Regreso a la tierra, retorno a mi ombligo, todo fue tan rápido, todo fue una aventura, una experiencia. Todo valió la pena. No hay llanto, no hay dolor, solo sé que es el viaje sin retorno que tanto esperaba. Vamos, vamos todos en silencio, vamos a la luz, ganamos y perdimos, son lecciones, es la vida, es la muerte.
Por: Francisco Parada Walsh*
No hay llanto, no hay sufrimiento, no hay miedo, todo es seguro, regreso a donde mi madre, ella me espera feliz. Voy tranquilo, viajo en paz, poco a poco entendí que en el morir debe haber dignidad. Si en la vida se lucha, se es un guerrero feroz, en la muerte se ama y se grita a viva voz: Dios, regreso a la tierra, espérame, llego en paz, llego feliz.
Se escuchan cantos, son mis mayores los que me esperan, El miedo quedó atrás, todo es nuevo, todo es bello. Sigo el camino del amor, no hay dolor, solo paz. Cumplí mi ciclo, debo empezar, todo tiene un propósito, volver a nacer, volver a morir. Morimos en vida sin darnos cuenta cuando dejamos de amar, cuando fallamos a los reinos, cuando nuestro canto de vida no es audible, moriremos en vida sin darnos cuenta.
Una mariposa es mi guía, ella vuela, ella canta, ella baila. Vamos desnudos, vamos sin egos, vamos sinceros. Canto feliz mi canto a la muerte, todo empieza, todo termina; es mi turno, es mi viaje y solo escucho a los pájaros cantar, la brisa golpea mi rumbo, a lo lejos escucho los tambores de amor, pum, pum, pum, todos me esperan, todos.
Fui feliz, fui humano, y debo regresar a mi tierra, no llevo nada, todo queda, todo; siento que vuelo, soy un pájaro, llego a un árbol frondoso donde en cada rama está un amigo, un pariente, un desconocido, todos somos lo mismo, todos somos hermanos. No hay dolor, solo gozo, canto a mi muerte, canto a mi pasado, a mi presente y a mi futuro; todo es lo mismo, todo es amor, todo es paz, no hay dolor. Llegó el momento, acepto mi destino, acepto mi muerte, no muero, solo regreso, solo camino hacia mi lecho de amor.
No pido más vida, no pido cambiar, no pido agua ni aire, solo pido amor. Los tambores se escuchan, retumba la tierra, a un lado está mi familia, al otro lado están mis hermanos; tienen un rostro justo, no hay una alegría desmedida sino una paz mesurada, todos saben que recorro un camino que es llegar a la paz y que todos debemos recorrer. Luna, a tus pies me postro, a tu luz me rindo, todo fue bello, todo fue hermoso, no hay camino de retorno, todo es constante, todo es un río de amor.
Todos cantan, no hay llanto, hay paz, hay magia y el hechizo me atrapa, me guía, me calma. No quiero regresar a mi vida pasada, es este mi camino, no lucho contra la muerte, ella es mi hermana, mi luz. Poco a poco cierro los ojos, hay silencio, hay luz. Camino erguido, camino entre flores, todas me dan la bienvenida, todas son bellas; no hay maldad, solo paz. Pum, pum, pum, mi madre sale a al encuentro, hay una paz en su rostro, siempre radiante, siempre luz, siempre amor.
Dejo atrás todo mi pasado, no hubo errores, solo lecciones, solo aprendizaje. Llegó mi hora, estoy preparado, vuelo como un águila, mi equipaje es liviano, en el mundo dejé los rencores, envidias, apegos y más y mi viaje es gozo, es paz. Cuando tenía ocho años debí haber muerto en ese fatal accidente donde murieron mis hermanitos Ricardito y mi hermanita Danielita, no sé por qué no morí, quizá nunca entenderé por qué la vida me dejó vivir décadas, casi medio siglo más, ¿Para qué? No lo sé, no lo sé.
Fui feliz, fui feliz, siempre hubo altos y bajos y en los bajos conocí la depresión, hoy no existe, todo es paz. Este es mi canto a la muerte, no hay miedo, solo sé que no hay quejas, ni arrepentimientos y si volviera a nacer quisiera ser pájaro para volar y cantar, poner serenatas a los tristes, a los enamorados, a los fieles e infieles, al amor. No puedo evitarlo pero en vez de temblar prefiero reír. Una sonrisa dibuja mi paz, mi último hálito de vida, es mi canto a la muerte. Colibríes revolotean, todos son almas, almas sagradas.
*Médico salvadoreño
