¿Adiós Netanyahu?

Por: Guillermo Alvarado

Pocos minutos antes de vencerse el plazo concedido a Yair Lapid para formar un nuevo gobierno en Israel, el político catalogado como “centrista” anunció un pacto de varios partidos de las más disímiles tendencias para poner fin a los 12 años de hegemonía de Benjamín Netanyahu.

Al filo de la medianoche del miércoles se conoció el acuerdo donde conviven agrupaciones como los ultranacionalistas Israel Beitenu y Nueva Esperanza, la alianza derechista Yamina, el más moderado Azul y Blanco, los partidos Laborista y Meretz, de centroizquierda, y el partido islamista árabe Raam.

Se trata de fuerzas que discrepan prácticamente en todos los temas, en particular en la delicada política hacia el pueblo palestino, la conducción de la economía y el papel de la religión en ese país y cuyo único punto en común es expulsar a Netanyahu del poder.

En caso de funcionar esta compleja maquinaria, el primer ministro sería durante los dos primeros años Naftali Bennett, de Yamina, y los otros dos le corresponderían a Lapid.

Una novedad en este proceso es que, por primera vez en la historia, un partido árabe favorable a la causa palestina formaría parte del gobierno, si bien con escaso poder y con una mínima cantidad de diputados.

Las cosas, sin embargo, no son tan sencillas pues el acuerdo podría variar en los próximos días e, incluso, durante la asamblea del Parlamento para ratificar a la nueva administración algunos diputados de la coalición podrían votar en contra o abstenerse.

Recordemos que para gobernar en ese país se debe contar por lo menos con 61 de los 120 miembros del organismo legislativo.

No cabe la menor duda de que Netanyahu ya puso en movimiento a toda su maquinaria política, que no es poca, para impedir su salida del ejecutivo, pues eso lo dejaría en manos de la justicia que lo procesa por tres delitos de abuso de poder, fraude y corrupción.

Este representante del sector más conservador del sionismo fue una especie de “víctima colateral” de la derrota de Donald Trump en Estados Unidos, porque perdió una buena cuota de influencia.

No significa esto que Washington deje de ser el principal aliado de Israel, ni mucho menos, solo que Netanyahu pasaría a jugar un papel marginal o desaparecería de la escena y serían otros los que cumplirán la función de gendarme del imperio en el Oriente Medio.

Un nuevo gobierno en Tel Aviv tampoco representa nada para la causa palestina, que seguiría sufriendo la ocupación de la mayor parte de su territorio y su derecho a un Estado soberano se mantendrá secuestrado.

Fuente: Radio Habana Cuba.

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