¿Qué viene después de Weimar?

Por José Pablo Feinmann.

Las democracias débiles generan dictaduras fuertes. De aquí que sea un tema inevitable el análisis de la república de Weimar y la llegada al poder del nacional socialismo. Al terminar la primera guerra, la social democracia alemana firma en el vagón de un tren la rendición total del ejército alemán. Esto no lo acepta el ejército ni la derecha política alemana. Para ellos, la victoria era segura. Estaban a pocos metros de la ciudad de París. Es decir, de la victoria, ¿por qué habrían de rendirse? La economía empieza a derrumbarse. La inflación se adueña de todo. Hasta se vuelve normal empapelar las paredes con los devaluados billetes del país. La burguesía, el pueblo medio y bajo, y también la casta militar temen la ola roja que amenaza expandirse desde Moscú. Todo está preparado para el surgimiento de un Adolf Hitler. La mano dura que venga a ordenar ese desquicio.

Miré atentamente durante estos días una serie de origen alemán. Se llama Babylon Berlin y recrea con rigor los tiempos de la república de Weimar hasta las cercanías de su fin. El camino hacia el abismo está claramente expresado. El surgimiento de las SA., el esplendor de los cabarets, la libertad sexual, el hambre, la violencia callejera, el odio rencoroso que alimenta a los surgentes social nacionalistas, los espartaquistas, la represión que se cobró la vida de Rosa Luxemburgo, el ejército clandestino que prefigura los cercanos días de la muerte, sin duda los mejores para las masas hambrientas y vengativas. Los personajes sombríos, expresionistas y ambigüos como Lola Lola, siniestros como Caligari, Nosferatu o el más que temible Dr. Mabuse.

Aquí hay un aire de república de República de Weimar que estremece. Ya aparecieron los personajes siniestros. Los locos. Los violentos. Los que designan de modo violento a sus enemigos: “zurdos de mierda”, por ejemplo. La inflación hace crecer el hambre popular. El Otro absoluto no es tanto el judío, sino el negro, el inmigrante, el que viene a robarles el país. Por eso aman la violencia. Detestan la democracia.

La globalización neoliberal les viene como anillo al dedo. Están en todas partes. En Alemania, en España, en Italia, en Estados Unidos ya quisieron tomar el Capitolio. Y aquí buscan la vía electoral. Para después prohibir las elecciones.

Fuente: La Jornada.

 

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