Según estudios de la empresa de asesoría financiera Fisherman, el 30 % de la PEA de El Salvador está en quiebra y un 40 % está a punto de caer.
Gonzalo Muñoz, máster en finanzas y facilitador de GMC International Business School, señaló esta semana que lo primero que se debe comprender es que el dinero es equivalente a cualquier bien o servicio que se posee. La diferencia entre el dinero y los bienes está en su fácil aceptación de intercambio para adquirir otros bienes de distintos géneros casi de inmediato.
“Por ejemplo, al tener un billete de $100 puedes optar en conservarlo y ganar más dinero en inversión y ahorro o consumirlo en gastos en unos minutos comprando cosas innecesarias como ropa de marca, zapatos de moda, una salida con amigos o una fiesta”, manifiesta Muñoz.
La clave, agrega, esta en diferenciar que es gasto y que es inversión, el gasto no brinda ningún retorno más que la salida de dinero sin beneficios y la pena por el error de los gastos innecesarios muchos la disfrazan de “satisfacción” y felicidad.
Los presupuestos en el país están compuestos de 70 % de necesidades (pago de casa, alimentación, transporte, salud, educación, vestuario, entre otros) y 30 % de deseos (diversión, viajes, ocio y ahorro). Alfredo Escalón, CEO de Fisherman, define a una persona en quiebra cuando las responsabilidades de pagos mensuales superan el 30 % de sus ingresos, un nivel porcentual que se ha mantenido similar en los últimos años.
Una persona quebrada tiene atrasos en pagos de recibos y aunque tienen trabajo formal, su nivel de vida es abajo del promedio y ya no se puede sostener económicamente un nivel de vida alcanzado pues no son sujetos de créditos formales.
“Esta situación no está atada a factores económicos o crisis internacionales, sino que la gente no tiene educación sobre cómo administrar el dinero porque gasta más de lo que gana”, considera Escalón.
En cuanto al restante 40 % de la población salvadoreña que va camino a la quiebra no lo sabe o no se da cuenta, y es porque el gasto extra lo cubre mediante una tarjeta de crédito y perciben que el cobro del pago mínimo es sostenible.
El problema, agrega el experto de Fisherman, es que cuando se repite ese ciclo muchas veces, el porcentaje sube y la gente se ve ahogada en su flujo de efectivo y pide consolidar deudas en un mayor plazo.
Por ello, los expertos señalan que la gente debe ser más ordenada en sus finanzas y, lo primero que se recomienda hacer, es planificar sus gastos para entender la situación financiera en la que se encuentra. En cuanto al incremento de la liquidez circulando en el país por el ahorro que hubo en la pandemia, el crecimiento en las remesas familiares y ahora el aguinaldo, debe ser encaminarse en buena parte al ahorro y no a incrementar la capacidad de endeudamiento.
Fuente: El Economista.