«La experiencia inmersiva» muestra el universo colorido de Frida Kahlo

Por Alondra Flores Soto.

No le tengo miedo a la muerte, pero quiero vivir. Habla Frida Kahlo en la exposición dedicada a entrar en su universo, como a un sueño entre lluvias de flores, plantas, aves, monos y corazones que se multiplican. Frida: La experiencia inmersiva propone celebrar su trabajo con una manera novedosa de conectar con su espíritu y sus pinturas, que cobran vida en animaciones murales mientras se escuchan extractos de diarios y cartas.

Kahlo es una de las artistas más famosas en el mundo y más reconocidas; su rostro tantas veces retratado por ella misma, sus peculiares cejas, las flores trenzadas y el vestir tradicional la han convertido en un personaje reconocible en el arte y la cultura popular. “Su vida y su obra cuenta una historia extraordinaria de resiliencia y creatividad”.

Su biografía se transmite emocionalmente con el movimiento de sus cuadros, música compuesta especialmente para la exposición, que se exhibe en el Frontón México. Sus vestidos se convierten en un marco de referencia para el desfile de imágenes que envuelve muros y el piso. “Yo te cielo, así mis alas se extienden enormes para amarte sin medida”. Así escribió ella su amor, su pasión por la existencia.

La columna rota

Gran parte de su vida transcurrió en el esperar de la angustia de tener la columna rota, después de un accidente en un camión que a los 18 años la destrozó con 11 fracturas y la hizo sufrir 32 cirugías durante su vida, y al final perdió una pierna.

Famosa en gran parte por sus autorretratos, trasladó la agonía a los lienzos, que muchas veces realizaba gracias a un espejo mientras convalecía en cama. También pintó el dolor por la pérdida de un bebé en un aborto espontáneo, como lo hizo en Niña con máscara de muerte, de 1938.

Algunos de sus lienzos más representativos son mostrados con detalle, como Las dos Fridas (1939), en el que representó el desdoblamiento de dos identidades, sus corazones y manos en unión; La columna rota (1944), que muestra torso desnudo, sostenida por una columna de mármol y un corsé blanco. También destaca La venadita (1946), que realizó el mismo año de una cirugía muy difícil, de la que nunca se recuperó.

Diego niño, pintor, amante, esposo, le narra al espectador esta parte de su vida, su gran amor, compañero y maestro. Son parte de los intermitentes audios de la voz femenina; la mayor parte del tiempo son la lluvia, el viento, las guitarras y la banda de viento oaxaqueña las que narran, en constante transición de color: “Me subí al camión, el pasamanos me atravesó como espada”.

Plantas y animales

Kahlo pasó mucho tiempo en el jardín de su casa en Coyoacán durante los últimos años de su vida, donde forjó una conexión profunda con sus plantas y animales, que quedaron plasmados en sus lienzos, como loros, monos o un gato negro. En la pintura Raíces se dibujó recostada sobre la tierra, con tallos que brotan de su pecho: se trata de una reflexión acerca del renacer entre la muerte florida, una transformación en la naturaleza.

Hace un siglo, la gente asistía elegantemente ataviada al Frontón México. Luego cerró por muchas décadas, hasta que se recuperó el espacio en 2017, para ofrecer espectáculos y conciertos. Ahora, el gran edificio art decó frente al Monumento a la Revolución, en la colonia Tacabalera, es una galería digital viviente que se ha convertido en los sueños de Frida, con la muestra abierta de martes a domingo. Los boletos se pueden adquirir en Ticketmaster o en la taquilla del lugar, con entrada limitada cada hora.

La experiencia dura unos 45 minutos. El espectador ingresa a un gran salón, rodeado de las pantallas donde se proyectarán las imágenes en movimiento constante. Ya sea de pie o entre sillones, se puede apreciar la sucesión de 29 obras.

En un extremo del núcleo principal hay un área interactiva que con el movimiento del cuerpo transforma la apariencia de criaturas fantásticas, en un juego inspirado en la dinámica surrealista llamada cadáver exquisito, que Frida compartía con sus amigos en fiestas. En el otro extremo, se encuentran dos escenarios para tomarse fotografías como si se fuera parte de uno de sus cuadros. De igual forma, hay un óleo digital para hacer dibujos de trazo libre con pinceles que delinean color.

La aplicación gratuita, para descargar en dispositivos móviles, permite una experiencia más informativa de la visita, con datos sobre su vida, por ejemplo, que nació en 1907 en Coyoacán, se casó a los 22 años con Diego Rivera y falleció a los 47 años, el 13 de julio de 1954, en la misma casa donde vio la primera luz.

También ofrece la lista de las 26 pinturas que se muestran durante la proyección, con el título, año de creación y una breve explicación.

“A pesar de mi enfermedad, tenga alegría inmensa de vivir y morir”, escuchamos a Frida, que renace en forma de venado, en un sol anaranjado como semilla de vida y con lágrimas de sabiduría, porque en los últimos años Frida pensaba en la conexión con el todo.

“Viva la vida”, se lee en la pulpa de una refulgente sandía, en el cierre del viaje visual. Pocos días antes de morir alcanzó a escribir esta frase sobre el lienzo de la que se dice que fue su última obra.

Fuente: La Jornada.

 

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