¡Caos. No Discotheque!

Lo que vive y sufre el país no es una tragedia sino un caos de proporciones épicas, o quizá bíblicas. A veces nos reconfortamos al darnos palmadas de algún ungüento que alivia los dolores, creyendo que es el Altísimo y su castigo divino quien nos hace pagar el precio de nuestros pecados.

Por: Francisco Parada Walsh*

Pero me pregunto ¿Por qué solo El Pinochini de América carga con tantísimo dolor? No lo sé. Día a día el país cae en un acantilado sin visos de un futuro alentador, tenemos caos económico, caos en la salud, caos en lo social y todavía se remata a miles de familias quemándoles su fuente de ingreso; dándole fuego a la vida para que nazca la muerte y si por un momento pensáramos en esa tragedia que siempre jode al pobre que  de un día para otro pierde todo, es como que  a usted amigo lector le quemaran  todos sus bienes y males ¿Qué hará para comer? No la tiene fácil.

Tristemente es nuestra realidad. Lo que sucede al dejar sin sustento y con deudas a una familia es un crimen de lesa humanidad ¡Algo gravísimo!  y los responsables deben pagar con su libertad y que ese daño causado a gente arrecha sea la sombra de estos sicópatas, que cual Nerón, queman no una ciudad sino mercados para empezar construcciones amañadas donde se robarán lo que sea posible.

Estoy seguro que muchísimas personas que fueron afectadas  por el incendio del mercado San Miguelito votaron por el presidente y qué forma de pagar esos votos que lo llevaron a la presidencia. En salud, día a día los hospitales colapsan, al igual que la verdad; todo es un caos que aunque me cuesta entender, todo se reviste de tanta ignorancia donde la vida de mi hermano no importa.

Todo el país es un caos, el miedo que generó el presidente de la república para lo único que sirvió fue para envalentonar a un pueblo curtido de rojo; se debe desconocer nuestra historia para pensar que a un salvadoreño se le someterá con los fusiles, no, somos grandes ligas de luchas históricas donde verdaderos asesinos se hacían llamar presidentes, ejemplos sobran: La masacre de los jesuitas, el cobarde asesinato y violación de Katia Miranda; ejemplos recientes. Caos, quizá sería esta palabra el nombre de nuestro país, El Caos y no El Salvador.

No puedo entender lo que vivimos, caminábamos patojos pero como sociedad, caminábamos; difícilmente haya un salvadoreño arriba de los cincuenta años que no sufrió los estragos de la guerra civil ¡Yo los sufrí! Y por los jóvenes que deben salvar a este país, jamás quisiera que ese dolor se repitiera pero poco parece importar, muy poco.

Un joven soldado que no tiene ni la menor idea de esa tragedia, no por culpa de él, sino de un sistema educativo que esconde la verdad de nuestra historia y pierde el tiempo en enseñar ecuaciones, condena a ese soldado a creer que unas botas, un fusil y unos guantes son la gloria. Caos que no es caos para los responsables de la tragedia, al contrario, se lucran del hambre, de la pobreza, de la migración, y aun, de la enfermedad ¡Qué tristeza! Caos en un país que siempre ha vivido en caos y viene a mi mente destartalada aquel refrán: “En río revuelto, ganancia de pescadores”; esto es algo peor de lo que he vivido, no, esto es una catástrofe similar a un terremoto, en dos años hemos sido barridos de nuestros cimientos por unos tipejos que no dudan por un segundo saquear todo lo que se pueda, no, esto no tiene nombre, solo se llama CAOS.

Caos y más caos, eso es lo que vivimos, una hecatombe donde nadie saldrá bien librado, nadie; pareciera que nos hemos convertidos en suicidas donde nos atamos bombas o libras de frijoles  a nuestro cuerpo y salimos volando por los aires en partículas cuando se ha logrado el objetivo de destruir; pareciera que cada miembro de Nuevas Ideas es un suicida donde remece y se hace explotar en ignorancia para masacrar a un pueblo en su dignidad. Caos. Caos. Y más caos. Una retahíla de ignorantes que asumen posiciones divinas, llámese ejecutivo, legislativo y judicial.

Salir de la U.S.A.M. en mis tiempos no era difícil, ahí conocí al licenciado  Sidney Blanco, hombre capaz, probo e inteligente. No, quien se iba a la U.N.S.S.A era para los peores tanto en medicina, derecho y otras profesiones universitarias y también en la Masferrer  conocí  a otros no tan honorables como Jerez, “El Chinito” Luis Martínez que después de creerse al último vaso de agua en el desierto pasó a ser un simple preso más. ¡Another ones bites the dust! Esa es nuestra historia, y quizá, los responsables de este caos no deberían olvidar esta página reciente. Los pasos se acercan.

*Médico salvadoreño

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