Por: Francisco Parada Walsh*
Siempre he considerado que cometer errores es vivir en la imperfección de la perfección, saber que mi vida ha sido más atrevida que otras y que nunca pude permanecer de pie en la fila de la vida donde están esos hombres exitosos, brillantes, perfectos, inmaculados, señoritos. Estoy más para allá que para acá, de a poco me acerco a la meta final y quiero llegar cansado, jadeando, derrapando mis llantas, siempre contra lo establecido, siempre contra mí mismo y debo aceptar que los errores en mi vida tienen la culpa de que sea inmensamente feliz.
Un día se me ocurrió subir al cantón Las Pilas, vale la pena recordar al lector que este paradisiaco lugar ocupa el primer lugar en suicidios en El Salvador y volé y volé hasta llegar a habitar por siete años una sencilla habitación, intenté ayudar a la juventud de este lugar y se hizo muchísimo, pasé dos años escribiendo, horas y horas un libro hermosísimo que el viento se llevó; después de pagar cientos de dólares por una hipoteca preferí pagar cuarenta pesos al mes por un cuarto sencillísimo, luego cometo otro error, abrir la clínica y servir a ese invisible, atender al pobre de nacimiento, a ese que ni siquiera sabe si es de Honduras o de El Salvador, las honduras del alma golpean y algo aprendí de esta maravillosa gente, me dieron una hospitalidad sin tener un hospital, me trataron como nadie me había tratado, me pagaban con gallinas, guaro, frutas, vegetales y más de un beso prohibido ¡Otro error que cometí!
Algunos conocidos me llaman “Animal Planet” por mi amor a los peludos, gatunos, pollos y todo ser superior, empecé a alimentar a cada perro que se me cruzaba en el camino, llegué a alimentar a más de diez perros al día y mis gatos mágicos no podían faltar ¡Otro error que cometí! Decido mover mi clínica a un bellísimo hotel, fueron cuatro años de vivir como un rey ¡Otro error que cometí! Cocinar cada sábado o cuando me apuntara la nariz una lasaña, un filet mignon y tener mi cofre al tope de vinos que en vano limpian mis venas ¡Otro error que cometí! Escuchar a Arielle Dombasle, Veloso, los Rolling Stones, Beethoven, Los Tigres del Norte, Aero Smith, Cat Stevens, Pavarotti y tantísimos más mientras le clavaba el tenedor a un buen guiso ¡Otro error que cometí! Encender un potente foco mientras leía todo aquel papel que llegaba a mis manos junto a un café negro con azúcar blanca en tazas verdes como la esperanza es una delicia ¡Otro error que cometí! Construir una casa de adobe, cálida, hermosita con una vista espectacular a mi hermana Honduras ¡Ya me estoy cansando de mis errores! Salir por las mañanas a caminar con una pandilla canina de cinco a diez peludos por unos parajes mágicos, únicos, cortar orquídeas en el camino, escuchar el río hacerse viejo, sentarme en la mayor soledad y cerrar los ojos, pensar en la nada, vaciar mi mente y volar, volar, sentir la brisa fresca golpear mi cara, escuchar el revoloteo de los pájaros, querer ver al pájaro que acompaña al león pero no quiero ser desayuno de un león mechudo, no, solo ver al pájaro león es ¡Otro error que cometí! Poco a poco me doy cuenta que mi vida está plagada de errores ¡Demasiadas equivocaciones! Y una por una las volvería a cometer, soy feliz con mis errores; de virtudes que sean otros que hablen, yo no puedo pues mi vida son errores y no virtudes.
Sentarme en un sillón reclinable a escribir, a conocer al lector, no tiene precio; hacer amistad con personas maravillosas que un día me escribieron, me llamaron y ahora somos amigos; la escritura no solo me hace feliz sino que me permite conocer personas al otro lado del mundo, entablar amistades, respetarse, quererse, ¡Ese error no tiene precio! Poner la bola blanca en su lugar, reventar el arco iris de las bolas de billar y empezar a viajar a mi adolescencia cuando jugaba billar en el Colegio Médico es algo único, juego solo o solo; tengo retos pendientes, mi auditorio son unas gatas dormilonas que ronronean cuando la minga cae en la buchaca.
De a poco conectar la rocola, poner a Elvis Presley “You are always on my mind”, dejar que me susurre mientras el vino se esparce por mi mente, por mi alma ¡Otro error que cometí”. Debe el amigo lector saber que ese hombre lleno de errores es tan común y cualquiera que mi casa es su casa, mi sentir es su sentir, su agradecimiento es mi agradecimiento (Algo que no merezco); estoy recostado, escribo, viajo, vuelo, el café humeante me acompaña, no hay vino, ¡Otro error que cometí! Poco a poco me doy cuenta que fui y soy feliz a mi manera.
*Médico salvadoreño