La Desesperanza

Por: Francisco Parada Walsh*

Se define DESESPERANZA como: Estado de ánimo en que se ha desvanecido la esperanza. Ese estado de ánimo es el que se vive en cada hogar salvadoreño, en cada corazón que palpita, en cada madre que ve cómo sus hijos no tienen que comer. Negar un ambiente denso y tóxico es no ver la realidad, día a día el salvadoreño promedio está más confundido, no ve una salida, no ve la luz, simplemente está derrotado.

La que fue clase media está desesperanzada, ya con esa economía quebrada que dejó la pandemia era suficiente, muchos vendieron algún bien material para soportar tal catástrofe; otros sacaron a sus hijos a prepararse en el extranjero para nunca más volver a poner un pie en esta tierra, me pregunto ¿Vale la pena regresar a un país que le cierra las puertas a su mejor gente?: No, no vale la pena.

Conozco a cientos de jóvenes brillantes que apenas tienen un trabajo para subsistir, sin embargo esta frase tan trillada como la “Meritocracia” es una de las mentiras más grandes, acá y con el cinismo más grande, de nada sirve prepararse, no, basta estar en ese grupo donde se le apuesta al menos preparado, ejemplos sobran, basta revisar nuestra Asamblea Legislativa donde no se tienen diputados sino una manada de serviles que sin criterio propio se han convertido en los nuevos títeres nacionales.

La desesperanza golpea, toca a las puertas de cada hogar y podemos ver caras largas, una pobreza que se vive pero no parece ser un revulsivo en la actitud de un pueblo; todos engañados, todos pensando en placeres y festines dominicales, mientras, la pobreza arrecia. Particularmente me siento confundido, no entiendo que exista tanta perversidad en reventar más a El Salvador, no, me duele profundamente el futuro de los jóvenes que víctimas de un conformismo patológico no saben lo que les espera, no, es el táctil el quien tiene las respuestas y  apenas, apenas saben que en meses no tendrán ni qué comer.

Soy mayor, he vivido tantas desgracias en este país pero pensé que lo había visto todo ¡Qué equivocado estaba, equivocadísimo!  Cuando lo que se avecina es una pobreza mayor a la guerra civil y a un terremoto, así de sencillo, así de dantesco. Mientras, el,  país gira como que nada pasara, y a muy pocas  personas parece  importar.

Como sucedía con aquel hombre sencillo, empleado de mi ex familia política que mientras estaba sobrio era tan tímido, sus saludos: “Buenos días patroncito”, luego, con una pacha de guaro ese patroncito se convertía en “Doctor patas secas, viejo jueputa, jueputa”; ese es el salvadoreño que saldrá a las calles, después de esa pasividad increíble se convierte en una persona violenta y ofensiva como pocas; caldo de cultivo para una desgracia nacional, otra más donde será el hambre, que paradójicamente fue a través de ese instinto primitivo que el gobierno de turno ganó tantos votos, y será esa hambre que en un  período de tiempo fue saciada, apenas días,  la que será el detonante para exigir derechos, demasiado tarde.

La migración de personas profesionales empieza, no importa el derrotero al que lleguemos pero muchos preparan maletas, pasaportes, ahorros para no volver, no hablo del trabajador de la zona rural sino de aquel hombre que vive en una residencial de lujo, tiene vehículos europeos, una vida totalmente arreglada pero no se quedan, todo lo venden, todo y como he platicado con algunos conocidos y me dicen: “No quiero que por robarle un par de zapatos a mi hijo, me lo maten; mejor me voy ¿Qué iré a hacer a Washington? No lo sé pero nos vamos”.

Día a día crece más la desesperanza, nadie ve el color verde, nadie ve esa esperanza para brincar tras ella, no, todos están tristes, decepcionados, sin rumbo. Aun, aquellos fanáticos que en un tiempo se regodeaban de cada medida popular del presidente, ahora, ya no entienden ni hallan qué  hacer; claro, aceptar errores es difícil, se prefiere remachar en los mismos. Tristemente este artículo nunca debió ser escrito pero es el sentir de un pueblo, al que le dieron sopa de pitos, guaro y gol y ahora, está prisionero en su propia tierra roja, por su propia gente.

*Médico salvadoreño

Si te gustó, compártelo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Social media & sharing icons powered by UltimatelySocial