Desde hace más de un año, la economía mundial se enfrenta a una creciente escasez de chips y los fabricantes no logran dar abasto. Varios analistas creen que el problema está lejos de resolverse y que continuará afectando directamente al bolsillo de los consumidores.
La escasez mundial de chips se hizo evidente en la segunda mitad de 2020 y son varios los factores que la provocaron. Según explica a Rossiskaya Gazeta el analista Evgeni Grankin, la demanda de tecnología informática en todo el mundo ha crecido en los últimos cinco años con el aumento del uso de la inteligencia artificial y la aparición de la minería de criptomonedas. Así, en los dos últimos años la capacidad de su producción se ha visto desbordada.
«Durante la pandemia, la necesidad de electrónica para los servicios en la nube se ha sumado a esta demanda y las ventas de ordenadores simplemente han aumentado. Otros factores como las graves sequías en Asia que provocaron interrupciones en las fábricas de chips, el cambio de Apple de procesadores Intel a procesadores propios y la recuperación del flujo de pedidos de chips de los fabricantes de automóviles también influyeron», explicó el analista.
Según él, se ha formado un cuello de botella con las empresas que controlan efectivamente el mercado porque el mayor fabricante, la estadounidense Intel, solo produce chips para sus propias necesidades, mientras Samsung, TSMC y varias empresas pequeñas no alcanzan a satisfacer la demanda mundial.
¿Quiénes pierden más?
Una de las esferas más afectadas por la escasez de los chips es el sector automovilístico, opina el experto. Los fabricantes han anunciado subidas de precios del 10% para los chips de alta tecnología y del 20% para los menos «avanzados». Mientras tanto, la cuota de mercado de los semiconductores para la industria del automóvil es solo de un 10% del mercado mundial de semiconductores que genera aún menos beneficios en la proporción.
Según Grankin, la ruptura de las cadenas de suministro de chips prevé que para 2021 pueda hacer que el mercado automovilístico no se recupere en absoluto o lo haga de forma marginal en comparación con el 2020.
Es así que las estimaciones de pérdida de ingresos para los fabricantes de automóviles aumentan constantemente y se calculan en 110.000 millones de dólares, mientras que el mercado perderá entre cinco y siete millones de coches.