Esa música eterna como es la lucha por un mundo mejor, esa música que nos hace viajar al pasado y de repente vemos un futuro borrascoso, lúgubre y sin esperanzas; esa música del alma de los Guaraguao me sirve de fondo para rendir homenaje a esos valientes estudiantes universitarios que salieron a las calles con los huevos en su lugar, que dieron la cara por un país socavado en su cobardía, por una sociedad indolente, ejemplo de cómo no se deben hacer las cosas ¡Que vivan los Estudiantes!
Por: Francisco Parada Walsh*
Que vivan los estudiantes jardín de nuestra alegría, son aves que no se asustan de animal ni policía y no le asustan las balas ni el ladrar de la jauría.
(Gracias valientes jóvenes que creen en un El Salvador sin mentiras, sin promesas falsas; son ustedes los dueños de este país, de sus sueños, del futuro; no permitan que se los arrebaten “Los mismos de siempre”, no, por lo ocurrido ese glorioso 30 de julio del 2021 lucharán contra los animales, contra la policía, contra un sistema que les ofreció el todo y ¡Les mintió! No se le puede mentir a un joven, no, creyeron que tendrían la mejor educación y no es así, al contrario, se están cerrando sedes de estudios porque el acto más rebelde en un mundo tan injusto es la educación, el leer, el tener la capacidad de saber que su dignidad no la compra una caja de macarrones ni tres cientos pesos que ahora debemos pagar con el hambre, el desempleo, migración y la muerte.
Pareciera según comentan los viejos de mi edad que “solo los de la Nacional” hacen relajos pero ¿Cómo podemos ser tan torpes para pensar que lo que gritaron en esa manifestación es relajo? ¡Esa es Dignidad! Y la dignidad se debe tomar hasta en la sopa; la juventud y la educación van de la mano, no se trata de poner la otra mejilla sino que debe germinar en cada joven la rebeldía, debe ser como un grano de mostaza y luego un desierto cubierto de tulipanes azules y blancos; es su rebeldía, mal vista por los indolentes y la policía; será esa dignidad y rebeldía la que les dará el triunfo en sus vidas, la gloria para un país donde ustedes puedan sentir orgullo que nadie los doblega, nadie, menos alguien que no sabe lo que son estudios superiores).
Me gustan los estudiantes que rugen como los vientos, cuando le meten al oído sotanas y regimiento, pajarillos libertarios igual que los elementos.
(Cuando veo su marcha y escucho sus gritos libertarios eriza la piel, cada uno de ustedes es un líder, cada uno es Bolívar, el “Che”, un José Martí que apenas a sus diez y seis años ya luchaba por lo que él creía justo; pareciera que las cosas grandes de la vida se deben hacer cuando estamos viejos y no es así, los grandes luchadores y hombres de la libertad fueron, son y serán jóvenes como ustedes que no tuvieron miedo ni a sotanas ni a regimiento.
Valientes jóvenes, dignos representantes de Cuscatlán que tanta falta hacen en este país; que su pecho se hinche de orgullo por luchar por un país que por decreto universitario ya no se llame El Pinochini de América, ya no por favor, debe llamarse El Estudiante de América).
Me gustan los estudiantes porque levantan el pecho, cuando le dicen harina sabiéndose que es afrecho y no se hacen sordomudos cuando se presenta el hecho.
(Gracias estudiantes que no se dejan manipular como la bancada estatal; que saben que los patrones son ustedes, que tienen la sartén por el mango y el mango también, esa sartén donde hierve su dignidad no la tiene un país; ustedes son ejemplos de levadura, que no venden sus almas por la comodidad de la indolencia sino salen a las calles, cubren sus rostros de valor, de coraje, de rabia por sus derechos.
Gritaron ¡y fuerte! su marcha victoriosa será inolvidable cuando gremios de médicos, abogados y más, apenas abren el pico y un joven nos enseña que primero muerto antes que pisoteado, engañado, burlado, saqueado, olvidado y ¡desaparecido! Los admiro muchachos, los admiro con toda mi alma.)
Me gustan los estudiantes porque son la levadura, del pan que saldrá del horno con toda su sabrosura, para la boca del pobre que come con amargura.
(Son ustedes la levadura que este país necesita para crecer, crecer y crecer, llegar más alto que sus sueños y que nunca olviden que todos somos pobres y que comemos con amargura; nunca verán a un oligarca desfilar, no, ellos ajotan al mal para masacrar a un pueblo sea de hambre, de miseria, de desdicha y sepan jóvenes estudiantes que cuando esta oligarquía robó las tierras ejidales, estamos a días de que suceda lo mismo ¡Nos robarán todo, todo! Y solo ustedes pueden detener este saqueo, no crean en nosotros, en los viejos con mañas, no, crean en ustedes y luchen por nosotros, porque nosotros somos cobardes).
Que vivan los estudiantes, jardín de nuestra alegría, son aves que no se asustan de animal ni policía y no le asustan las balas ni el ladrar de la jauría
(Gracias estudiantes salvadoreños que mantienen viva la memoria de sus compañeros masacrados por “Los mismos de siempre”; y ahora ponen el pecho a un régimen perdido como pocos que ven en el talento, en el libro: un arma poderosa ¡Se zurran ante el conocimiento! le temen al poder de la educación y no quieren que sean ustedes la luz y la alegría de una nación sin hidalguía; bravo muchachos, nos hacen creer que vamos por la ruta correcta, por la senda del triunfo, porque “pobrecito mi patrón piensa que el pobre son ustedes” cuando su valor demuestra que ya el polvorín no se llama mentira, doble discurso, violencia sino que se llama educación, juventud y sueños).
*Médico salvadoreño