Por Nicolás Doljanin.
Foto: Nicolino Carlos PARAFIORITI, -“Chacho”- Peronista y Montonero. Aquí con sombrero, barba y pistola en la cartuchera junto a “Roquito” Dalton (hijo del extraordinario poeta salvadoreño Roque Dalton) en los Heroicos Filos de Arcatao, cuando ambos peleaban en las filas del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), enfrentado a la oligarquía local salvadoreña y al imperialismo norteamericano.
“Chacho” fue también parte del Frente Sandinista para la Liberación Nacional (FSLN) en Nicaragua y también supo actuar en Bolivia en defensa de los campesinos y sus tierras ancestrales.
Este texto es la evocación de otro argentino internacionalista, Nicolás Doljanín, también militante farabundista «Nico» escribió el 1 de septiembre de 2017 sobre su amigo «Chacho», un día después de su partida a la Eternidad :
«CHACHO, EL PALO PERUCA DE NUESTRA AMÉRICA
Ayer por la tarde nos dejó saludando sobre sus propios huesos el Chacho. Es lo que venía haciendo el tal Nicolino Carlos Parafioriti, como mínimo desde el día que se desertó de la casa y del cine familiar donde trabajaba en Lanús, para irse a pelear, según palabras propias, junto a la guerrilla paraguaya contra la dictadura de Stroessner. La familia siempre lo cuidó. Lo mandaron a traer de vuelta como acomodador del Cine más importante del barrio. Determinados besos en pantalla, solamente ese beso, según exageraciones propias también, llegó a mirarlos 45 veces, contado por reloj el instante crucial. Los de nuestra clase, como Sebastián Mujica que se le adelanta por unas semanas, nos criamos cambiando revistas en la cuadra y no dormíamos. Nos íbamos a apolillar con el primer cuadradito de El Eternauta mientras nos soñábamos Uturuncos.
Nuestro Chacho nunca perdió la lealtad del niño a la escena originaria de sus afectos. Donde no solía exagerar fue en los cambios de escenario (cambiar de personaje jamás…) de su pasión política, una conciencia implacable, la invencible ternura que nos ha legado. Tal lo conocieron los Quom de Formosa, que por entonces, años 60´s todavía, eran conocidos en lo de Pipo Mancera como “tobas”, entre los cuales se mandó a mudar con su primera compañera, la docente Emma Le Bozec. La Resistencia Peronista arraigada en el barrio donde tenía enterrado el ombligo y adonde vino a epilogar su existencia – impertérrito frente a la desafección neutrónica y amarilla en boga – acompasó pues sus tratos iniciales con el Mundo. Los obreros de ENTEL del Jujuy donde Blaquier hacía estragos en tiempos de Lanusse, después de haber provocado en los de Onganía la diáspora de un millón de tucumanos. La primera célula local montonera, la primera transversalidad de su militancia, el primer intendente yrigoyenista, democrático y de la mano de La Gloriosa, en mojar esa oreja oligárquica, criminal e impune de Lesa Humanidad.
El Chacho era capaz de narrar desde la primera vez que lo sancionaron los amos del peronómetro del Nacional Buenos Aires de la época y ahí no más te quitaba el aliento. El primer abrazo de cristianuchi y retobado – gloria eterna del Tucho Valenzuela su primer respo – para organizar en la Política a los últimos orejones del tarro social de la época en un barrio perdido de San Salvador, nombre premonitorio de su praxis. Para lo cual se calzaba los hijos, empezaba a caminar y las mujeres le abrían la puerta de las casas, salían a las calles detrás del militante montonero.
Las reuniones clandestinas con el candidato del Luche y Vuelve local Luis Ramón Aredez y las cargadas estrepitosas del Tala Ventura cuando se les ocurría volver en plena Revolución peruca – según Halperin Donghi – a los métodos y tiempos del Cartismo inglés, dejando al oligarca sin máquinas antes que este dejara al Pueblo sin Trabajo. Tampoco se permitía contarlo en primera persona.
Nunca he conocido a otro de nuestra clase que se manejara tan intensamente con la naturalidad de la primera persona del plural en estas cuestiones. Salvo tal vez el panadero salvadoreño Salvador Cayetano Carpio, pero para encajar estos hechos falta que mi hermano caiga en cana; salga de la cárcel con PEN y con la sangre en el ojo del país en tiempos del Isabelismo de la OTAN; se coma la primera contraofensiva montonera en tiempos de Genocidio videlista de la Gente de Pro; eche su primera base entre el pueblo de Bolivia y ciudades del Brasil; nos encontremos los dos en una asamblea de los Trabajadores Electricistas en el DF mexicano, solicitando a los presentes su solidaridad con el Pueblo Armado de El Salvador.
En Chalatenango – esa especie de Tucumán argentino pero en un país con la extensión de Tierra del Fuego, 5 millones de habitantes entonces y alrededor de 150 mil familias organizadas en torno de Carpio y sus compañeros cristianos y comunistas – el compañero montonero que más admiraba las artes oratorias del Chacho desde los días jujeños de la militancia en común, se halla organizando la primera unidad regular de ejército de aquel pobrerío. El salteño silencioso Domingo Vargas, Negro Hugo desde los tiempos del Ingenio Ledesma en adelante, ya ha cumplido con la misma tarea entre los Sandinistas de Nicaragua, creando el legendario Batallón Blindado el EPS, con el cual culmina la toma de Managua y la limpieza de los últimos focos de resistencia somocista a mediados de 1979.
Entre los de nuestra clase – me refiero a los militantes que nacimos en calidad de ser los Únicos Privilegiados entre los argentinos; ya se sabe gracias a quién los militantes buenos semos por lo común Hijos de Madre – el Negro Hugo alcanza sin lugar a dudas y un siglo después de la anomalía del Cruce de los Andes, las humanas honduras de José de San Martín.
Con el acuerdo del Chacho, cierta vez redacté una crónica acerca de su vida, obra y milagros para la revista de los Judiciales bonaerenses, donde tituló su trayectoria impar como la del Último Montonero. Pasando y pensando después en la histórica jornada en que el Presidente y Compañero Néstor Kirchner da la orden de bajar los cuadros – la verdad es que no se bien a quién pedirle permiso ahora – pero el título del Último Montonero te cabe a vos, mi querido hermano mayor. Y te propongo, como siempre jugábamos a hacerlo entre mate y mate, concederle al Negro Hugo el de haber sido el más digno precedente (¿Te acordás cómo le gustaba ese concepto: Siempre hay que sentar un precedente?…) de la movida que armaron contra el ALCA en Mar del Plata, Néstor, Lula y Hugo Chávez. Y me explico ya que nunca nos íbamos con chiquitas, mi estimado Maquiavelo de barrio del Conurbano.
El Negro y su compañera mexicana Juanita Juárez, jamás han dejado de estar vivos entre vos y yo. Pero la primera vez que te fui a visitar a Bolivia y me adentré hasta San Javier – tiempos del infame Sánchez de Lozada y del Noventario neoliberal – vos estás metido en lo más profundo de la Chiquitanía, en medio de un reclamo de tierras ancestrales y Georgina Giménez, tu compañera salvadoreña “raptada” a la Orga, según la “Orga” que no contempla el amor de una imprescindible, exalumna del Padre Ellacuría, no abandona la Motorola en todo el día, mientras denuncia que te tienen preso, por haberles ocupado el territorio originario de la comunidad, colectivamente recuperado contra la ofensiva de los “emprendedores” madereros.
Con el Carlos en la Escuela, el Javier acompañándome y nuestro ilustre Sebas gateando a su alrededor. Así pues, el título del Último Montonero te pertenece por propia praxis, mi querido Chacho. Fue entonces que el Juanito se soltó de tus hombros y se manda su primer escultura para no olvidar dónde empezó todo. Y no hace falta que pongas tu cara de Brancaleone, porque lo labraste mientras los demás caían en el Hacé la Tuya y mejor lo dejamos ahí, pues nunca supe bien qué era mayor: si tu pudor o tu íntimo desdén por las pasiones tristes. Por eso los versos de la Guantanamera de José Martí alumbran tu despedida desde el jonca, la ausencia de la Cruz y el canto de Cafrune. Tal como corresponde a las generaciones diezmadas que, desde el fondo de los tiempos humanos, jamás quisieron entender a Jesús sin Espartaco y viceversa. Cátaro en las buenas y en las peores, mi querido hermano mayor. Testigo leal y consecuente de la metamorfosis peruca de medio siglo argento. Desde que éramos fachos y mataputos. Tal como te gustaba sintetizar los indescifrables atajos de la Academia al respecto, hasta concretar la Patria es el Otro y el Futuro es Mujer.
Donde se entrecruzan Cristina y tu admirado Marco Ferreri. Simplemente para darnos a entender y a quien quiera oir que oiga, que alguna vez pasaron Gustavo Rearte y John William Cooke por estas nuestras vidas. Y tal como lo aprendimos junto al Negro desde el palo peruca de Nuestra America, el Enemigo siempre va a ser el mismo. Tampoco importa que lo voten. La Gran Masa del Pueblo con solo no creérsela entra a junar caminos del Porvenir. Y los antídotos ideológicos del pauer a la menor de cambio vuelven a brotar en las conciencias. Gracias Chacho. El viejo Jacinto me cuenta que en los Charrales de Chalate, los torogoces de Patamera hace un día que no callan y el canto ya pasó de rama en rama por el Tamarindo, donde formaba el K93 dirigiéndose hacia la Montañona. Donde el Negro Hugo y La Juana aguardan al Corto Maltés con la misma ternura que alguna vez recibieron esas pineras a Ernie Pike. Te quiero mucho y te voy a extrañar más todavía mientras Ilda rememora saudades, lo bien que la pasábamos parlando como descocidos. Te cuento que ayer encontré aceite de oliva, dos litros a 120 mangos. ¡Qué tal!»
Fuente: Resumen Latinoamericano.