Por: Francisco Parada Walsh*
No, golpeados, sí. No apelo ni a lástima ni a la gloria, solo que durante esta mañana del 4 de septiembre de 2021 tuve que hacerme muchísimas preguntas sobre qué pasará con mi vida; me siento triste, quizá sin esperanza pero no derrotado; días y noches de darle vuelta a lo mismo, cómo pudimos llegar a otra confrontación, a volver a matarnos, a volver a torturarnos, a volver a nadar en ríos de sangre azul y blanco; en ese pequeño espacio, esos centímetros que me cobijan y esa tierra que piso que se llama El Salvador debo seguir luchando, siempre habrá comida para los perros amigos que vienen a visitarme, albergaré a los gatos que la vida me regale, seguiré atendiendo a ese paciente invisible que solo tiene rostro al momento de elegir a sus autoridades, no dejaré de ser feliz, de escuchar los ríos, el canto de las aves y la risa del niño.
Mi vida es efímera y lo tengo quizá demasiado presente, viviré cada día dando lo mejor de mí a cada persona que necesite una ayuda, mi vida será la misma, no puede la maldad derrotarme, no importa lo que se viene, no; debo creer en mi prójimo y servir, y recordar siempre, y agradecer cuando algún amigo me ayudó en los peores momentos de mi vida; todo regresa, dejo la maldad a un gobierno malo en todo sentido y atesoro la bondad que esta montaña me ha enseñado, el compartir el con qué con el otro, a ayudar a alguien que necesita un favor, a tomar guaro con mi vecino, nadie es más, nadie es menos; claramente mi canasta básica sufrirá un gran desajuste y debo volver a la tierra a que me regale comida, frutas, vegetales y como agradecimiento a la madre tierra volveré a ella y daré gracias por todo lo que me dio, mi cuerpo frío debe ser devorado por gusanos, deben haber plantitas que llegarán por curiosidad a conocer al nuevo integrante del cementerio pero se quedarán a vivir conmigo para siempre; sino pienso de esa forma estaría loco, quizá me creería inmortal cuando no somos nada.
En ese espacio de tierra que me corresponde debo sembrar rosas y esperanzas, pinos y sueños, güisquiles y servicio. Todo queda, todo pasa; menos lo que hacemos por el otro. Derrotado no, triste si, ante la debacle que se ha causado con todo el dolo del mundo a un país de los más sufridos, no se vale lo que están haciendo con mi gente pero nada puedo hacer; debo aclarar algo, todo empleado de la institución que sea y que llegó a este trabajo gracias al partido Nuevas Ideas es cómplice y debe recibir todo el castigo, dolor, llanto y muerte de lo que apoyan, no se puede pensar que “Necesito el trabajo”, no, han servido a un presidente que destruyó al país y debe cada empleado desde el más bajo nivel hasta el más alto perfil recibir toda la maldad que ellos sembraron en el nombre de un país mejor.
Mi amor por mis pacientes y mi hermano seguirá intacto, ese gozo por vivir rodeado de bellísimas plantas, gatos rebeldes y adorables perros no cambiará, no; solo debo creer que no hay espacio en mi corazón para que el mal venza al bien, debe el bien ser la luz de mi vida. “En río revuelto, ganancia de pescadores”, este sabio refrán será mi bitácora donde el río es mi patria y los pescadores son los invisibles, y debo a ellos deberme. No es el odio, el arrepentimiento, la venganza las armas que atacarán al opresor, sino la compasión.
*Médico salvadoreño