Afganistán: Las amenazas a la democracia del fundamentalismo

La reciente toma del poder por el talibán en Afganistán es para occidente no solo la tácita derrota negada por los gobiernos de las tropas occidentales que abandonan el territorio precipitada y desordenadamente, también el implícito deterioro regional de la seguridad por las implicaciones políticas, económicas y militares que el arribo al poder de parte de estos combatientes fanáticos, implica.

Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*

Ello porque el talibán se constituye por campesinos miembros de diferentes tribus del país, coaligados por razones religiosas, de honor y políticas, superando sus diferencias en el propósito de constituir un frente común, favorecido por la accidentada geografía local, la historia y el enemigo común: el invasor extranjero.

La religiosidad siempre ha tenido un extraordinario peso en la historia de la región, pero su versión actual es una extremista del islam, que además se alimentara políticamente desde EU, degenerando en una tradición radical y fundamentalista, que se manifestó crudamente en la destrucción de las estatuas de los Budas de Bamiyán, que eran reliquias muy valoradas, y que destrozarán por razones religiosas. No escapa tampoco la interpretación que del islam hacen estos religiosos combatientes que vuelven a la mujer objeto de esa interpretación, siendo común su abandono total y hasta su asesinato público ritual por las razones mas abyectas, reduciendo a la sociedad afgana a una tácita medievalización, anulando de los sectores ilustrados mientras se favorece a los más atrasados e intolerantes.

Una simple comparación del Afganistán de los años 60’s a la fecha devela crudamente el retroceso sufrido por la sociedad afgana, particularmente cuando se aprecian imágenes que evidencian una sociedad progresista y abierta, en contraste con la brutamente cerrada que es actualmente.

Debería ser aquella suficiente advertencia de las consecuencias que tiene el que la política mas bajera instrumentalice para sus oscuros fines, a estos sectores aún mas oscurantistas, los cuales son por definición intolerantes y extremistas, por lo que su radicalización solo necesita las condiciones idóneas para hacerlo, y ellas puedan derivar simplemente de brindarles el espacio político, que utilizaran para instalarse en el poder procurando a su vez anular a cualquiera que suponga una amenaza a su identidad, justificándose en el mandato divino que supone su interpretación de la supuesta verdad revelada, y que lamentablemente ya vimos no solo en Afganistán, también en Arabia Saudí, donde la muerte por apedreamiento o el matrimonio por honor son comunes, y a pesar de la riqueza abundante, hasta el 75% de la población es obligada por la tradición y la religiosidad extrema, a una vida de supervivencia subhumana.

Entonces, las alianzas que la política partidaria procura con el pentecostalismo, debemos objetarla como la amenaza que es a la democracia, pues son opuestas en sus fines, pues el Estado moderno no puede concebirse reducido por ninguna religiosidad castrante, y la fe, que es un derecho intrínseco al ciudadano, debe siempre supeditarse al orden constitucional, a la norma, y no mas a la arbitraria interpretación de lo que debe ser, admitiendo la diversidad y la libertad, que son baluartes del Estado moderno.

*Educador salvadoreño

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