Empiezo y terminaré este comentario con dos frases del biólogo y genetista francés Albert Jacquard, la primera de ellas rebosante de optimismo y dice así: “Tener conciencia de que el mañana existirá y de que puedo ejercer una influencia en él, es lo propio del ser humano”.
Por: Guillermo Alvarado
El problema está, amigos, en que las posibilidades ciertas de un futuro para nuestra especie son cada vez más escasas, según se desprende de un reciente informe de expertos sobre el clima de la Organización de las Naciones Unidas, donde advierten claramente que se nos acaba el tiempo, y el planeta.
Desde finales del siglo XIX el desaforado sistema de producción y consumo, basado en el uso intensivo de combustibles fósiles, en particular carbón, petróleo y gas, calentará el planeta en 1,5 grados centígrados más para 2030, dentro de escasos nueve años.
Así lo demostró el Panel Intergubernamental de Expertos Sobre Cambio Climático, en la primera de varias entregas de un extenso informe basado en el análisis de más de 14 mil estudios acerca del tema.
Hace apenas 3 años, en 2018, se creía que el umbral de 1,5 grados se cruzaría en 2040, pero los plazos se cierran y es posible que en 2050 podríamos llegar a dos grados más respecto a la era preindustrial.
Esto significa el fracaso de los Acuerdos de París de 2015, cuya puesta en marcha todavía está en ciernes y que más de la mitad de los países firmantes no han comenzado a implementar.
Linda Mearns, del Centro Nacional de Investigación Atmosférica de Estados Unidos, dijo que a partir de ahora las cosas irán peor. “No veo que ninguna zona esté a salvo. No hay ningún lugar al cual correr ni dónde esconderse”, aseguró la especialista.
El humo de los incendios en Siberia llega al Polo Norte, cientos de personas murieron por el calor en Canadá y Estados Unidos, miles de hectáreas de bosques se consumen cada día, y eso apenas es el principio.
La única esperanza es que la humanidad logre un acuerdo urgente y obligatorio para eliminar la expulsión a la atmósfera de gases contaminantes, entre ellos el peligroso dióxido de carbono, y pueda, quizás, impedir cambios irreversibles e incompatibles con la vida.
Nadie tiene la menor duda de que lo sucedido es responsabilidad del hombre.
Por eso, sobrada razón tuvo Jacquard cuando aseguró que “si desapareciera la especie humana, ello representaría una tragedia biológica. Sin embargo, al día siguiente de su desaparición, los árboles, los animales en el bosque y las especies marinas en los océanos serían mucho más felices”.
Tomado de Radiohc.cu