Puliendo las relaciones

Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*

Los recurrentes llamados de atención de la administración Biden al gobierno salvadoreño, como los diferentes altercados que el ejecutivo salvadoreño ha tenido con representantes de los diferentes órganos estatales estadounidenses, no solo evidencian la visión paternalista que el gobierno de aquel país tiene hacia nuestra América cobriza, pero además el nulo tacto que la presidencia salvadoreña despliega en su trato para con quienes considera “no iguales”, con su incapacidad de comprender que no puede dirigirse a cualquiera de las expresiones de poder de la primera potencia del globo, sin consideración de las implicaciones legales que supone la impertinencia de entrometerse en cuestiones internas de ésa o cualesquier nación.

Debemos en éste punto acotar que la expresión “paternalista” de ningún modo es relativa a quién “orienta bien intencionadamente”, asumiendo el papel de quién despliega su sabiduría para con aquel que por su excesiva juventud carece no solo de experiencia, tampoco de la comprensión de las implicaciones de la tarea emprendida, y en el ánimo de facilitarle la labor realizada mientras el bisoño aprende una valiosa lección de vida, que no es el caso presente, pues el gobierno estadounidense no solo hace las observaciones, también las impone como condiciones que las administraciones criollas deben asumir sí desean a cambio seguir siendo beneficiadas de la protección que supone ésta relación de sometimiento, y que para el caso de la administración salvadoreña, supone además su legitimación, que busca desde la toma de posición al primero rendir cuentas al que entonces fuera ejecutivo estadounidense, siguiéndolo desde el primer momento como a un mentor, imitando de aquel incluso sus devaneos de neo caudillo insufrible, abrazando además la misoginia, autoritarismo, neofascismo e intolerancia que aquel mantuviera como marcadores de su mandato, pero que en el caso salvadoreño implica también el irrespeto por el estado de derecho contra el que atenta intencional y repetidamente, hasta desmontarlo al concentrar el poder en su persona, lo que eleva el nivel de descomposición de la democracia salvadoreña al absoluto, al procurar imitar a Luis XVI, con su velado manifiesto de una nueva definición de estado, en la persona ocupante del ejecutivo.

Peligrosa definición.

Debemos entender que la administración estadounidense se fija en lo que clasifica como una amenazas primaria: Rusia, China, Irán y Corea del Norte, por lo que procura limpiar su traspatio antes de emprenderla contra estos, es decir aplicándose a la política de la prevención en el caso del triángulo norte centroamericano, antes que la concreción del corredor de la droga colombiana deje sin efecto la posibilidad de ordenar estos territorios, lo que supone que ahora impone condiciones para continuar ayudando a estas “democracias”, intentando retomar la farsa del estado viable, lo que cada vez es menos probable para estas naciones, pues la institucionalidad se diluye cada vez a mayor velocidad.

Entonces la administración salvadoreña procura reinventarse, al contratar a costosos asesores de imagen, sin que ello implique reconstruir la institucionalidad.
Falta saber si los estadounidenses se tragarán el anzuelo, pero, de igual modo, perderemos como nación.

*Educador salvadoreño

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.