El esoterismo de masas en la conformación de una nueva religiosidad en los milennials y centennials

Por: Fabián Acosta Rico*

Vale preguntarse en ¿qué creen las nuevas generaciones de jóvenes, adolescentes y niños? ¿Qué tipo de religiosidad es la que practican aquellos a los que denominamos nativo digitales? La realidad, al menos en México y, en buena parte de Latinoamérica, es que las generaciones conocidas como los millennials y centennials se han instruido, por tradición y costumbre, en la doctrina hegemónica en el mundo occidental: la fe cristiana en cualquiera de sus derivativas. Poseen lo que denomino un núcleo duro creencial conformado por dogmas, representaciones, símbolos, imágenes, rituales, códigos morales y éticos de la fe sustentada en las enseñanzas del Cristo Jesús de los Evangelios.

Pero a diferencia de otras generaciones, como la anterior, la generación X; la formación religiosa de las también llamadas generaciones Y y Z no fue ni es tan dogmática ni estuvo acompañada de coacciones morales y religiosas referidas a una cólera divina que reprende todo desacato a su decálogo o desvió de la ortodoxia con castigos en vida y con la condenación eterna de las almas.

La verdad es que nuestros jóvenes nativo digitales poco le temen al diablo y al infierno: sus representaciones del mal, como una fuerza objetiva y terrible, derivan de otros imaginarios culturales en los que aparecen seres como los extraterrestres invasores, los hechiceros maestros en las artes oscuras, los científicos locos megalómanos… Hay nuevas mitologías emulas o plagiarias del imaginario religioso universal en las que está planteada la milenaria lucha entre el bien y el mal. Esas neo-mitologías son el recreo y deleite de los públicos juveniles quienes las atestiguan en un sinfín de productos culturales como las películas, las series de televisión, los mangas, los cómics, las novelas y muy particularmente en los video-juegos.

En el núcleo duro creencial de los millennials y centennials están todavía arraigadas las creencias judeo-cristianas; pero como si de un átomo o sistema solar se trataran; dicho núcleo está siendo cada vez más orbitadas por nuevas creencias de las más variadas procedencias como el viejo ocultismo, las creencias paganas precristianas, los gnosticismos orientales, los mitos y leyendas de la antigüedad…

Ya no hay forma de fiscalizar eficazmente los consumos culturales de los públicos jóvenes e infantiles y más porque estos son facilitados por tecnologías y mundos culturales un tanto refractario para las generaciones adultas, aun celosas y defensoras de una cierta ortodoxia creencial. Entiéndase cómo puede el sacerdote o el pastor de la generación X y no se diga de la baby boomers prohibirles a sus jóvenes parroquianos el jugar video-juegos con contenidos esotéricos argumentando que son demoníacos; en el intento el hombre consagrado terminará siendo el hazme reír de dichos jóvenes cuyo sistema de creencias goza de una plasticidad y receptividad que no consciente intolerancias ni restricciones de índole dogmático.

Por sus condicionamientos culturales: la fe de estos millennials y centennials es del tipo débil; podrán creer en el Dios de los Evangelios, sin embargo, esto no les excluye el dejarse seducir religiosamente por representaciones de Dios construidas en el ámbito de lo que podríamos denominar un esoterismo de masas derivado de la cultura pop global.

La fe débil de las nuevas generaciones se ejercita en este esoterismo de masas y se puede calificar de poco comprometida con los dogmas y disciplinas de las religiones tradicionales. Su vivencia de lo divino y lo sagrado se circunscribe a la experiencia gratificante, podríamos decir hedonista, contraria a la mortificación auto-infligida para alcanzar el perdón de Dios. Para nuestros jóvenes actuales, dada esta indisciplina y deslealtad religiosa, es verdaderamente difícil definir en qué creen, pues sus concepciones religiosas varían como lo hacen las modas culturales; o suelen ser acumulativos en su orbitar de nuevas creencias la cuales, en muchos casos, hasta resultan ser antitéticas o disímbolas; puede perfectamente un joven millennial ser prácticamente de la fe católica y leer y creer en las ideas ufológicas acerca de un Cristo extraterrestre de J. J. Benítez. La pluralidad religiosa es común entre los nativo digitales tanto en lo individual como en lo colectivo; adoran a un dios, sí; pero a uno de mil máscaras.

*Universidad Del Valle de Atemajac campus Guadalajara (UNIVA) – México

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