Por: Francisco Parada Walsh*
“Post verdad o mentira emotiva es un neologismo que describe la distorsión deliberada de una realidad en la que los hechos objetivos tienen menos influencia que las apelaciones a las emociones y a las creencias personales, con el fin de crear y moderar la opinión pública e influir en las actitudes sociales”. Ejemplo claro: Agradecer a un estado por recibir las vacunas es una post verdad, todos los países vacunan a su población y el ciudadano crítico entiende que eso se pagará con sus impuestos pero aquel que apela a sus emociones poco le importa la verdad, él está feliz, y poco se puede hacer.
El mundo gira en torno a la post verdad, y a nadie le importa si lo que sucede es verdad o mentira, sencillamente todo se acepta con una ingenuidad pasmosa; La distorsión de nuestra realidad y de nuestra historia parece poco importar, y aunque parezca una locura, estamos a pasos de olvidar nuestro pasado. Las redes sociales desfiguran la verdad y aceptamos la mentira como algo normal, no indagamos para saber si lo expuesto es cierto, sencillamente creemos que lo que se nos dice, venga de donde venga es lo correcto.
Antes de las redes sociales tanto la verdad como la mentira eran cuestionables y el ciudadano promedio percibía la realidad; la propaganda política nunca ha sido verdad, con raras excepciones, es claro que hay un objetivo que es llegar al poder sin importar lo que se ofrezca a un electorado que ve en su candidato lo que se desea escuchar, ejemplos sobran, el caso particular de Mauricio Funes confirma lo anterior, ocupó a Monseñor Romero y la biblia como carnadas para un pueblo sediento de justicia, verdad y esperanza; todo fue una mentira sin embargo lo que se vive actualmente nos desconecta de la verdad, se apela a las emociones y no a la memoria, al juicio crítico, a escudriñar en la historia; somos testigos de acontecimientos nunca vistos sin embargo parece que nada nos afecta, suceden aberraciones jurídicas y las aceptamos como que si fuera un aliciente para nosotros cuando sabemos en nuestro interior que las cosas no van bien.
Como dice la literatura: “El que algo aparente ser verdad es más importante que la propia verdad” ¡Graves palabras! pues preferimos vernos involucrados en creer todo lo que se dice y si a esto agregamos que miles de personas en el área rural no disponen de redes sociales y en ciertos casos, ni de un televisor para ver las noticias; este grupo social apenas se da cuenta de lo que sucede y su voto tiene el mismo valor de aquel intelectual infinitamente preparado; todo se resume a lo que se repita hasta la saciedad y la sociedad lo cree a ojos cerrados.
Ya no se necesita campañas políticas donde al ingenuo votante se le regalaban escobas, huacales, delantales y otras ofensas a la dignidad humana, eso quedó atrás ¡No se necesita ofrecer nada! sencillamente ni se ve hacia atrás, todo es un andamiaje de emociones donde no hay necesidad de apelar a un falso patriotismo sino al desconocimiento de la realidad, azuzar al analfabeta político. Tristemente cuando estos sepan la verdad será tarde, es un oasis de proporciones épicas donde el ciudadano identificado con determinado líder quedará expuesto a una durísima realidad, ejemplos sobran: Venezuela y otros que apelando a la post verdad desfiguraron la historia para intentar re escribir una nueva página, una nueva historia donde no pueda haber comparación con el pasado, aquellos eran corruptos, mentirosos, asesinos; nosotros somos diferentes aunque se realicen las mismas prácticas del pasado.
Quizá El Salvador es un ejemplo o un caso sui generis, donde una nación que no sabe su historia es condenada a la perorata de los lideres, a vivir en un estado de júbilo eterno reventado por la espuma de la cerveza, el gol y las dádivas que se regalan. Nadie ve el futuro, nadie piensa en la deuda, a nadie parece importar de donde se ha sacado el dinero y cómo afectará a las futuras generaciones, nadie; todo mundo acepta la mentira como verdad, aun sabiendo que es una mentira enorme se prefiere ver lo “bueno” que se hace y dejar a un lado la verdad.
Grave binomio mentira-violencia; un país sometido a tal pareja no puede ejercer el acto de la crítica pues hay un ataque de un enjambre de personas vulgares que defienden la mentira a toda costa, resulta que de tanto leer lo que se publica en las redes sociales que usted termina dándoles la razón y con tristeza acepta que usted y yo somos los equivocados, los mentirosos, los malos hijos de El Pinochini de América. “Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe”.
Algo de historia: “Aunque la idea tras el concepto no es algo muevo según algunos autores, el origen contemporáneo del termino se atribuye al bloguero David Roberts quien usó el concepto en 2010. David Roberts acuñó el término “política de la post verdad” en un blog para la revista electrónica Grist el 1 de abril de 2010, donde la definió como “una cultura política en la que la política (la opinión pública y la narrativa de los medios de comunicación) se han vuelto casi totalmente desconectadas de la política pública (la sustancia de lo que se legisla)”. Algunos comentaristas políticos han identificado la política post verdad como ascendente en la política de algunos países, así como en otras áreas de debate, impulsadas por una combinación de ciclos de noticias de veinticuatro horas, de un falso equilibrio mediático, y la creciente ubicuidad de los medios sociales”.
*Médico salvadoreño