Una Sociedad sin Empatía

Entiendo que la vida sigue. Y así debe ser. Pero lo que vivimos en estas rojas tierras solo habla por esa sociedad que decimos que somos, que nos enseñaron a creer que pertenecemos a ella y tanta perversidad es que en esa sociedad, nos dividieron en clases sociales como razas, como perros.

Por Francisco Parada Walsh*

Cuando ni somos sociedad ni clases sociales ni razas, somos un conglomerado de pasiones y deseos donde aspirar a lo mejor se queda en aspirar cocaína, esa es la mayor aspiración de una sociedad embrutecida a más no poder.

La violencia, algo normal para nosotros solo demuestra que poco importa lo que sucede, la empatía se perdió o  quizá  entiendo que nunca existió. Vacíos de mente y de corazón, seres de cera que vale la pena compararla con aquellos juegos de niños, las estatuas de Marfil, “Son aquí, son allá, una, dos y tres” y todos nos quedamos quietos; décadas que el juego terminó pero es el salvadoreño que en forma refleja se entiesa, se duerme, se evita, se aparta del ojo del problema, no, nada que sea dolor me interesa, no, todo tiene que ser color rosa.

¿En qué mundo vivimos? Personas muy cercanas a mí me han dicho que lo que escribo es fuerte, que no debería abordar temas donde señalo el dolor de un país y otras, más atrevidas e ignorantes me han escrito a mi correo electrónico que por favor deje de enviarles artículos de un periódico “De izquierda”; a varios los conozco, son personas comunes y corrientes que en su profesión,  apenas destacaron pero que sean parientes de los Poma, o Kriete está lejos, hay que volar pata para alcanzarlos.

Seres que en este momento y antes, nunca supieron qué es izquierda, derecha, centro, democracia porque la primer democracia que debo tener, es imperativo que  exista en mi cerebro sino soy un simple esclavo de un sistema pero darse baños de finas fragancias cuando son una pandilla de gatos secos, no da risa, quizá da tristeza que no sepan leer, es que leer no es ese acto que empiezo un escrito y lo termino, leer es viajar, es vivir, es sufrir, es llorar, es amar por un momento, es buscar en mi vida lo que esas líneas dicen pero no, la empatía desaparece ¿Cómo podemos creer que somos una sociedad? No puedo responderme, no, debe cada lector responderse.

La pandemia no ha pasado, esto comienza pero no detenemos la locomotora de la vida, en cada vagón llevamos indolencia, mentira, corrupción, sangre, desaparecidos y menos carbón, no, el carbón es para el asado del fin de semana, para esa farra eterna que vivimos y morimos.

No merecemos lo bueno, merecemos lo que tenemos como autoridades, como ejemplos, como lo cotidiano; la vida es dura, durísima, es cruel, es injusta y debemos enfrentarla pero creer que soy un ungido por ser parte de esta vorágine de destrucción o auto destrucción que vivimos solo dice que tenemos los días contados; somos un país que se auto inmola y poco importa, aun, le zampamos mas leña, mas ocote para que arda, para que queme; me entristece escribir esto pero nos destruimos segundo a segundo, ya la muerte superó a la vida y ¿Qué hacemos? ¡Nada! Cualquier tema es bien venido menos el dolor, menos la muerte, menos la migración forzada. La empatía es lo que nos une, si aquel le duele, debe dolerme a mí también; no escribo ni por dinero ni por fama, escribo porque estas letras salen de mi alma, de mis entrañas cuando veo el sin rumbo que vivimos y mientras, prepárese que en unos días sus fantasías materiales se harán realidad, ¡Es el viernes negro! ¡Peor no podemos estar! Agradezco a la vida, a Dios o al diablo, a mis padres, a todos los maestros que he tenido en mi vida y quizá merecen que el lector sepa sus nombres, no importa el orden en que los mencione, todos han sido importantes: Maestro Dolor, Maestro Muerte, Maestro Pobreza, Maestro Soledad, Maestro Sinceridad, Maestra Empatía, Maestro Solidaridad; con ellos estoy donde estoy, me duele, muero a pausas, soy pobre, amo la soledad, soy sincero, al único que engaño es a Jorge, mi otro nombre y trato hasta donde puedo,  ser solidario, siembro para que, ya más viejo, reciba alguna cosecha y sino, poco importa. Lo importante no se ve.

*Médico salvadoreño

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