GRANDES DISCURSOS DEL SIGLO XX
El jesuita expuso en el Ayuntamiento el papel de la universidad y la Iglesia en el conflicto salvadoreño diez días antes de su asesinato
Por: Ramón Álvarez*
El contexto
Diez días antes de ser asesinado junto al núcleo de la comunidad jesuita que dirigía la Universidad Centroamericana de San Salvador (UCA), Ignacio Ellacuría explicaba en el Saló de Cent del Ayuntamiento de Barcelona los anhelos de una buena parte del pueblo salvadoreño y nicaragüense, el papel de la universidad y la Iglesia en su consecución y los esfuerzos que requería el proceso de paz abierto entre el gobierno de Alfredo Cristiani y la guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) tras una década de una cruenta guerra civil no declarada, en el que el propio religioso no había dudado en implicarse.
Su compromiso era tal que, tras recibir como rector de la UCA el Premio Internacional Alfonso Comín –y agradecerlo con el discurso que ofrecemos extractado el 6 de noviembre de 1989–, Ellacuría decidió adelantar su regreso a San Salvador ante el cariz que estaba tomando el proceso. La guerrilla había decidido suspender las negociaciones tras el asesinato de diez líderes sindicales, y el religioso insistía en la necesidad de que las retomasen, por más que, como diría en Barcelona, entendía su postura.
El religioso habló de hasta dónde habían llegado los postulados de la teología de la liberación en Centroamérica y de la necesidad de trabajar desde la labor pastoral y educativa por superar la desigualdad y un modelo liberal que abocaba a la miseria a los pueblos de la región. Pero, más allá, Ellacuría denunció la injerencia de Estados Unidos en estos países para acabar con los movimientos de liberación nacional en su patio trasero y de apuntar las dificultades del proceso de paz.
El papel de la universidad, de los jesuitas y de la propia Iglesia no era fácil. Muy arraigada y conectada a las clases más populares y comunidades indígenas, tanto la universidad como los religiosos fueron objetivo de las fuerzas paramilitares de ultraderecha. En 1976, la publicación del editorial «A sus órdenes, mi capital» en la Revista de Estudios Centroamericanos de la UCA, dirigida por Ellacuría, ya puso a la universidad y a la comunidad en el punto de mira.
Ellacuría adelantó su regreso a El Salvador al 13 de noviembre para tratar de atajar un conflicto que aquellos días había llevado los combates a las calles de la capital. Fue en vano. El día 16, un destacamento del Ejército salvadoreño asaltó la residencia de los jesuitas de la UCA y ejecutó a todos los que encontró: los religiosos Ignacio Ellacuría, Segundo Montes, Ignacio Martín Baró, Amando López, Juan Ramón Moreno y Joaquín López y López, la cocinera de la residencia, Elba Ramos, y su hija Celina, de 16 años, que se encontraban allí al haberse declarado el toque de queda.
El discurso
“Excelentísimo señor alcalde, lo nombro en primer lugar, aunque en la universidad suelo empezar saludando al pueblo primero porque está más conforme con la teología cristiana, pero ya que tan generosamente nos ha cedido este espléndido sitio que nos va a servir de apoyo y protección en El Salvador quiero reconocérselo así.
”La concesión del premio Fundación Comín a la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas supone para ella y para muchos de quienes en ella trabajamos, por una parte, complacencia, al ver reconocido algo muy profundo de su actividad y aun de su función universitaria, y, por otra parte, agradecimiento, al darnos con ello un impulso para seguir adelante. Altius, citius, fortius, tal como dicen los olímpicos en una situación y en unos momentos difíciles, muy difíciles; recuerden el tremendo coche bomba que acaba de asesinar a diez sindicalistas, con quienes nuestra universidad ha compartido trabajos tantas veces, y, en menor escala, recuerden también la destrucción de nuestras instalaciones gráficas el 22 de julio pasado. Con este son ya quince los atentados contra nuestra universidad.
”La conjunción de la figura de Alfonso Comín, con quien coincidí como ponente en las semanas de teología de Bilbao en los sesenta, y el conocimiento de su orientación y, sobre todo, de su problemática, con la problemática y orientación de nuestra universidad, me impulsa a hacer unas reflexiones que muestren la actualidad de su ausencia presente y la urgencia y gravedad de seguir en una tarea interminable, pero progresiva.
”Entre otras posibles perspectivas, quisiera elegir en esta ocasión dos fundamentales: la del modelo o proyecto de sociedad universal o mundial que debe irse construyendo en medio de una práctica iluminada y la de la colaboración de los intelectuales universitarios a esa práctica transformadora.
”Para que estas reflexiones no queden desviadas ideologizadamente o tengan menos peligro de serlo, conviene señalar desde dónde debe hacerse o puede hacerse mejor. Es claro que Alfonso Comín intentó su obra teórica y práctica desde los pobres y oprimidos –y no solo para los pobres y oprimidos– con una intención de universalidad y solidaridad. Esa es también la perspectiva al menos intencional de nuestra universidad, que desde hace 25 años trabaja desde la luz y en la luz que las mayorías de oprimidos del mundo derraman sobre todo él para enceguecer a unos, pero para iluminar a otros.
”Pues bien, desde esta perspectiva universal y solidaria de las mayorías populares, el problema de un nuevo proyecto histórico que se va apuntando desde la negación profética y desde la afirmación utópica apunta hacia un proceso de cambio revolucionario, consistente en revertir el signo principal que configura la civilización mundial.
”Hasta ahora y cada vez con mayor fuerza determinante, de los dos grandes procesos dialécticamente entrelazados en la estructura y en la marcha de la historia, el trabajo y el capital, entendidos cada uno de ellos en toda su amplitud, la predominancia, tanto en los países de capitalismo privado como de capitalismo estatal, es del capital sobre el trabajo.
”Lo alcanzado hasta ahora y lo previsto para el futuro por esta civilización del capital, valorado en términos universales, ha conducido y está conduciendo: a) no solo a la ampliación de la brecha entre ricos y pobres, ya sean regiones, países o grupos humanos, lo cual implica que la distancia es cada vez mayor y que cada vez sea más grande el número de pobres; b) no solo al endurecimiento de los procesos de explotación y de opresión con formas, eso sí, más sofisticadas; c) no solo al desglosamiento ecológico progresivo de la totalidad del planeta; d) sino a la deshumanización palpable de quienes prefieren abandonar la dura tarea de ir haciendo su ser con el agitado y atosigante productivismo del tener, de la acumulación de la riqueza, del poder, del honor y de la más cambiante gama de bienes consumibles.
”No son pocos los hombres y mujeres de ayer y de hoy que estarían de acuerdo con esta propuesta general de sustituir una civilización del capital por una civilización del trabajo, lo cual no consiste en la aniquilación del capital y sus dinamismos, sino en la sustitución de su primacía actual, tanto en los países capitalistas como en los socialistas, por la primacía del trabajo.
”Quizá fue esta una de las tesis fundamentales de Alfonso Comín, tanto desde su perspectiva cristiana, desde su acendrada fe cristiana, como desde su perspectiva marxista. La fe cristiana es irreconciliable con una civilización del capital, afirmación en la cual puede centrarse el núcleo teológico de la Laborem exercens de Juan Pablo II, y sospecho que también es irreconciliable con los postulados marxistas más allá de la negación de la acumulación privada del capital. El haberlo visto así hizo de Comín y de su pensamiento un preanuncio y un desafío teórico y práctico.
”Lo que queda por hacer es mucho. Solo utópica y esperanzadamente uno puede creer y tener ánimos para intentar con todos los pobres y oprimidos del mundo revertir la historia, subvertirla y lanzarla en otra dirección. Pero esta gigantesca tarea, lo que en otra ocasión he llamado el análisis coprohistórico, es decir, el estudio de las heces de nuestra civilización, parece mostrar que esta civilización está gravemente enferma y que, para evitar un desenlace fatídico y fatal, es necesario intentar cambiarla desde dentro de sí misma. Ayudar profética y utópicamente a alimentar y provocar una conciencia colectiva de cambios sustanciales es ya de por sí un primer gran paso.
”Queda otro paso también fundamental, y es el de crear modelos económicos, políticos y culturales que hagan posible una civilización del trabajo como sustitutiva de una civilización del capital. Y es aquí donde los intelectuales de todo tipo, esto es, los teoricocríticos de la realidad, tienen un reto y una tarea impostergables. No basta con la crítica y la destrucción, sino que se precisa una construcción crítica que sirva de alternativa real.
”Mucho de esto se ve en los estados socialistas, sometidos a una profunda crisis de reconversión, que solo una lamentable miopía histórica podría interpretar como un mero cambio del capitalismo de Estado con sus correspondientes estructuras políticas, sociales e ideológicas, a un capitalismo privado de clase.
”Mucho de esto se ve en algunos movimientos revolucionarios de América Latina, entre ellos, el de los sandinistas en Nicaragua y el FMLN en El Salvador. Poco y marginal se ve en los países estrictamente capitalistas, los cuales piensan haber recibido su confirmación por la perestroika de algunos países socialistas o por el éxodo de algunos de sus ciudadanos.
”Creen que son los otros los que deben cambiar, imitándolos, y a la democratización del socialismo –insuficiente por muchas razones– no quieren responder con una correlativa socialización de las llamadas democracias liberales, sobre todo con una socialización que no termine en las propias fronteras nacionales o regionales, sino que tenga en cuenta a toda la humanidad, a la cual quieren democratizar para así introducirla mejor en una civilización del capital.
”No solo hay que desenmascarar la trampa ideológica de esta marea ideologizante, sino que hay que ir haciendo modelos que, en un fructífero intercambio de teoría y praxis, den salida efectiva a ideales que no sean evasivos, sino animadores de una construcción histórica.
”Nuestra universidad, a la que tan generosamente los responsables de la Fundación Comín han querido premiar, está intentando hacer algo de esto y estoy convencido que por eso está siendo reconocida por ustedes.
”Inmersa en una situación donde la historia universal actual se muestra en toda su gravedad, es una situación donde la civilización del capital y del imperio ha ido mostrando algunos de sus males más graves y donde, en contrapartida, se ha suscitado un gravísimo movimiento de protesta y de alternativa, que no ha podido ser derrotado tras diez años de duro enfrentamiento, en el cual ha participado Estados Unidos con más de 3.000 millones de dólares, cientos de asesores y de otras múltiples formas, y ha procurado responder a esta realidad que, en lo particular, afecta a las mayorías populares de El Salvador y, en lo universal, plantea problemas de envergadura mundial.
”Nuestra contribución universitaria pretende, ante todo, aportar a esta lucha histórica. Pensamos que debemos y, consecuentemente, queremos ser parte activa en esta lucha. Pero esto no bastaría si no tuviéramos claro dónde nos debemos situar como universitarios para encontrar la verdad histórica. Suele decirse que la universidad debe ser imparcial. Nosotros creemos que no. La universidad debe pretender ser libre y objetiva, pero la objetividad y la libertad pueden exigir ser parciales.
”Hay buenas razones teóricas para pensar que tal pretensión está epistemológicamente bien fundamentada, pero, además, pensamos que no hay otra alternativa en América Latina, en el tercer mundo y en otras partes para las universidades y los intelectuales que se dicen de inspiración cristiana. Y nuestra universidad lo es cuando se sitúa en esa opción preferencial por los pobres, que son cuantitativamente el mayor desafío de la humanidad como humanismo.
”Desde esta opción, en el plano teologal, somos partidarios de poner en tensión a la fe con la justicia. La fe cristiana tiene como condición indispensable, aunque tal vez no suficiente, su enfrentamiento con la justicia; pero a su vez, la justicia buscada queda profundamente iluminada desde lo que es la fe vivida en la opción preferencial por los pobres.
”Fe y justicia no son para nosotros dos realidades autónomas, voluntarísticamente entrelazadas, sino dos realidades mutuamente referidas o respectivas que forman o deben formar una única totalidad estructural, tal como repetidamente se ha expresado en la teología de la liberación y en otros movimientos teológicos afines. Pensamos que muchas predicaciones y realizaciones de la fe han sido nefastas cuando se han hecho de espaldas a la justicia y a las mayorías populares oprimidas y empobrecidas.
”Pensamos también que muchas predicaciones y realizaciones de la justicia han sido también nefastas cuando se han hecho más de cara a la toma del poder que al beneficio de las mayorías populares y a algunos valores fundamentales del reino de Dios, predicado utópicamente por Jesús.
”Así es como nuestra universidad trabaja revolucionariamente por la causa de la liberación en El Salvador. Un proceso llevado sobre todo por las masas de modo tal vez parcial e imperfecto y al cual universitariamente queremos acompañar desde una inspiración cristiana que obliga a una opción preferencial por la causa histórica de los pobres.
”En El Salvador, aun la extrema derecha y la derecha en general han llegado a reconocer que el problema principal del país es no ya la pobreza, sino la miseria que afecta a más del 60% de la población. Esto ocurre a unos pocos kilómetros del centro mismo del capitalismo internacional y es una de las mejores constataciones de lo que da de sí la civilización del capital, por mucho que se entienda a sí misma como una civilización cristiana occidental y como modelo de vida democrática.
”En la actualidad, como saben, en Centroamérica, especialmente en El Salvador y en Nicaragua, estamos en uno de los momentos críticos de la historia. Nicaragua está tratando con grandes dificultades de encontrar ya definitivamente la paz y, con la paz, un proceso democrático que no tiene por qué imitar a los procesos democráticos que en otros países ocurren, pero está buscando y ojalá la ayudemos.
”Sé que esta fundación ha dado ya su respaldo al proceso nicaragüense, pero en este momento en El Salvador quiero volver a recordar el asesinato inmisericorde de unos compañeros sindicalistas por un coche bomba hace unos pocos días, precisamente, para intentar romper el proceso de negociación entre el FMLN y el gobierno, estamos viviendo también un momento trascendental.
”Creo que en toda el área hemos entrado en una nueva fase consistente en un cierto rebajamiento del proyecto maximalista revolucionario, pero también en un cierto rebajamiento del proceso maximalista antirrevolucionario. Estos proyectos se van acercando y se van a enfrentar tal vez ya no de una manera violenta con las armas, sino en una dura y fuerte negociación en la cual realmente se negocien las causas de las mayorías populares frente a los defensores de las minorías elitistas.
”Como saben, el FMLN ha roto la tercera convocatoria en justa protesta por el asesinato de los sindicalistas salvadoreños, porque no solo trabajamos en planteamientos teóricos, también trabajamos en la tarea cara a cara, boca a boca con unos y con otros para tratar de sembrar racionalidad en favor de las mayorías populares que son injustamente tratadas.
”Estamos en una circunstancia absolutamente excepcional y les pido a ustedes aquí presentes como personas y tal vez como estamentos oficiales que pongan sus ojos en Nicaragua y en El Salvador y nos ayuden.
”Recibo con una gran gratitud este premio de la Fundación Comín; pienso que por el lugar en que se nos concede, de alguna manera responde también al espíritu mejor de Barcelona. Lo recibo con un gran agradecimiento y también con una gran humildad, porque para nosotros es más un desafío que un premio.”
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