Si tomamos literalmente lo que deben ser las administraciones del trabajo, parecería que va sin rumbo, en la cartera de trabajo han pasado personas de diversos estratos, en principio del estado salvadoreño no tenía existencia, se fueron anexando funciones en el marco de lo laboral en la cartera del interior, lo que hoy es gobernación, así también en la cartera de agricultura, y va definiendo su asentamiento propio después de la Huelga de Brazos caídos en abril de 1944. En ese contexto terminaba la dictadura de Martínez, que había reprimido y proscrito la organización sindical. Se continuaron dando golpes de Estado que pretendían estabilizar el estado de derecho a favor de la oligarquía terrateniente.
Por: Róger Hernán Gutiérrez*
Siendo así surgió la necesidad de inaugurar una cartera de trabajo, para recoger las regulaciones dispersas que anticiparon sus funciones, fue en 1946. El golpe de los mayores que derrocó al general Salvador Castaneda Castro, y dando paso a la persona del mayor Oscar Osorio en dic de 1948, introduce bases mínimas para un proceso de reformismo económico-social, y ya en el ejercicio presidencial de Oscar Osorio (1950-1956), se van perfilando aspectos de naturaleza social y se expresaron en la reforma constitucional de 1950.
Se creó el Instituto Salvadoreño del Seguro Social (1954), y se fue caminando hacia un desarrollismo económico que dio paso a lógicas economicistas que dieron pauta a crear el mercado común centroamericano, que tuvo su ruptura en 1969 con la guerra de las 100 horas. Ministros civiles y militares ocuparon el puesto sin realmente establecer acciones, leyes y medidas que condujeran al desarrollo de mejoramientos sustanciales en las relaciones sociales de producción, que continuaron siendo de explotación, siendo claro que continuaría la forma de cómo se organizan y mujeres para producir y distribuirse la riqueza producida. Se continuaría conservando la propiedad privada sobre los medios de producción.
Se organizaron confederaciones de sindicatos de trabajadores, donde se hicieron importantes acciones vinculantes para la unidad, sin embargo, movimientos sindicales fueron penetrados por el militarismo y por el partido gobernante, el PRUD y luego el PCN. La lógica productiva siguió siendo en detrimento de las personas trabajadoras, lo que dio lugar a un proceso importante de huelgas del magisterio y de obreros metalúrgicos de la fábrica del acero. A todo esto, el Ministerio de Trabajo, sin experiencia laboral y conducido sin intenciones de jugar un papel preponderante entre el capital y el trabajo, siguió su curso sin obtener un posicionamiento político imparcial, sino cada vez más se inclinaba al favorecimiento de los dueños de los medios de producción, y la ley laboral surgida en 1963, no fue capaz de mediar, conciliar y establecer la legalidad, lo que dio paso a la reforma laboral de 1972, texto de legislación laboral que fue teniendo reformas puntuales mínimas a lo largo de la historia.
Se tuvo una oportunidad trascendental de cambios importantes en el ejercicio de la cartera de trabajo, que continuó llenándose de crítica y de un funcionamiento sesgado a interés empresarial, fue un período importante de reformismo, que no pudo contener la lógica económica que continuaba con un desarrollismo industrial mínimo, determinado para continuar con un capitalismo poco desarrollado, que no logra trascender el dominio de la oligarquía terrateniente. El mercado común, no logra trascender y la economía va agudizando y deteriorando las condiciones materiales de existencia de la gente trabajadora.
Con el poco desarrollo de las fuerzas productivas—propiedad privada de los medios y de la fuerza de trabajo, que fue claramente delineando situaciones claramente discriminatorias como la división social y sexual del trabajo. Un estado salvadoreño que agota su débil estado de derecho, asfixiando las reformas y democracia en los procesos electorales de 1972 y 1977, además la instalación de maquila electrónica y la creación de zonas francas como en San Bartolo, Ilopango; fue todo suficiente para fundamentar las condiciones de rebelión y sedición de la población y de grupos dominantes dentro de la economía y el militarismo prevalecientes.
La administración del trabajo actual va con rumbo incierto, con todo ese lastre histórico acumulado, y la falta de un liderazgo sano, y un manejo del poder en la jurisdicción administrativa con altos niveles de desconfianza, así como claros rasgos y sesgos de imposición y dominación de los intereses y valores fundamentales para un desarrollo pleno e independiente de las libertades sindicales, continúa en una percepción por la población laboral de una clara inclinación a no ser transparente en sus facultades legales, el trabajo y funciones están marcadas por la falta de diligencia, de recursos, de mínimos entendimientos con el poder empresarial en el cumplimiento de la ley, de poco diálogo con todas las fuerzas laborales de distinta y diferentes corrientes de pensamiento.
*Sindicalista salvadoreño