraestructura, equidad y clima.
Deb Haaland, Secretaria de Interior
Fue congresista por Nuevo México es la primera ministra indígena de Estados Unidos. Será la máxima responsable de la gestión de los recursos naturales, incluidos los parques y los yacimientos de gas o petróleo, así como el patrimonio cultural del país.
Miguel Angel Cardona, secretario de Educación
En agosto de 2019, Cardona fue nombrado Comisionado de Educación, siendo el primer latino en ser designado para el cargo. Fue profesor adjunto de Educación en el Departamento de Liderazgo Educativo de la Universidad de Connecticut.
Martin Joseph Walsh, secretario de Trabajo
Demócrata, se desempeñó como el 54º alcalde de Boston desde 2014. Miembro de la Cámara de Representantes de Massachusetts (1997-2014). Fue presidente del Comité de Ética y copresidente del Caucus Laborista del Partido Demócrata de Massachusetts.
Tom Vilsack, secretario de Agricultura
Exgobernador de Iowa, fue secretario de Agricultura durante el gobierno de Barack Obama desde el año 2009 hasta 2017.
Jennifer Granholm
Secretaria de Energía. Gobernadora de Michigan entre 2003 y 2011. Fue la primera mujer en ocupar un cargo en ese Estado. También fue Fiscal General en Michigan.
Merrick Garland, Fiscal general
Magistrado moderado con larga experiencia en Washington. Obama lo nominó para ocupar la vacante del fallecido Antonin Scalia como juez del Tribunal Supremo, lo que fue bloqueado por los republicanos por la cercanía de las elecciones de 2016.
Avril Haines, directora de Inteligencia Nacional
Primera mujer subdirectora de la CIA (2013-2015). Asesora de Seguridad Nacional en 2015. Sería la primera mujer en dirigir el área de inteligencia de los Estados Unidos.
FUENTE: GRANMA