En una epidemia sin precedentes, si no se toman medidas especiales solo las economías avanzadas podrán cubrir al grueso de su población antes de acabar el año.
El mundo anda a la greña a raíz de la vacuna. Justo cuando se han distribuido los primeros mil millones de dosis, en la batalla contra el covid-19 la inmunización parte el planeta en dos mitades: quienes tienen acceso y los que no. Mientras a este lado, en Occidente, la vacunación avanza y vislumbra un horizonte hacia el otoño, en los países de rentas más bajas apenas han llegado dosis para el 1% de la población. Para parar la carrera del virus no basta con pinchar a todos los ciudadanos de un país, si al tiempo no se hace en todos los demás, pero no avanzamos para evitar la disparidad en el acceso de este desequilibrio fatal.
Medidas especiales
En parte es cierto, ya que a pesar de que el sistema de innovación farmacéutica hace años que responde más a intereses de mercado que a los de salud pública, no hay un mecanismo alternativo. Pero, en una epidemia sin precedentes, si no se toman medidas especiales solo las economías avanzadas podrán cubrir al grueso de su población antes de acabar el año, pero no se parará el viaje global del virus.
En cambio, si se suspenden temporalmente las patentes y se comparte la receta, algunos países podrían empezar a producir sin tener que pagar por ello precios inasequibles y las compañías tendrían mas presión para trasferir un conocimiento que ahora mismo retienen. Salvar las barreras legales permitiría aumentar la producción, incluso en Occidente. Por eso la presión aumenta sobre la UE y EEUU para que dejen de bloquear una salida que condena a la mayoría de la humanidad a un ‘apartheid’ sin vacuna.
Fuente: elPeriodico