¡Trágame Tierra!

Y vomítame en un lugar lleno de valores, donde los sueños míos y de mis hermanos se hagan realidad; donde el verde de tus montañas nos brinden esperanzas por una patria justa y solidaria, esa patria que todos anhelamos.

Por: Francisco Parada Walsh*

Trágame tierra y vomítame en un lugar donde seamos eternos, donde la muerte sea nuestro pasado y que siempre corra sangre azul y blanco en nuestras venas y sobre todo, en nuestros corazones; quiero que mi país sea una perra recién parida que cuida a sus cachorros hasta dando su vida, quizá todo sea instintivo pero no importa, que los instintos venzan a las reglas de la vida; trágame tierra y vomítame en un fresco lago donde sus aguas mojen a todos por igual, donde el yo sea él,  donde ellos sean nosotros; trágame tierra y no permitas que mis ojos vean aviones surcar nuestro cielo rojo ni nunca escuchar a un soldado disparar su arma contra un hermano; trágame tierra y enséñame a amar a mi prójimo y que el odio que vivimos sea una página muy lejana en nuestra historia, que la podamos leer cuantas veces queramos pero nunca arrancarla y nunca olvidar la maldad que escondemos,  esa perversidad que nos guía hacia una patria de cartón, a un remedo de patria.

Trágame tierra y vomítame en una playa llena de conchas nacaradas donde los cocos, marañones e hicacos se rieguen con agua bendita, y no con dolores de mi gente; trágame tierra y llévame lejos, donde reine la paz, que la unión no sea solo un nombre de un departamento y la libertad sea sincera, franca, justa donde todos tengamos un espacio, no ese pedazo de tierra que se llama tumba sino un campo verde lleno de flores de izote  y que nos cobije con su sombra, y que nunca más la sopa de pitos sea nuestra flor nacional.

Trágame tierra y toma mi mano, enséñame que hay otro mundo donde se puede ser hermanos, tierras de gente buena, sencilla, trabajadora y que ese dios esquivo no nos abandone, no, quiero a iglesias fuertes y hermanas del pobre pero no lo que vivimos en esta etapa tan triste de nuestra historia porque entonces, no debemos celebrar nada de nada; no hay independencia si hay miedo, si nuevamente nos conquistan como hace cinco siglos donde los espejos parece serán sustituidos por una moneda sin rostro más que el de un capitalismo voraz.

Trágame tierra y llévate a mis hermanos desesperados que buscan otra vida, lejos de ti, aquí poco importan, acá no tienen futuro y en un fuerte samaqueón de tierra regresa a todos aquellos que te saquearon, que te han robado, no importa vivan en Italia, Canadá, la tierra de Cochise pero no los dejes en paz ¡Que devuelvan lo robado! Trágame tierra, tú ya no eres piñata de nadie donde todos te mancillaban, te daban garrotazos, no, eso no lo debes permitir y si ese fuera el caso, bórrate, húndete en ti misma y llévanos a todos al inframundo y que sea el diablo quien nos refunda en sus infiernos por tratarte mal, por no creer en ti.

Trágame tierra y  vomítame  a un hogar que se llame patria, que nos ame, que nos cuide como nosotros debemos cuidarte, pero no, siempre vivimos en zozobras, en mentiras, en luchas raciales y sociales donde siempre el pobre sale bien jodido.

Trágame tierra, trágame y vomítame en un vivero lleno de rosas, claveles y uvas para que antes de morir sepamos lo que es vivir en paz,  y recuerde desde mi nacimiento hasta el momento que te escribo esta carta; y te cuento que siempre he vivido cuesta arriba, siempre atormentado, siempre con miedo a ser señalado sea por bueno, por malo, por feo o por nada pero nunca libre, nunca soberano; trágame tierra y llévame al pasado, a poder borrar esa parte del himno que dice: Con su sangre escribió libertad” pues debe decir: “Ni con la sangre de sus jóvenes desaparecidos escribe libertad”;  trágame tierra y permíteme ser testigo de que debes inmolar a tantos indolentes que mientras te ven caer a pedazos prefieren el dinero a honrarte, aman la borrachera pero nunca sus manos meter al fuego por ti, que medio bien y medio mal has hecho todo lo que a una madre le encanta hacer: “Amar a sus hijos” y Tierra, quienes te fallamos somos tus hijos, que en nombre de un falso patriotismo nos matamos; trágame tierra y vomítame en una biblioteca y nunca en un polvorín, nunca me dejes entre armas, no, prefiero libros, muchos libros para quizá así conocer tu verdadera historia, de esas historias tristes donde se rencuentran los hijos y sus madres y no es que vivirán felices, solo vivirán.

*Médico salvadoreño

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