Coyuntura laboral y la movilización sindical por intereses legítimos

El año va cerrando y después del marco del bicentenario, hay un punto de inflexión que va abriendo brecha hacia otros posibles derroteros—en contraposición la contradicción del uso de decretos legislativos para el supuesto control de la pandemia, sin impedir eventos internacionales y nacionales de futbol, y la alta movilización social en lugares tradicionales que siempre concentran un mar de gente yendo y viniendo.

Por: Róger Hernán Gutiérrez*

En ese marco, anuncio del salario mínimo en un 20% a partir de agosto y un paliativo a empresas con menos de 100 personas, para apoyar con el complemento en la planilla al menos durante un año. Luego, introducción del bitcoin como moneda de curso legal, y el anuncio de una reforma previsional o una nueva ley del sistema de pensiones.

Hay contradicciones en el grupo sindical que apoya la gestión ministerial de Rolando Castro, quien sigue insistiendo que es una mansa paloma y no hay razones para incorporarlo a la lista Engel, que le tiene vetado su acción de lobby en la USA, para publicitar los empleos, muy pocos por cierto, hacia el mercado estadounidense Y es en tanto personeros sindicales que dicen tener vía directa con el Presidente, quienes reclaman los retrasos en la extensión de credenciales, que desde la gestión de Castro en junio2019, está provocando una violentación del ejercicio pleno de libertad sindical.

Y personeros de la derecha sindical confirmaron esta denuncia—las credenciales son una manera de chantajear la voluntad de los grupos sindicales que ven en la gestión bukele una nueva performance de acción sindical. La que siempre antes y ahora ha estado vetada por la derecha y la izquierda partidaria. Y se ve como una acción claramente anti sindical, que debe corregirse si se quieren acumular réditos para una nueva gestión en el ejecutivo.

En cuanto a un mejoramiento o estabilidad dentro de las relaciones laborales en las empresas, el aumento del salario mínimo ha provocado elementos confrontativos con los sectores laborales, en tanto algunos sindicatos se oponen a formas laborales que generan una mayor explotación laboral—como en caso de la maquila de confección textil el aumento de metas de producción para absorber el costo de mano de obra. Y así en empresas de otras industrias, comerciales y de servicios. El agro como ha sido costumbre siempre ha estado en condiciones de mayores deterioros económicos y, la política agraria del actual gobierno no define mayores avances para mejoramiento de la actividad económica en dichos sectores agrarios. Y el incremento del salario mínimo es de mayores impactos para los empresarios agrícolas.

No hay hasta ahora en el ejercicio bukelista, una mejora sustancial a las condiciones de vida y de trabajo para los sectores que históricamente le han apostado por cambios y transformaciones estructurales a la lógica productiva y económica del país; deponiendo en muchas etapas sus vidas, que los que quedan continúan a pesar de la lógica gubernamental imperante, en una vorágine de empobrecimientos acelerados, sin delinear un futuro más halagüeño.

La clase trabajadora está en la premisa básica “si no trabajo, no como”, lo cual resalta la competencia miserable en la que vivimos, creer que siendo así nuestras vidas laborales, familiares y personales van a cambiar, perdiendo de vista el bosque, y mediatizando sus vidas para evitar la movilización por una causa sindical importante y de mayor cobertura político-sindical. El salario, sigue siendo un derecho humano fundamental, pero hace bastante tiempo que este no mejora y llena las necesidades básicas y vitales de la gente; el Estado poco subsidia además de lo ya cubierto con ARENA y el FMLN: transportes; gas propano, energía eléctrica, agua potable, que varían de acuerdo a los precios en un mercado capitalista siempre incesante hacia la ganancia.

Y el fenómeno de exigencias mayores de productividad en todas las actividades económicas, arrastran que los salarios nunca lleguen a equiparse al costo de vida—desde la dolarización en el 2001—tuvo un incremento bárbaro– nos dan dólares, pero siguen pagándonos en colones. Todo aumenta, el salario mínimo incrementa a precios de mercado, hay proveedores que no logran producir y movilizar su mercadería—siempre se necesita mayor producción que en algunos sectores se impone y obliga, pero sin pagarla, siempre se trata de mayor plusvalía en detrimento y empobrecimiento de las vidas de las personas trabajadoras.

No hay empleo remunerado y decente, que nuevo, siempre ha sido así, trabajo sigue habiendo peyorativamente denominado ocupación, hoy se tiene mañana no, a quién le importa una cuestión así, quizás ni al propio afectado que sigue esperanzado en que un Presidente con su personalidad, es capaz de ser alguien que mejore los destinos hoy infelices, de la mayoría de salvadoreños.

*Sindicalista salvadoreño

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