La violencia genera violencia. Una verdad histórica

Por: Mauricio Mejía*

El domingo 9 de febrero de 2020, ya se registra en la historia política de El Salvador, como la fecha en la que el presidente Nayib Bukele, cometió uno de los mayores actos de vulneración a los principios de la democracia republicana, al tomar por asalto y militarizar la sede del Órgano Legislativo.

El operativo militar, acompañado de una convocatoria popular que no tuvo la masiva asistencia esperada, ha sido calificado por la comunidad nacional e internacional, como un golpe de Estado fallido, el cual por la debilidad institucional de nuestra democracia, aún permanece en la impunidad, en parte por la genuflexa postura del mismo órgano legislativo y particularmente, por la inoperancia, negligencia o complicidad del Fiscal General, al negarse a judicializar los delitos cometidos por el mandatario y los jefes militares y policiales que le acompañaron en el asalto legislativo.

En alguna medida la pandemia del COVID 19, desvió la atención sobre este acto golpista; pero generó condiciones para que la naturaleza dictatorial del mandatario se pusiera de manifiesto, con actitudes confrontativas no sólo en la cultivación de un discurso de odio, sino también en la inducción premeditada de una polarización contra los fundamentos de una convivencia pacífica atacando a todas las instituciones del Estado, negándose a cumplir con los controles elementales, como la rendición de cuentas, que una gestión pública honesta y transparente debe cumplir.

El gobierno hace alarde que la reducción de homicidios es producto del control territorial; sin embargo, existen indicios documentados por publicaciones del periódico digital el Faro.net que esta reducción es producto de un pacto con las pandillas, las cuales actúan con total impunidad cuando así se lo proponen y un ejemplo es el ataque armado contra una ambulancia de Médicos sin Fronteras efectuado la madrugada del domingo 31 de enero de 2021.

Ese mismo día, personal policial y de seguridad del Ministro de Salud, atacó con armas de fuego una caravana de militantes del FMLN, asesinando a dos veteranos, lo cual obviamente es producto del animus de prepotencia y odio que el presidente promueve entre sus fanáticos.

Frente a estos actos de violencia, por segunda vez, congresistas de los Estados Unidos, llaman la atención de Bukele, en esta ocasión los demócratas Norma Torres y Albio Sires, le piden no fomentar divisiones «como hizo el expresidente Trump» y a cambio es mejor que utilice su influencia para expresar mensajes de paz y unidad.

En nuestro horizonte vemos que difícilmente el presidente Bukele atenderá este tipo de llamados, en tanto su envalentonamiento político que lo hace creer que es el nuevo mesías, sólo podrá corregirse con una correlación que equilibre su fuerza y que el sienta por experiencia propia que la violencia genera violencia.

 

*Comentario 106.9 FM radio

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