En la historia reciente de El Salvador, este pueblo no ha llegado con tanta claridad a un dilema salvífico como el actual: o te salvas o te pierdes, o democracia o dictadura. Si alguien se queda en casa y no vota este domingo está optando por la dictadura.
Por: Miguel A. Saavedra
El país está a las puertas de un nuevo evento electoral, pero no son elecciones cualquieras, en ellas se juega el destino de este indómito pueblo. Las fichas están tiradas, las elecciones de los concejos municipales, diputados para la Asamblea Legislativa y el Parlamento centroamericano, están ya a la vuelta de la esquina el próximo domingo 28 de febrero.
Podríamos decir que casi todo está listo, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) está haciendo lo que le corresponde, ya se repartieron los paquetes electorales, la Fiscalía General de la República (FGR) ya tiene listo a centenares de fiscales electorales, la Policía Nacional Civil (PNC) ya anunció los operativos que desarrollarán durante los comicios, los demás funcionarios del Ministerio de Educación, los directores de escuelas listos para ir a abrir las escuelas que serán centros de votación, los medios de comunicación ya prepararon sus coberturas, los equipos de campaña de los partidos están al máximo.
La logística para la fiesta electoral está montada, pero falta que los electores vayan a votar el domingo por el partido o candidato de su predilección.
Ha llegado el momento de discernir y razonar a quien le daremos nuestro voto, estamos ante dos proyectos bien definidos: ¿Democracia o Dictadura? esto es lo que está en juego el domingo y no es cualquier juego, si usted opta por la dictadura sepa lo que viene, tendremos persecución, represión, el cierre de espacios de libertades de expresión que se oponen a la dictadura, pobreza, crisis económica, corrupción, hambruna, a nivel económico el país entrará en un colapso, por la forma en como la mentira está manejando los hilos y está gobernando.
El discurso de odio, el uso de noticias falsas, la manipulación mediática, el racismo, el machismo, la misoginia, los insultos y el desprecio hacia los adversarios emponzoñan la convivencia social hasta llevar a la violencia y a la ruptura de la legalidad. El Salvador es un país que a lo largo de su historia ha sido marcado a fuego por las dictaduras. De diferentes tipos, sí, pero dictaduras al fin. El imaginario colectivo recuerda con miedo, tristeza y quién sabe con cuántos más sentimientos que no se pueden poner en palabras, los años que inundaron de oscuridad nuestro país.
Hoy en día observamos una notoria ambivalencia al tratar de calificar, desde algunos sectores, de manera discrecional, como dictaduras o no a algunos gobiernos, según estén más o menos de acuerdo con su posición política circunstancial. Será conveniencia, el afán de ir tras lo políticamente correcto o simple retórica vacía, pero la falta de claridad que denota en los diferentes actores de la política este tema, es letal para la democracia.
Las bases de la democracia se enmarcan en tres palabras consagradas como lema revolucionario hace ya casi 250 años: libertad, igualdad y fraternidad. En El Salvador, para avanzar en democracia, es fundamental realizar un examen colectivo sobre el funcionamiento de los valores que subyacen a esas tres palabras.
La democracia tiene muchos defectos, pero se construye en colectivo, no lo construye un grupo o un grupúsculo, la democracia se construye con ciudadanía, en donde se supone que se le va a dar espacio de participación a los diferentes sectores, no para una élite o un grupo familiar, construir democracia es participación ciudadana, evidentemente hay que perfeccionarla, hay que mejorarla.
En esa construcción por la democracia en la que se ha venido caminando y avanzando poco a poco, porque da estabilidad a los pueblos y sensación de que por esa vía se pueden resolver los problemas.
Hay que pensar lo que lograremos con ese voto para apoyar al candidato de su predilección, si vota por la Democracia usted estará marcando para bien el destino de este país y por supuesto el suyo, el de su familia y el de su entorno.
Cuando se plantea de esta forma ¿democracia o dictadura? Es una metodología sencilla para decir que tiene en sus manos la posibilidad de construir un mejor país, o tirarlo al despeñadero, eso es básicamente lo que está en juego y es muy profundo porque muchos pueblos se han equivocado, fueron dormidos y engañados.
Echar marcha atrás es muy difícil, porque construir una dictadura es fácil, lo difícil es salir de ella, eso es lo complicado.
Podríamos hablar de las bondades de la dictadura lo que te dicen, de cómo te engañan, el problema es que mezclan cosas, mezclan ideas, mezclan formas, pero lo fundamental es plantearse con una pregunta y no se trata de un color u otro ¿usted votará por la democracia o por la dictadura? Pero no se tienen que quedar en casa como espectador.
A todos los ciudadanos de El Salvador nos han llevado a un punto tal que este próximo domingo es el punto de inflexión, o nos salvamos o nos hundimos. Así de sencillo, pero no se puede quedar nadie de espectador. Eso sería catastrófico.
Si el actual proyecto de El Ejecutivo obtiene los 56 diputados o más que conforman la mayoría calificada, estaremos ante la consolidación del poder absoluto en un clan familiar y la instauración de un régimen dictatorial, con graves consecuencias para la ciudadanía y de enormes proporciones, que a veces a estas aturas cuesta imaginarlo. Si la votación llega a la mayoría simple sumando votos de sus aliados, el régimen obtendrá una victoria pírrica y la implementación de su agenda excluyente no se impondrá tan fácilmente. Si en la votación incluso sumando sus aliados el partido de gobierno no logra los 43 diputados será una derrota categórica y una victoria para la ciudadanía.
En la historia reciente de El Salvador, este pueblo no ha llegado con tanta claridad a un dilema salvífico como el actual: o te salvas o te pierdes, o democracia o dictadura. Si alguien se queda en casa y no vota está optando por la dictadura.