Desaparecido´s Land

Por: Francisco Parada Walsh*

Nada de lo que sucede en esta  tierra llorona es casualidad ni fortuito, todo está tramado de tal forma que el mal supere al bien. Lo que viven miles de hogares en El Pinochini de América es una verdadera tragedia, demasiada tragedia. Dejamos de estar entre los diez  países más violentos del mundo para volver a la palestra, a ese vergonzoso podio de ser uno de los diez países donde más desapariciones se dan; sencillo, no hay cuerpo, no hay delito y enviamos un mensaje de una seguridad que solo se vive en las esferas del poder económico y del poder político; nos siguen arrancando del útero familiar a niños, jóvenes y adultos, algo indescriptible y como vivimos en esa tierra donde la indolencia ametralla la bandera salvadoreña, parece que este tema poco importa a un país entero cuando ese dolor tiene que ser asumido por todos; estamos perdiendo a la mejor gente, esos jóvenes llenos de sueños que parece que la tierra se los traga y los vomita en un cielo esquivo y quizá inexistente pues no creo que a ese dios de amor que me vendieron en mi niñez le guste que sus hijos desaparezcan para nunca volverse a ver.

¿Qué está pasando que nadie parece haber visto nada?: ¡Falso! Siempre hay alguien que sabe, que vio, que conoce cómo se está operando la violencia social en el país, no, no podemos creer que las autoridades que se rasgan las vestiduras diciendo que el Plan Control Territorial es un éxito, no sepan que tras bambalinas se descuartiza a El Salvador.

Basta cruzarse por las oficinas del Instituto de Medicina Legal para ver que no hay un espacio disponible para poner una foto del ser querido desaparecido, eso debería avergonzar a las autoridades pero no, poco importa la vida de tantos hermanos con tal de haber logrado convencer a propios y a extraños que el país es tan o más seguro que Baltimore, me ofende esa comparación, me da náuseas que vendamos una imagen falsa cual ídolos de barros cuando a nuestra gente  se le viola, se le roba, se le descuartiza, se ofrenda el corazón azul y blanco a Dios o al Diablo.

Si con la misma saña que acosan a cualquier persona que no esté de acuerdo con el régimen actual, así, fueran en busca de los asesinos, quizá las cosas fueran diferentes pero no, somos un país tan malo que solo importa conjugar el verbo yo importo y no el verbo él importa, ella importa, nosotros importamos.

Me causa profunda tristeza ver fotos de jóvenes desaparecidos que su único delito es ser salvadoreños, ¿Cómo se sentirán los padres de los desaparecidos?: No puedo imaginar, no, ese dolor es peor que una tortura pues esta tiene un fin en cambio el peregrinar en busca del ser amado es lo peor que puede sufrir una familia salvadoreña.

¿Por qué sigue migrando nuestra gente?: Por la indolencia de las autoridades, ningún padre quiere andar de la seca a la meca desenterrando osamentas, no, eso no lo merece ningún ser humano, ni el diablo mismo merece tal dolor. Experiencias de conocidos que lograron sortear el mal cuentan que un carro los intercepta, los espera, el objetivo es secuestrar a esa persona, sacar dinero con las tarjetas de crédito, deshuesar el carro y a la víctima.

¿Cómo podemos ser tan malos por el amor de Dios? ¿Cómo? No lo entiendo, no, esto supera todo el dolor que creímos haber vivido cuando las autoridades se ufanan de que el país es un paraíso, quizá un paraíso azufrado y perdido.

Tristemente algo que comenté con alguien sobre el tráfico de órganos parece que es una realidad; hace un par de años vi un documental sobre el tráfico de órganos en África y no se necesita de mucha logística sino de maldad, maldad pura para causar tanto daño y qué decir del tráfico sexual de niños, niñas, jóvenes. No cierre los ojos amigo lector, esa es una realidad y algo que cualquier familia puede sufrir, el único delito cometido: Ser salvadoreños.

*Médico salvadoreño

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