Su última entrevista: Tilo Sánchez

Walter Raudales (der) y Tilo Sánchez (izq) en entrevista.

Un mes antes de su fallecimiento, habló con El Independiente. Con el dolor de su partida física y la alegría esperanzadora de su ejemplo, publicamos como homenaje sus palabras.

Por: Walter Raudales

La plática fue larga y me impresionó su sinceridad. Fue el segundo encuentro, el Padre Tilo ha sido uno de los más entusiastas con el Movimiento ciudadano que impulsamos desde El Independiente Radio, desde el inicio llamó motivado y pidiendo integrarse, “como uno más”, me dijo.

En el conflicto pasado Tilo es una figura clave, estuvo desde el génesis de la revolución, uno de los primeros organizadores de la Federación cristiana de campesinos salvadoreños (FECCAS) y Unión de Trabajadores del Campo (UTC), semillero de lo que posteriormente serían las bases de las Fuerzas Populares de Liberación (FPL). Hablamos de eso, y le brillaban los ojos, estaba vivo para contarlo, y me lo contaba.

“El mártir, es el que Dios escoge”, me dijo y me explicó cómo fue el asesinato del jesuita Rutilio Grande, en un operativo dirigido para asesinar al también jesuita panameño Marcelino Pérez, pues Padre Marcelino trabajaba con los jóvenes y estaba organizado, pertenecía al Comité Departamental de las FPL. Era conocido que Rutilio y Marcelino viajaban en el mismo carro a dar misa todos los sábados, Rutilio celebraba en El Paisnal y Marcelino en el cantón

EL Tronador, todos los motoristas de los camiones cañeros conocían a Marcelino y como Rutilio se atrasaba, ese día del asesinato, Marcelino le pidió aventón a un joven que conducía un tráiler cañero que precisamente iba para el Tronador, en el camino vio el dispositivo militar apostado en el camino pero no imaginó que era contra él mismo, ni que asesinarían a Rutilio minutos después y que eso cambiaría la historia.

Algo similar pasó con el Padre Rafael Barahona, que se salvó de ser asesinado porque los guardias le confundieron y asesinaron a su hermano gemelo. “Hoy Rafa, vive en el paraíso terrenal, la ciudad de Tequila, México”, me dijo.

Luego Tilo respiró, hizo a un lado su mascarilla, tomó un sorbo de café, y habló atropellándose con los recuerdos… En mi caso fue igual, me salvé por esas cosas que pasan.

Un miembro de la temible organización paramilitar ORDEN, era jefe de zona, casi me obligó a ir a su casa a hacerle una misa de acción de gracias, en las afueras de San Martín, “pero lléveme en su pick up porque no sirve el vehículo de la parroquia” y así fue, su carro ya lo conocían los soldados que iban a matarme, pensaban que yo iría en el carro de la parroquia, hasta nos saludaron no iban a imaginar que yo iría en ese carro, al regreso la gente me salvó llevándome por otro camino. Varios creyeron que el muerto era yo y no Rutilio.

Ese mismo fin de semana habían decidido asesinar tres sacerdotes y los tres que éramos el objetivo nos salvamos. “Así es esto”, me dijo, “Así es Dios”, le dije y sonrió.

El presbítero Tilo, usa un bastón y su inconfundible bigote, intercambiamos libros, me pidió que le fotocopiara unos y me regaló otro: Europa y América, léelo, me dijo, este me lo robé en Italia, en un Congreso, estaba en una mesa, nadie lo tomaba y me lo he leído varias veces, me escribió una dedicatoria, mientras lo hacía me dice: yo no me pongo Padre, me denomino Presbítero.

“Al padre Isidro Menéndez, le decían presbítero y doctor y a Ellacuría: Presbítero y Rector”, le dije. – A mí sólo decime presbítero nada más, y me dejó este hermoso texto:

“Al amigo, al hermano, al compañero Walter Raudales. Este libro es con la obligación de leerlo, copiarlo y regalarlo, para recuperar lo que nos ocultaron… y lo que perdimos. Con toda la historia y la amistad. José Rutilio Sánchez. Presbítero”.

Hacía mucho tiempo llevaba una pregunta guardada y al tener en frente a Tilo se la solté con bastante tacto, porque sabía que iba a remover algunas fibras ahí guardadas. Dime y FECCAS fue creada en verdad por los jesuitas o por las FPL, o las FPL reclutaron a varios jesuitas y luego vaciaron a FECCAS en la organización guerrillera o al revés. ¿Cómo fue la cosa?

Mira, hay varios personajes claves en esta historia: Un cura Venezolano de nombre Manuel Rodríguez (que venía de la Democracia Cristiana internacional) que inició con la organización campesina y las capacitaciones de seminaristas y sacerdotes, yo estaba entre uno de ellos, recuerdo muy bien una frase que decía de la Venezuela de aquella época: “Es un barco de oro, en un mar de petróleo con la tripulación hambrienta”.

Ramón Vega, un obispo de Bélgica que introdujo en el país el Centro Obrero Católico e introdujo el famoso juego de letras: JEC (Jóvenes Estudiantes Católicos), JOC (Juventud Obrera católica) y otras.

También es clave un profesor de moral del Seminario San José de la Montaña, el jesuita Ladislao Segura, allá por los años 1964 al 1969, era rector del seminario y nos explicó de manera contundente la moral y práctica.

Él iba de parroquia en parroquia buscando vocaciones y se sentaba con los jóvenes a comer pupusas y a platicar con los seminaristas y les insistía en la necesidad de la organización real, más allá de lo religioso.

Había también un Obispo en San Vicente, que desde su óptica y a su estilo, sin él proponérselo, ayudó mucho a la organización. Pedro Arnoldo Aparicio y Quintanilla. Tenía organizado a los campesinos de su parroquia con la estructura de los batallones romanos: cada párroco tenía una centuria (cien hombres) con un jefe y esa centuria estaba estructurada en decuriones (grupos de diez hombres por cantón), el resto eran soldados de Cristo. Muy similar a la organización de los cristeros de México.

Cuando Rutilio Grande llega a El Salvador viene muy animoso a poner en práctica lo que ha aprendido sobre la nueva pastoral, crea y aplica las famosas “misiones” en diferentes pueblos, a mí –dice Tilo- me nombró coordinador de acción, ya estaba por ordenarme sacerdote. Estas misiones eran prácticamente una intervención, una invasión en los territorios. Recuerdo varias exitosas en Ciudad Barrios y en Metapán.

Cuando Rutilio llega Aguilares ya estaba FECCAS. El compa Gerónimo, en la zona de Suchitoto ya había comenzado con la organización embrionaria, luego Gerardo Milla, la impulsa. Ahí entra en escena un joven campesino inquieto y listo de nombre Apolinario Serrano, que era un joven que se congregaba en San Martín y Suchitoto, al huir (por la represión) los sacerdotes de la zona, Apolinario se iba a escuchar misa en Aguilares, ahí lo reclutan los jesuitas y las FPL simultáneamente.

Muy similar al proceso de otro personaje clave: Justo Mejía que ya estaba reclutado antes por Salvador Cayetano Carpio (Marcial) y lo infiltra en las parroquias.

Todos estos jóvenes que marcan la historia vienen unos de procesos organizativos de sus parroquias y otros de movimientos de masas embrionarios. Surgen también de una estructura germen de cristianos católicos llamada “el primer viernes”, una gran asamblea con todas las organizaciones de las parroquias para fortalecer la estructura religiosa.

¿Y tú por que no escribes toda esta enorme vivencia? Le pregunté a Tilo. Y muy honesto me dijo:
– Desde que pasó lo de Marcial quedé vacío, como un saco roto y me ha costado recuperarme. Tengo un diario del inicio de la lucha que es lo único que pude salvar.

Y seguimos platicando con Tilo, le conté mi visión de las cosas en El Salvador de hoy, del Movimiento de la semilla de Mostaza que impulsamos desde El Independiente del que él es ya miembro y le consulté varias cosas del camino que debemos recorrer y establecimos una hoja de ruta.

Al terminar me dijo ya de pie: “Buscá al Padre Marcelino Pérez, tu eres amigo de él, y que te amplíe lo que andas buscando. Una vez Marcial me envío un papelito y ahí me decía que yo era el número 28 de las FPL. Él tenía una hoja volante que la imprimían en mimeógrafo: Estrella Roja, ahí nos daba las orientaciones”.

Este fue nuestro segundo encuentro, salí como aturdido, le pedí al Señor de nuestros padres y abuelos, al Dios de la Misericordia que me diera fuerzas y sabiduría para recorrer todo el camino que se me ponía por delante.

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