Por: Marcelo Valko*
La historia oficial nos enseña que los argentinos tenemos un origen excepcional y diferente del resto de Latinoamérica. Desde temprano en la escuela nos intentan convencer de la “excepcionalidad argentina” aquí “todos descienden de los barcos, son europeos” de ese modo lavaron y amputaron todo lo que tuviera relación con lo originario.
Producido la revolución en 1810, y simultaneo con el despliegue militar de patriota, un combate de igual trascendencia se desarrolló a nivel simbólico con el propósito de destronar los emblemas ligados a la dominación colonial y reemplazarlos por lo americano. Por ejemplo el sol de la bandera es de procedencia incaica y es el mismo que asoma en el escudo y concuerda en un todo con las estrofas del Himno alusivas a los cuzqueños sancionado por la Asamblea del 11 de mayo de 1813. Como cualquiera puede constatar la letra completa del Himno afirma: “Se conmueven del Inca las tumbas / y en sus huesos revive el ardor / lo que ve renovado a sus hijos / de la Patria el antiguo esplendor”. Estos versos no sólo imaginan la emoción del Inca ante el despertar de Argentina, sino que además nos sitúa en calidad de “hijos” recordando “el antiguo esplendor” del Tahuantinsuyo, es decir, de la nueva Patria que asoma a la historia para cobijar a todos sus descendientes. Dichas estrofas, presentan a la argentina como herederos de los incas. Tiempo después, fueron cercenadas del Himno tras un decreto del Poder Ejecutivo del 30 de marzo de 1900, siendo presidente casualmente Julio A. Roca uno de lso mayores asesinos de indios.
Consideraciones sobre el Escudo
Cuando se proclama de la Independencia se promulga en castellano, quechua, aymará y guaraní, justamente para que los originarios conocieran los objetivos y beneficios de la Revolución. En aquella oportunidad, Belgrano hizo moción para gobernarnos por medio de una monarquía atemperada perteneciente a la Cuna de los Incas. Esta adscripción de los revolucionarios al imaginario andino no es antojadiza. No olvidemos que los incas habían llegado hasta Tucumán y Santiago del Estero, donde aún subsisten hablantes de quechua, y que a su vez, el límite norte del Virreynato del Río de la Plata incluía no sólo los yacimientos de Potosí, sino también a Tiahuanaco. Estas preocupaciones por posicionarse en el contexto de las naciones desde una determinada conciencia histórica, dejó huellas perdurables en nuestros emblemas oficiales. Uno de estos vínculos intelectuales con lo andino será el sol Inca que aún flamea en la Bandera y asoma en el Escudo, en este último, en la terminación del gorro frigio los revolucionarios de Mayo añadieron un elemento que juzgamos fundamental: la borla incaica que luego sería amputada.
Las pruebas
Afortunadamente existe un escudo original pintado en madera, destinado a la escuela que sería construida con el dinero recibido por Belgrano como recompensa por sus victorias ante los realistas. Tomado de la revolución francesa que había proclamado la Libertad, Igualdad y Fraternidad, el gorro frigio condensaba aquellos ideales integrados en la nueva América. Sin embargo, a primera vista se impone una diferencia fundamental entre el gorro frigio de Belgrano y su homólogo francés. En aquel escudo que se encuentran en la actualidad en el Salón de las Banderas del Palacio de Gobierno de Jujuy, aparece en forma notoria la borla incaica como suplemento o remate del gorro frigio.
En su momento le encomendaron la creación del escudo al platero y grabador Juan de Dios Rivera. Rivera había participado de la rebelión de Túpac Amarú. Tas la derrota de 1781 y a raíz de la represión posterior, como decenas de miles de desplazados huyó de Potosí dirigiéndose a Buenos Aires. Lo que verdaderamente importa es que el gorro frigio del escudo esta americanizado. Esa borla o tulma es la misma que usan los indígenas del noroeste y del altiplano como remate de las orejeras de sus gorros. El tricornio de la revolución francesa le decía muy poco a Rivera quien decidió vestirlo de acuerdo a la cosmovisión Americana. De esa forma, el Escudo Argentino surgió ligado al ideario de Tupac Amarú. Un decreto fechado el 27 de abril de 1813 le asigna ya carácter de emblema nacional.
La puja heráldica que terminó por eliminar la borla del gorro frigio, provocaría una anarquía de diseños como puede apreciarse en numerosos frontispicios de edificaciones de fines del siglo XIX y principios del XX. El cercenamiento actual del diseño del escudo quedó establecida en 1900 por el ministro Zeballos casualmente gran coleccionista de cráneos indígenas. La amputación experimentada por el escudo para eliminar los rastros americanos no es un tema menor. Los vaivenes heráldicos que acompañaron a la eliminación de los principales revolucionarios, expresan en última instancia un modelo de país “blanco y excepcional”, que opta por enquistarse en el puerto de Buenos Aires con la mirada fija en Europa y luego en EEUU, en lugar de integrarse al continente.
Conclusión
Proponemos un retorno a las fuentes de nuestro destino Americano. Es hora de regresar al espíritu revolucionario que buscaba verdadera integración defendiendo al pueblo esquilmado y no a quienes ayer hoy se dedican al saqueo en todas las formas inimaginables. Es imprescindible que regrese la borla incaica al Escudo Nacional y dejar de persistir en el error ideológico que ausentificó la presencia de Latinoamérica. EN ESTE CASO EL DETALLE ES EL TODO. Hace unos días volví a presentar en el Congreso Nacional el Proyecto de Ley ahora con mayores fundamentos para recuperar el Escudo Nacional. Ya pasamos Mesa de Entradas. Veremos si algún diputado se anima a apoyarlo y presentarlo. Recuperar el escudo original es recuperar la patria grande, inclusiva, fraterna de raíz ancestral. Hoy, que tanta gente comienza a derribar en el mundo símbolos que representan la opresión, símbolos que nos obligan a pensar con categorías mentales opresoras, es imprescindible que Argentina recupere la borla incaica del gorro frigio de nuestro escudo como fuera diseñado por aquellos fundadores de nuestra Patria que aspiraba a ser Grande en la Patria Grande de Latinoamérica.
*Psicólogo, docente universitario, especialista en etnoliteratura y en investigar genocidio indígena, autor de numerosos textos como Pedestales y Prontuarios y Pedagogía de la Desmemoria.