Falso histórico: ¿solo hombres hicieron la independencia?

(Izq) Prudencia Ayala y su madre (der) Coronela del movimiento de los 44

Mucho falso histórico se ha dicho sobre noviembre de 1811. Lo cierto es que las 10 familias elites de la época: Delgado, Arce, Morales, Viña-Señor, Fagoaga, Rodríguez, Escolán, Vallejo-Molina, Díaz del Castillo, de Silva más que acompañar a la población (por quienes sentían desprecio racial y miedo) en un alzamiento independentista juraron al finalizar las revueltas de noviembre-diciembre 1811 respeto y obediencia a la corona española.

Por: Marvin Aguilar Umaña*

Si había un punto en que pobres o ricos, mujeres u hombres estaban de acuerdo era en ya no tolerar las formas absolutistas, déspotas, centralistas y tiránicas de las autoridades locales que desde Guatemala enviaban a administrar la intendencia y provincias salvadoreñas. Guatemala explotaba a El Salvador y eso era ya insostenible.

I

El descontento popular venia desde 1807 ocasionado por el anquilosamiento y agotamiento del modelo político colonial que imponía leoninos impuestos, la precaria situación económica por la caída de los precios del añil, la guerra entre España e Inglaterra que detuvo el comercio, una escasez de alimentos agravada por una plaga de langostas caldearon los ánimos de la plebe para insurreccionarse. Ya había sucedido en 1794 en Sonsonate y 1800 en San Francisco Gotera con alzamientos indígenas que no llevaban la impronta independentista.

Las tácticas para detener esta grave situación socio-política-económica que las autoridades coloniales de San Salvador implementaron fueron una serie de medidas entre las cuales se consideraría insurgentes a todos aquellos que comunicaran noticias falsas y capciosas a favor de los franceses en España (que era a quienes se acusaba de propagar en nuestras tierras ideas libertarias y ateas); de los alzados de México; también al que hablara mal del Gobierno supremo de la nación, el congreso; al que tratara de sembrar distinción o desavenencia entre españoles americanos y europeos. Para eso aumentó el control y vigilancia de la población y se encerró en las cárceles a sospechosos acusados de subversión.

Esta ola represiva nos permite ahora encontrar registros de la participación de las mujeres en las luchas políticas en la época colonial.

María Eugenia López en su investigación sobre las mujeres en las Revueltas Populares de 1811, nos revela una lista de prisioneros que el alcalde de Zacatecoluca envío a los juzgados de San Salvador para indultar a un grupo de indígenas y afro descendientes que se habían amotinado en su localidad. Aquí encontramos entre otros a: María Anastasia, india de Santiago Nonualco y María Luciana Montes india de San Pedro Nonualco. También en Santa Ana los pobladores se alzaron contra las autoridades y allí encontramos igualmente mujeres que no solo participaron sino organizaron la protesta: la profesora Juana de Dios Arriaga, la afro descendiente Inés Anselma Ascensio, profesora de religión y Dominga Fabia mujer de Francisco Reyna líder principal de la revuelta. La reacción de las autoridades españolas ante estas manifestaciones populares en El Salvador fue echarle la culpa a Francia. Acusaban que buscaba desestabilizar las colonias ibéricas para fortalecer la toma del trono en Madrid que había hecho Napoleón Bonaparte en 1808. En realidad las causas eran locales: la grave situación en el campo con el añil, la hambruna, desempleo e impuestos excesivos decretados por las autoridades locales. A sabiendas de estas evidentes realidades los españoles no se midieron al calificar de populacho ignorante y subversivos al pueblo alzado. Es indudable que si las protestas fueron por la grave crisis económica que atravesaban los salvadoreños en las postrimerías de la época colonial el papel de las mujeres en esas revueltas fue determinante ya que eran ellas quienes no solo trabajan en el campo, sino además vendían los productos que escaseaban o encarecían, y que, eran con su actividad diaria las que pagaban aquellos tributos injustos.

II

1821 encontrará a El Salvador sin medios escritos y sin imprenta. Es hasta la republica media (finales del siglo 19 y comienzos del 20) que ubicamos a las mujeres construyendo la identidad político-social patria imponiéndose ejercer roles vanguardistas al convivir en una sociedad patriarcal, machista y atrasada culturalmente.

Cuando solo el 46% de las mujeres urbanas podían leer y escribir Antonia Navarro, profesora en el Liceo Salvadoreño fue la primera mujer graduada en la UES como ingeniero civil en 1889. Pero también las mujeres jugaran un papel importante para 1894. Aconteció el derrocamiento del presidente Carlos Ezeta y su vicepresidente, Antonio Ezeta. Dicha insurrección estuvo liderada por el movimiento de los 44. Allí hubo mujeres como Carmen González, Dolores Cámbara, Bernarda Calderón, Fulgencia de Peña, Eusebia de Monterrosa, Fidelina Chinchilla, Lidia Calderón Macall, Socorro Ladrón de Guevara, Concha Aguirre, Julia Pineda y de manera especial se sabe sobre cómo en medio de soldados hombres Petrona Villeda fusil en mano murió combatiendo por expulsar del poder a los hermanos Ezeta. Dentro de las veteranas de la lucha por sacar del poder a los Ezeta estaban Aurelia Ayala y la negra Macaria. Quienes mantuvieron en su entorno vivo el recuerdo de esas luchas de 1894. En esa atmosfera creció Prudencia Ayala, su hija. Que luego en 1930 será la primera mujer en presentarse como candidata presidencial no solo en El Salvador sino de Latinoamérica. Siéndole negado ese derecho por la Corte Suprema de Justicia de la época que estableció en su sentencia que esa posibilidad consagrada en la Constitución de 1886 estaba referida solo a los ciudadanos hombres.

A comienzos del siglo 20 la organización de mujeres será más notable: Victoria Magaña de Fortín santaneca fue una de las primeras articulistas sobre derechos de las mujeres en 1902. Y alrededor del unionismo centroamericano anti estadounidense surgirán las asociaciones de mujeres. Héctor Lindo Fuentes nos detalla el surgimiento, desarrollo y objetivos de este fenómeno que será la semilla del feminismo actual salvadoreño. Hago notar lo injusto que se destaque la participación de Farabundo Martí en el ejército de Sandino en 1928 ignorándose que en 1912 Lucila Matamoros se convirtió en la heroína de la revolución liberadora de Nicaragua contra la invasión yanqui. Murió en la batalla. Lucila Matamoros inspirará a Prudencia Ayala y tras ellas se crean asociaciones feministas patrióticas en Ahuachapán con Estefanía Juhl, Cristina Padilla y Delfina Lagos. En San Miguel, San Vicente, Sonsonate, San Salvador, Quezaltepeque también organizaron comités de señoras y señoritas para contrarrestar la intervención de EE.UU. en Centroamérica. Aquel patriotismo femenino logró el voto parcial para las mujeres en 1921 siendo El Salvador el primer país de Latinoamérica en otorgarlo. Este espíritu perdura plasmado en el inciso segundo del artículo 89 de la Constitución actual.

Corolario:
En la actualidad el feminismo salvadoreño esta mas fuerte y vigoroso que nunca. Y hemos querido desde esta columna saludar orgullosos a estas mujeres -que no son todas- y que desde sus creencias ideológicas, religiosas y políticas reivindican la matria El Salvador. La patria en 200 años tuvo y tiene mujeres que han luchado contra la adversidad del machismo y tienen un lugar en la memoria colectiva nacional y la historia de siempre se niega a dárselos. Hay una deuda de 200 años de parte de historiadores y gobiernos con las mujeres salvadoreñas sobre darles en el altar patrio el lugar que corresponde por haber estado no atrás sino junto y algunas a la cabeza de los que también desearon la independencia centroamericana.

*Antropólogo cultural

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