La Piltrafa

Por: Francisco Parada Walsh*

Se define piltrafa como: “Parte de carne flaca que casi no tiene más que pellejo” y como: “Residuo o resto de algo”. Nuevamente tuve un quebranto de salud, este fue más grave que el anterior; vi a un francisco débil, miedoso, tembloroso ante el único acto valedero en la función de la vida que es la muerte; pensamientos confusos invadieron mi mente; me vi imposibilitado de caminar, nuevamente me vi tirado en una sencilla cama y me dije: “No eres nadie, eres una piltrafa humana que en horas o días estarás muerto”.

Como médico soy el peor médico para mí, llamé a dos colegas amigos, de esos que saben y me recomendaron lo mejor que sus conocimientos puedan servirme; era cuestión de horas para ir a la capital del pecado, por otra parte prefería quedarme en casa, morir junto a mis gatos y mis perros; empecé a hacer un recuento de mi vida, de las cosas materiales y a quién pudieran servirle, realmente dudo que mi familia se apersone a traer vejestorios, todo se regalará al necesitado, al más jodido que yo.

Miraba mi cama, es un camarote de bajo precio, nadie tiene dónde ponerlo; frente a mí, tengo un televisor de los viejos, que al encenderlos parecen de aquellas cámaras fotográficas antiguas que casi explotan, nunca veo noticias, no, me fascinan los documentales; atrás de ese viejo televisor está un baúl donde guardo trastos, algunas sopas baratas, pan francés de sobra para alimentar a todo perro que se acerque a mi casita, algún bote de buen café, vino y ron en abundancia que no puede faltar, eso es todo; entre la puerta principal y ese viejo baúl esta una cocina de gas que me regalaron, solo sirven dos quemadores, suficientes para cocinar mis guisos y sueños.

Tengo más de veinte pinturas, todas representan algo para mí, algún mensaje, pero de nada sirve, deben quedarse; en una esquina está una vieja rocola, uno de mis tesoros que suena medio cansada pero suena al fin, la compré aquí en la montaña y por ende, la música no es la que más me gusta pero toda música es bonita, esa también se queda, si dios o el diablo me cumplieran el último deseo, quisiera ser un disco de Elvis Presley y pasar cantando: “You are always on my mind” y nunca morir, seguir vivo en esa caja de música, ver a otros felices mientras una aguja raya mi alma y empiezo a tararear, no sé quién se la llevará, nada importa; la mesa de billar pesa demasiado y es grande, jugar billar es uno de mis pasiones, quizá antes de morir quisiera jugar, tomar unas cervezas y volver a fumar, solo para morir haciendo lo que amo, lo que adoro; mi ropa es poca, no pasa de unas cinco camisas, tres pantalones, algunos trajes por aquello que de repente suceda algún acontecimiento y que uno debe llegar algo elegante, simples apariencias, a ese traje se le llama el de reír y de llorar, sirve para todo; los zapatos son pocos, prefiero usar zapatos deportivos y cuando salgo a caminar uso botas de hule por los charcos que abundan en mi recorrido.

Pensaba ¿Quién se llevará esto?: No encontré respuestas, no, todo queda; entendí que somos tan frágiles, tan nada, tan piltrafas que debe ser uno muy torpe para creer que somos tan importantes como para seguir jodiendo a otros, no, nadie se escapa, lo único que me dio consuelo es que cuando cruce el lago de sangre, serán los perros mis aliados cuando Dios les pregunte cómo los he tratado, espero que digan que bien, sino ya me jodí; pero como platicaba con mi madre sobre el cielo, ella me explicó que no hay ni cielo ni infierno, todo se resume a que cada quien vive su propio cielo y su propio infierno en el planeta Tierra Roja y como dice Carl Sagan:´” Nunca nos volveremos a ver, nunca”.

Pensé en llamarle a las personas de mi cariño y darles las gracias por todo, no me gustan los dramas, no; no es novela, es la vida, esa vida que nos da, que nos quita y que debe terminar nuestra personal película de la vida donde fuimos los tipos o los villanos de esa historia; un carro viejo que tengo a nadie le gusta porque traga gasolina, será vendido, será rematado; los perros y gatos deben buscar otro puerto, los adoro pero todos cumplimos un ciclo, ellos y yo, y este es mi turno.

El miedo a una muerte inminente hace flaquear las canillas, mi anarquía no pudo contra el miedo, no, es una sensación donde sabemos que todo termina y aun, me miraba en un ataúd, no hay muerto malo; nuevamente deseo lo más sencillo, no quiero un entierro de mentira con un muerto de verdad, no; lo único que me cuestionaba fue porqué sobreviví a un accidente tan trágico y morir cuando no quiero morir; en mi vida he querido morir muchas veces, hoy las cosas cambian, esa es la vida.

*Médico salvadoreño

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