Por María del Carmen Cruz Nájera y José Alberto Paniagua Mijangos, Universidad Meridional, San Cristobal de las Casas, Chiapas – México.
Durante la gestión del obispo Lucio Torreblanca en 1952, la iglesia de la diócesis de San Cristóbal presentaba una estructura doctrinaria y asistencialista, también trabajaba en ser una ‘Iglesia Social’ (que todos tengan trabajo y tengan lo justo), esta conciencia social descalificaba el anticomunismo, así como, la entrada y acción de otras confesiones cristianas. Cabe decir Mons. Torreblanca (1940-1959 periodo episcopal), consciente de una realidad desfavorable para el pueblo indígena, vio la necesidad de comenzar, después de largos años de ausencia de la Iglesia, una acción pastoral indígena que se concretizó en 1952. Los primeros años de la pastoral del obispo Samuel Ruiz, consistieron en dar continuidad al trabajo de su antecesor y hacerlo más amplio, por lo que, promovió la fundación de escuelas de catequistas y formación cristiana que se ocuparon de instruir a los indígenas dentro del territorio que abarcaba la diócesis, en estudios bíblicos, talleres y oficios (http://repositorio.uca.edu.ni/3560/1/El%20aut%C3%A9ntico%20lugar%20social%20de%20la%20Iglesia.pdf / https://ordosocialis.de/pdf/Sandoval/GEAL_tomo%202_WEB.pdf#page=94).
En este contexto se llevó a cabo el, Concilio Vaticano II en el que algunas diócesis en México, tales como Cuernavaca, Guerrero, Oaxaca y Chiapas, replantearon su tarea evangelizadora, enfocándose en una ‘nueva pastoral indígena’, a diferencia de la catequesis integradora liberacionista que buscaba un camino de liberación, para contrarrestar la situación de división comunitaria que desequilibraba la sociedad y entorno en todos los sentidos (https://journals.iai.spk-berlin.de/index.php/iberoamericana/article/view/2469/2036/ http://www.scielo.org.mx/pdf/liminar/v10n2/v10n2a5.pdf).
Tal es el caso, de la pastoral de la diócesis de San Cristóbal de Las Casas, que ha pasado por dos etapas de conformación, iniciando con el proyecto de formación de catequistas indígenas, en donde se pueden distinguir dos periodos: uno inspirado en una visión ‘asistencialista y desarrollista’ (1961-1968), el cual los agentes de pastoral identificaban y elegían a los catequistas, se les daba una preparación religiosa y estos anunciadores de la Palabra de Dios, se limitaban a transmitirla y repetirla mecánicamente ante una comunidad receptiva y pasiva. Y el segundo con un enfoque ‘liberacionista’ (1969- 1999), el trabajo evangelizador se basaba en la instrucción de la doctrina cristiana y en la creación de dispensarios, escuelas, donación de ropa y alimentos, con esto se buscaba mitigar un poco la situación económica de las comunidades indígenas, es decir, fue el primer momento en que se empezó a tener un acercamiento a las lenguas y culturas de esta feligresía (https://dspace.ups.edu.ec/bitstream/123456789/10524/6/LA%20INCULTURACIO%CC%81N%20DE%20LA%20IGLESIA%20EN%20EL%20PUEBLO%20INDI%CC%81GENA.pdf#page=29 / http://ri.ibero.mx/bitstream/handle/ibero/2496/24_huellas-marzo2010.pdf?sequence=1).
El quehacer pastoral diocesano, va tomando el matiz de ser un proyecto de iglesia y feligresía, dentro de este clima de hacer el ejercicio pastoral realiza una reflexión desde la inculturación in situ in praxis, generando en los catequistas que se vuelquen a la participación activa y crítica y se conviertan en portavoces de la reflexión de la comunidad y no en los maestros que llevan la reflexión prefabricada. La palabra de Dios se va reflexionando en el seno de las comunidades a partir de los acontecimientos y situaciones vivenciales y son los catequistas los ‘recolectores de la cosecha del pensamiento comunitario’, estos hechos empiezan a construir la Iglesia Autóctona-Étnica siendo sujeto y protagonista de su cultura y religión.