Por: Rosa M. Cubela.
El cuerpo tiende a almacenar el exceso de alimento. La mayoría del tejido adiposo se localiza bajo la piel y el resto alrededor de las vísceras. Los alimentos nos proporcionan energía, que consumimos en hacer funcionar nuestro organismo, en el mantenimiento de la temperatura corporal y en las actividades cotidianas de la vida, como son andar, reír, hablar y trabajar.
No engordamos siempre igual de rápido; durante la menopausia, por ejemplo, las mujeres gastan menos energía, por lo que tienen tendencia a engordar unos cuatro kilos. Si quieren evitarlo, no queda otra opción que realizar ejercicio a diario, como dar un paseo largo.
Una persona obesa suele tener la presión sanguínea alta y estrechamiento de las arterias, lo que hace que el corazón tenga que bombear con más fuerza. El tejido hasta el cual debe llegar la sangre es mayor que el de una persona delgada y para mover un cuerpo con sobrepeso la actividad muscular también es superior, por lo cual requiere nuevamente un mayor esfuerzo cardíaco. Esto se puede traducir en problemas cardiovasculares y arteriosclerosis.
Otra posible consecuencia de la obesidad son los problemas de piel, puesto que los pliegues son más profundos en las ingles, debajo del pecho, en el abdomen…, provocando que la piel no reciba el suficiente oxígeno y consecuentemente sea más propensa a padecer infecciones por bacterias y hongos.
Si el exceso de grasa se acumula en la zona abdominal, la respiración será más dificultosa, llenar los pulmones de aire cuesta más, dado que tiene que vencer una mayor resistencia y la respiración se hace más superficial, provocando cualquier esfuerzo pequeños ahogos. Una de las enfermedades respiratorias más frecuentes en los obesos es la bronquitis. Las hernias pueden aparecer si la grasa abdominal se acumula en los músculos.
La circulación sanguínea en las personas con sobrepeso es generalmente deficiente (por la acumulación de grasa en las extremidades), y se produce una dilatación venosa en las piernas, con la consecuente aparición de várices.
La OMS (Organización Mundial de la Salud) ha catalogado la obesidad como epidemia del siglo XXI y asegura que cada vez hay más personas con problemas de sobrepeso. Actualmente, tendemos a consumir alimentos en exceso, mientras que, por otro lado, cada vez llevamos una vida más sedentaria, gastamos en consecuencia muchas menos calorías de las que ingerimos. Evitar la gordura está en nuestras manos.
Si tenemos un problema de obesidad, no debemos actuar exclusivamente por nuestra cuenta, hay que ponerse en contacto con un especialista. Existen tres soluciones posibles:
- a) Seguir una dieta personalizada, adecuada a los hábitos y estilo de vida de la persona, sus gustos alimentarios, el estado de salud y sus necesidades energéticas diarias. El especialista calculará el gasto calórico medio del obeso y le propondrá un menú semanal, junto con tablas calóricas, para que el paciente aprenda a conocer las propiedades de cada alimento.
- b) Existen fármacos en el mercado que aumentan el gasto calórico, o ayudan a eliminar la ya existente. Es vital consultarlo antes con el médico, puesto que estos fármacos no están exentos de contraindicaciones y posibles efectos secundarios.
- c) La cirugía es la última opción y debe ser evaluada convenientemente por el médico y el cirujano.
Pero no olvide que en primera instancia, la solución de la obesidad está en sus manos.