El ministro de Justicia y Seguridad Pública, Gustavo Villatoro, negóel incremento de personas desaparecidas y dijo que las crecientes denuncias en redes sociales y medios de comunicación son “una campaña contra las autoridades”.
En la misma línea de Villatoro se expresó también Rodolfo Delgado, el fiscal general impuesto por el oficialismo, quien aseguró que -contrario a lo mostrado por el aumento de denuncias- las desapariciones de personas han disminuido en los últimos meses y semanas.
Ambos funcionarios también han descalificado las denuncias vinculando con pandillas a las personas desaparecidas y casi insinuando que encontrarlas es tarea de sus familiares, evadiendo las competencias y obligaciones estatales.
Otros personeros del oficialismo, como el diputado de GANA, Romeo Auerbach, también han afirmado que la desaparición de jóvenes sucede por descuido propio o de sus padres, negando la responsabilidad de las instancias gubernamentales en la grave situación de inseguridad que sufre el país.
El negacionismo gubernamental de las desapariciones se complementa con el falaz discurso de la “reducción de homicidios” y la incesante propaganda sobre el “Plan Control Territorial”, a pesar del cual las pandillas mantienen el control en muchas comunidades del país.
En relación a las maras, el gobierno se niega a transparentar los acuerdos con las principales pandillas que fueron revelados por el semanario digital El Faro y que -en opinión de expertos en seguridad como Jeannette Aguilar- podría tratarse de una “alianza estratégica para la gobernabilidad”.
Volviendo a las desapariciones, negar la realidad es la nueva estrategia gubernamental, después del fallido intento de ocultarlas o minimizarlas, en vez de reconocer la gravedad de la problemática y asumir la responsabilidad.
Ojalá que la valiente denuncia pública de los familiares de los desaparecidos y del apoyo de organizaciones sociales sean el germen de un amplio movimiento social que obligue a las autoridades a cambiar de actitud.
A las denuncias de las desapariciones en la actualidad se suman las de antes y durante la guerra civil que están irresueltas e impunes. En tal sentido, es deseable y esperable un fuerte movimiento social por las desapariciones del pasado y del presente.