El negocio

Por David Brooks

Al marcarse el primer aniversario oficial de la pandemia en Estados Unidos más de medio millón de personas han perecido por el virus, millones se quedaron desempleados, otros millones más perdieron sus hogares, sus comercios y sus ahorros, se incrementó el hambre, sobre todo entre niños, lo anterior mientras la riqueza combinada de los 664 estadunidenses más ricos se incrementó en 44 por ciento. La noticia más básica para entender la coyuntura en Estados Unidos es ésta: los ultra ricos se hicieron más ricos mientras las mayorías pasaron el año más difícil y trágico en décadas.

Durante la peor pandemia en un siglo en Estados Unidos y tal vez la peor crisis económica desde la Gran Depresión, los 664 multimillonarios (aquellos con fortunas mayores a mil millones) del país gozaron un incremento de 1.3 billones de dólares en sus fortunas combinadas en los últimos 12 meses para acumular un total 4.3 billones de dólares, según los análisis del proyecto inequality.org del Institute for Policy Studies.

Para los dueños de empresas privadas de salud –farmacéuticas hospitales, biotecnología, etcétera– la pandemia ha sido un negociazo. Las fortunas de 27 de los multimillonarios estadunidenses provienen de ese sector, y uno de ellos, la familia Thomas Frist, los accionistas más grandes de la cadena de hospitales HCA, vieron su fortuna personal duplicarse de 7.5 mil millones de dólares a 15.6 mil millones de dólares entre marzo del año pasado y ahora.

Nueve multimillonarios en el sector tecnológico ganaron más de 360 mil millones de dólares durante la pandemia, reporta el Washington Post. “En mi opinión, no podemos tolerar más que multimillonarios como Jeff Bezos, Mark Zuckerberg y Elon Musk se vuelvan obscenamente ricos en momentos de dolor y sufrimiento económico sin precedente”, comentó el senador Bernie Sanders al Post.

La familia Walton, dueños de Wal-Mart, es la más rica del país con una fortuna combinada de mas de 200 mil millones de dólares –incluyendo 50 mil millones de dólares que ganaron durante la pandemia– equivalente a la riqueza combinada de 40 por ciento de la población más pobre del país. Más de la mitad de sus trabajadores han reportado que sus familias han batallado con el hambre, pero la empresa rechaza elevar el salario mínimo de sus trabajadores.

No están solos: un intento este mes en el Senado para aprobar un incremento del salario mínimo federal de 7.25/hora a 15 dólares, lo cual beneficiaría a más de 32 millones de trabajadores, fracasó con ocho demócratas sumándose a 50 republicanos para derrotar la iniciativa. Casi dos tercios de los senadores (incluyendo los demócratas que votaron en contra de esta iniciativa) son millonarios, según el Center for Responsive Politics.

El sistema ha funcionado perfectamente bien, para los más ricos. Más aún, tanto en la actual crisis económica como la anterior (las dos están relacionadas) en 2008 cuando la avaricia sistémica ha llevado al sistema al borde del colapso, el gobierno ha intervenido para subsidiar y rescatar a empresas emborrachadas de poder en lo que algunos han llamado “socialismo para los ricos, capitalismo salvaje para los demás”.

Ahora es revelador que la clase empresarial –con algunas excepciones– no se opuso al masivo paquete de 1.9 billones de dólares para el rescate económico promulgado por Joe Biden la semana pasada. Algunos ricos entienden que no hay negocio cuando los consumidores no tienen con qué comprar o pagar sus cuentas. El programa federal de rescate económico es calificado como uno de los mayores de la historia moderna de Estados Unidos, pero su valor total es sólo poco más que el incremento en la riqueza de los 664 multimillonarios en el último año.

Sin embargo, como señalan por separado los intelectuales liberales Joseph Stiglitz y Robert Reich, este nuevo paquete por primera vez en décadas reconoce que el gobierno tiene una responsabilidad con el bienestar social básico de las mayorías y podría marcar el fin de la era neoliberal introducida por Ronald Reagan en 1980. Tal vez, pero por ahora esta tragedia para millones sigue siendo un gran negocio para unos cuantos.

Fuente: La Jornada

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