Este 4 de septiembre se le dio el tiro de gracia a una nación, a El Pinochini de América que no pudo mentir para salvar su pellejo y fue fusilado, a El Salvador de Qué quien fue incapaz de salvarse a sí mismo; nada de lo que sucede es extraño, en mis sencillos artículos hice señalamientos sobre el derrotero que llevaba el país, pocos hermanos pararon las orejas, no, al contrario, lo que había era un gozo perverso del maltrato al personal de salud, aun, fue el mismo personal de salud quien se burlaba de lo que este triste gremio sufría.
Por: Francisco Parada Walsh*
Este día se escribe una de las páginas más negras y remendadas en la languidecente historia de esta llorosa tierra, pensé que al morir quizá dejaba un mundo mejor que el que me recibió pero no será así, al contrario, un país siempre patojo, lloroso, nadando contra corriente llegó a su fin. Hay dolor en el alma.
Me siento destrozado, no hay sangre azul y blanco sino agua chirle que corre por mis venas y mi vida; dentro de cada salvadoreño que echó leña al fuego hay un cómplice de esta tragedia, pudo más el fanatismo que la visión de nación y ahora, los frutos y la cosecha se cortan con guadaña, es la muerte quien será la dueña de la vida del fanático, y tristemente de sus futuras generaciones.
No es difícil entender lo que se viene, mientras el diablo afila su tridente, más de treinta mil personas cantaban embriagadas un himno del que apenas saben la primera estrofa, ríos de cerveza, un falso patriotismo, todo es mentira; luego de esa pasajera felicidad viene lo duro, si, esa medicina amarga que el presidente ofreció será el hambre de una familia, la migración de cualquier salvadoreño sin importar su clase social, las detenciones arbitrarias solo por pensar diferente, la muerte de los que se opongan a las órdenes de este pseudo dictador.
Las señales eran francas pero fueron dejadas a un lado, el rencor, el odio, el revanchismo, la mentira, la corrupción se fueron posicionando de un país que vive siempre en una guerra eterna; pero la maldad ha sido superada con creces, un país perdido será manejado por una pandilla de piratas que no les importa la vida y menos la muerte de este pueblo; será un desastre inimaginable, pero aun, hay miles de personas aferradas a un fanatismo enfermizo.
¿Qué será de esa persona que la obligarán a pensionarse? ¡Morir de hambre! ¿Qué será de ese médico que creyó en un retiro digno? ¡Migrar! Tuvimos el tiempo para defender a la patria pero preferimos hacernos los desentendidos, ese salvadoreño que se va de farra a la playa mientras le dictan sentencia de muerte.
4 de septiembre de 2021, una fecha para el olvido, apenas a once días de conmemorar un falso bicentenario, esta sufrida patria cae, se despedaza y con toda la maldad del mundo, el presidente le da un puntapié a la tumba que representa a más de dos cientos mil personas asesinadas; quienes vivimos la guerra no queremos una pizca de violencia pero eso poco importa, mejor dicho no importa nada; vuelve la represión, la tortura, el llanto de la madre, el llanto de un hijo, el llanto de la vida ante una muerte que no tuvo que regresar a este país tan adolorido.
Luto nacional. Una nación ha muerto, aun, no entiendo cómo puede haber tanta maldad en una persona, no, no puedo ni imaginar que mi prójimo no importe, que la pobreza reviente a cada familia, que no se tenga qué comer, que el llanto será el nuevo himno nacional.
Me entristece lo que pasa y pasará pero poco puedo hacer, mientras escribo estas líneas, grupos de profesionales se divierten con mensajes aparentemente graciosos cuando el miércoles no tendrán qué comer, andar cual ánimas en pena de la seca a la meca, los hijos deben salir de esos colegios bilingües directos a escuelas más que públicas; la hipoteca no se podrá pagar, se perdió la casa de los sueños, las pensiones serán miserias ¡Si es que las hay! Luto Nacional.
“Los mismos de siempre” nos jodieron, pero cual chontes abrimos el pico para que nos zamparan la sopa de pitos ¿Por qué no me sorprende lo que se vive? No me sorprende, no, me causa tristeza la tragedia que se viene donde siempre el pobre, ese pobre invisible que en su triste vida e ignorancia histórica creyó en su “tío Nayic” ¡Así se le decían hace un año en el área rural al joven presidente! Le apostaron a aniquilar al país y lo han logrado; si aún, en este momento al gobierno se lo tragara la tierra, el daño está hecho. Luto Nacional. 4 de septiembre de 2021 será la fecha que cual epitafio, se escribe en cada corazón salvadoreño.
*Médico salvadoreño