«Otro mundo es posible y necesario. Para lograrlo, necesitamos cooperación y solidaridad sindical a nivel mundial en favor de la paz, la democracia y los derechos inalienables a las personas trabajadoras. Como organización sindical, la tarea es garantizar la justicia social, la igualdad y la equidad con un nivel de vida digno para todas las personas.
Por: Róger Hernán Gutiérrez*
Que incluye educación pública de calidad gratuita, accesible y universal, servicios de salud pública, transporte público eficiente y asequible, servicios de vivienda y sanitarios de calidad; empleos y salarios que permitan satisfacción de las necesidades vitales y con el tiempo para la recreación y la vida cultural. Los derechos políticos a la libertad de expresión, de prensa y de asociación son esenciales para las sociedades democráticas”.
Solidaridad y apoyo, son cuestiones fundamentales para la labor y las acciones que lleven a garantizar una sociedad en condiciones de desarrollo con sostenibilidad, y los gobiernos son pieza importante para avanzar o retroceder en esa causa. Dar avances importantes en la democracia de mayorías y sectores populares con la movilización y la sindicación para combatir el abuso de los derechos humanos y laborales, a manos de las empresas o los gobiernos.
La igualdad de género y la promoción de los derechos de las mujeres, el futuro para las poblaciones jóvenes, de la preservación de pueblos originarios, grupos de discapacitados, es enorme la responsabilidad de asegurar que se tenga la capacidad para gestionar igualdad en esta transformación a gran escala mediante el concepto de que sea siempre una transición justa para defender condiciones materiales de existencia óptimas, el empleo decente, los salarios y los medios de vida sostenibles.
La pandemia de la COVID-19 ha afectado a personas trabajadoras y a las comunidades de manera diferente. Ha impactado de manera desproporcionada en grupos que ya estaban en desventaja antes de que surgiera la pandemia: personas trabajadoras pobres, asalariados en precariedad, que forman parte de la economía informal, pueblos indígenas, migrantes, discapacitados, refugiados, grupos minoritarios, entre otros.
El derecho de acceso universal a vacunas y posibles medicamentos para tratar la COVID-19, no debería depender del poder adquisitivo y de propaganda de los gobiernos u otras dinámicas de mercado. No debería haber ciudadanos(as) de primera, segunda y hasta de tercera clase y, nadie puede quedar atrás. Es fundamental no apartarnos del camino de la cooperación, la solidaridad y la justicia. Defendiendo derechos de acceso universal a la vacunación.
Al recuperarnos del impacto sanitario, económico, social y cultural de esta pandemia, no debemos volver a una actividad industrial, comercial y de servicios, sólo para quienes alternan el poder adquisitivo y la costumbre de hacerlo con accesibilidad. Es imprescindible que haya paso con la lucha sindical a que surja un mundo nuevo y más justo, capaz de abordar y cambiar los actuales niveles inaceptables de desigualdad, de total desprotección social, de condiciones de vida y de trabajo indignos para las mayorías y por la inminente catástrofe climática.
No es momento de dejar que el mercado tome las decisiones. No podemos permitir, una vez más, que caiga el peso sobre las personas trabajadores y que paguen el precio de la crisis. El modelo actual no es sostenible y debe transformarse.
Las desigualdades de género preexistentes en el mundo laboral y en nuestra sociedad se han profundizado y exacerbado, poniendo en peligro frágiles progresos logrados en las últimas décadas. “Necesitamos un nuevo contrato social y un modelo de desarrollo centrado en las personas”.
Se saben los desencantos con respecto a la globalización y que cada vez se respetan menos las normas internacionales y nacionales, más en economías sub desarrolladas como la nuestra e incluso dentro de las economías desarrolladas. El egoísmo, la falta de solidaridad y la codicia absoluta se alían para crear un ambiente propicio para el resurgimiento de partidos políticos de derecha e izquierda conservadores, de las acciones populistas y de líderes mesiánicos, surgidos en base al debilitamiento sistemático de una oposición constructiva y decente, y que pretenden rescatar en un repliegue nacionalista, condiciones de liberación ante el sistema económico dominante.
La existencia, el surgimiento y fortalecimiento de dictaduras y/o líderes autoritarios que promueven la discriminación y descalificación de opositores para legitimarse en el poder; da pie a que se exacerben condiciones de violencia social como el acoso sexual y otras formas de violencia de género a través de la misoginia o la violación de las libertades y derechos democráticos, donde se incita al miedo, la división y la exclusión. Esto, a su vez, alimenta los conflictos de diferente índole.
*Sindicalista salvadoreño