¿Los fenómenos naturales son acaso posibles castigos divinos?

Para aludir el mes septiembre como ya lo ha referido en el pasado número 69 de este boletín el Dr. Andrea Mutolo que presenta un panorama de los sucesos del 19 de septiembre 1985 en comparativa al 19 de septiembre 2017, la movilidad social y la respuesta nula de los sectores federales y estatales que dio como resultado un papel central y protagónico de la Iglesia católica y denominaciones evangélicas.

Por: Adriana Salazar Medina*

Es evidente que en ambos casos el contexto fue distinto, pues las afectaciones materiales y pérdidas humanas que se registraron atienden a demarcaciones diferentes, con varias décadas de diferencia, cifras que ya se han cuestionado. Se ha reflexionado en un sinfín de medios la solidaridad de la gente ante estos desastres naturales, y la capacidad de organización voluntaria de la sociedad civil, Sin embargo, en lo que sí guardan relación es en la respuesta tardía por parte de las autoridades federales y la incapacidad de poner en marcha planes de acción que reparen los daños colaterales.

Ejemplo de lo anterior es el pueblo de San Gregorio Atlapulco “donde revolotea el agua” perteneciente a la Alcaldía Xochimilco que sufrió uno de los más severos daños materiales en el sismo del 19 se septiembre 2017 donde entre incontables daños se encuentra la Parroquia principal del pueblo de San Gregorio Magno considerada Patrimonio cultural y que después de 4 años aún se observa una lenta respuesta por parte del INAH para su restauración.

Es preciso notar que, ante esta clase de fenómenos, el espíritu religioso brota en el más puro sentido popular, pues la necesidad de darle una explicación a la aparente coincidencia de desastres naturales en septiembre y relacionarlos con el fin de los tiempos apocalípticos y castigo divino es habitual. Para sostener lo antes referido el reciente sismo del pasado martes 7 de septiembre de 7.1 a las 20:47 hrs., hora local, genera una vez más cuestionamientos respecto a la creencia de un Dios que castiga mediante desastres naturales.

Las inundaciones en Estado de México, Hidalgo y comunidades aledañas preocupan a la población mayormente afectada y asociación estos eventos con castigos divinos Pues se observa que creyentes y no creyentes se apoyan en pasajes bíblicos que refieren a la destrucción y sufrimiento humano por medio de calamidades. (Génesis 6 :17) (Lucas 21:11) (Mateo 24:29) como recurso inmediato de su fe. Sin embargo, esta postura no es solo una visión religiosa, sino que a menudo lo religioso y científico conviven para un discurso más nutrido y más completo.

Esto quiere decir que las pasadas teorías que solían contraponer estas dos, distan de una visión satisfactoria. Como ya lo ha sugerido Javier Monserrat, catedrático Jesuita de la Universidad Autónoma de Madrid, es casi imposible tratar de separar la ciencia de la religión, asegura que en el campo de la Ética estas se encuentran.

No cabe la menor duda que lo religioso está intrínsecamente en el individuo como sujeto social, que responde a necesidades múltiples, en este caso de carácter de desastre natural.

*Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM)- México

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