Por: Francisco Parada Walsh*
Nuevamente el personal de salud está de luto, dos colegas se nos adelantaron y atrás quedaron las majestuosas despedidas, ahora, todo queda relegado a una publicación en las redes sociales y nada más. Quizá vivimos demasiado preocupados por nosotros, por morir en afanes, en prisas y en reuniones y eso demuestra que la mayoría de salvadoreños apenas se dan cuenta de la tragedia que azota al personal de salud.
En cuestión de una semana dos colegas disfrazados de ángeles volaron al cielo y tristemente no nos percatamos de lo que significa para una sociedad perder a dos profesionales de la salud, apenas vislumbramos el ahora y mucho menos nos percatamos o realmente magnificamos ese vacío que quedará en las familias, en los pacientes y en la patria. Mis condolencias para la familia del hermano Dr. Juan Antonio Bustillo Mendoza, cirujano de gran trayectoria y para el hermano Dr. Edgar Erazo Flamenco, neonatólogo, forjador de generaciones de médicos y un ser humano maravilloso. Una sociedad que pasa la página y no entiende lo que significa perder a dos profesionales que juntos suman casi treinta años de estudio no la tiene fácil.
Cuando la pandemia empezó me maravillé cuando miraba videos de las despedidas que se les daba a todo el personal de salud que perdía la batalla pero olvidaba que estaba en El Salvador de los Indolentes, poco a poco las aguas vuelven a su nivel y dejamos de ser aquella sociedad empática para volvernos lo que somos: Un rebaño perdido donde cada quien libra su pellejo y le es tan difícil ponerse en los zapatos del otro. Recientemente un amigo colega me decía que aun, el mismo gremio médico ya poco hace por enaltecer a los suyos, ya es cosa del pasado.
Eso es triste y describe a una sociedad degradada a más no poder, El Salvador ha perdido a más de sesenta médicos y poco importa, no queremos dolores ni pérdidas de tiempo, todo debe seguir. En su publicación del viernes 22 de enero del presente El Diario de Hoy señala en su portada lo siguiente: “Mueren entre 15 y 20 al día en Hospital El Salvador”, apenas se refiere a un centro de atención y eso demuestra la grave situación sanitaria por la que atraviesa el país y por qué no decirlo y quizá es lo peor, la grave situación de empatía y de respeto para cada persona que fallece. La vida es cualitativa y no cuantitativa y no se vale decir que todo va bien si ha fallecido un menor número de pacientes ¡Todos tienen familias, todos tienen dolor! Sin embargo importa más la foto con el responsable de las muertes que ver más allá y entender que toda la cuarentena ¡fue una farsa! Lograron saquear el país en el nombre del bienestar de la población, una vez obtenido el botín a nadie le importa el bienestar del personal de salud, a nadie.
Que El Salvador haya perdido a tanto personal de salud y que lo siga perdiendo solo dice que no hay nada que hacer, perder casi mil años de preparación y de arduo estudio sumando lo realizado por cada colega y que ese hueco enorme que quedará en la sociedad y en la historia de la medicina salvadoreña nadie podrá llenarlo ni ocupar sus lugares. Aterra lo que vivimos y El Colegio Médico apenas publica un tan sentido pésame a solo los colegas que son socios, los que no somos socios de ese ente social quedaremos relegados al olvido eterno, por lo tanto debe esta institución dedicarse a lo que más sabe que es servir tragos de medio pelo. La muerte del personal de salud no es política, la muerte duele y como tal debería una sociedad llorar y sentir la partida de su mejor gente y respetar, ser empáticos con el dolor de sus familias.
Tristemente es pedir mucho, vivimos para el ayer donde importa más las elecciones venideras que la vida del personal de salud. Ese es El Salvador de los Indolentes, no entender la gravedad que vivimos y que no nos importe solo sirve para entender que no somos sociedad, somos una manada de personas donde perdimos todo lo bueno que el hombre tiene y crea en una mente sana.
*Médico salvadoreño